Programa Gobierno MAS- IPSP 2005.pdf - Constituyentesoberana.org
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urocrática y una débil capacidad operativa responde en realidad a la búsqueda y<br />
consolidación de intereses económicos del sector. El propio modelo de seguridad,<br />
basado en respuestas policiales reactivas orietadas a la limpieza social en realidad no<br />
son más que expresiones que criminalizan la protesta de los movimientos sociales y la<br />
pobreza. La policía y la administración de justicia tienen como objetivo atacar los<br />
eslabones débiles de la cadena social, entretanto, los delitos de cuello blanco, cuyo<br />
impacto económico es demoledor para los intereses de la sociedad, no son objeto de<br />
investigación o son mas bien son objeto de encubrimiento e impunidad.<br />
El país no cuenta con una Política de Seguridad Ciudadana. Por el contrario, los<br />
gobiernos sólo se preocuparon de producir planes de seguridad como respuesta<br />
contingente a la crisis de seguridad. En la última década, más de una decena de planes<br />
de seguridad no arrojaron ningún resultado objetivo que se traduzca en menor riesgo o<br />
vulnerabilidad social o en la disminución del temor en la sociedad. De igual manera, la<br />
militarización de la seguridad tampoco ha dado respuestas efectivas. Las intervención<br />
de las Fuerzas Armadas no resuelve el problema, por el contrario, lo agrava: aumenta el<br />
gasto en seguridad, debilita la función profesional de los militares e induce a una lógica<br />
política intervencionista, además de generar conflictos con la policía. Por el contrario,<br />
los índices de violencia criminal, delito común y linchamiento se han multiplicado en<br />
las áreas urbanas expandiéndose hacia el campo. Los ciudadanos de los grandes centros<br />
urbanos no son los únicos rehenes del miedo, también son los campesinos e indígenas<br />
quienes sufren el acoso delictivo.<br />
El régimen penitenciario, inhumano y discriminatorio mantiene los mismos problemas<br />
del pasado. La seguridad policial en realidad se ha convertido en protección policial al<br />
crimen <strong>org</strong>anizado. La seguridad penitenciaria es un mito. Las cárceles son “tierra de<br />
nadie”. Es un área en la que el Estado ha capitulado en el ejercicio de su autoridad.<br />
Desde las cárceles se <strong>org</strong>aniza el delito urbano y desde ellas se siembra el miedo y el<br />
pánico en la sociedad. Los internos regulan el funcionamiento de los delitos más<br />
rentables –robo de vehículo, tráfico de d<strong>org</strong>a, secuestros express, atracos y aslatos a<br />
entidades financieras y otros-. La violencia carcelaria es intolerable como lo es el<br />
hacinamiento, la violación sistemática de los derechos humanos de los internos. La<br />
retardación de justicia, la corrupción del sistema judicial y la inconstitucionalidad en la<br />
aplicación de la ley 1008 contribuyen a la sobeppoblación penal.<br />
El crimen <strong>org</strong>anizado, tanto nacional como transnacional, ha puesto en jaque la<br />
estructura de la seguridad ciudadana en el país. Decenas de atracos y asaltos armados<br />
continuan sin resolución ante la ineptitud de los <strong>org</strong>anismos de seguridad.<br />
Frente a ésta situación hace falta una inmediata reforma de la administración, gestión y<br />
conducción de la política de seguridad así como de sus instituciones.<br />
Bolivia: Composición de los Delitos Criminales, 2000-2004<br />
(En números y en Porcentajes)<br />
Criminalidad<br />
2000-2004<br />
En %<br />
Homicidios<br />
14,958<br />
14.1%