manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Me hubiera gustado pasearme sola por entre las ruinas y meditar en la<br />
fragilidad <strong>de</strong> las realida<strong>de</strong>s humanas, pero la cantidad <strong>de</strong> viajeros quitaba<br />
a la ciudad <strong>de</strong>struida buena parte <strong>de</strong> su melancólico encanto...<br />
En Nápoles fue todo lo contrario. La gran cantidad <strong>de</strong> coches <strong>de</strong> dos<br />
caballos hizo que resultara espléndido nuestro paseo al monasterio <strong>de</strong> San<br />
Martín, situado en la cima <strong>de</strong> [65rº] <strong>un</strong>a alta colina que dominaba toda la<br />
ciudad. Lamentablemente, los caballos que nos conducían se <strong>de</strong>sbocaban<br />
a cada paso, y más <strong>de</strong> <strong>un</strong>a vez creí llagada mi última hora. Por más que el<br />
cochero repetía continuamente la palabra mágica <strong>de</strong> los conductores<br />
italianos: «Appipó, appipó...», los pobres caballos estaban empeñados en<br />
volcar el coche. Por fin, gracias a la protección <strong>de</strong> nuestros ángeles <strong>de</strong> la<br />
guarda, llegamos a nuestro magnífico hotel.<br />
A lo largo <strong>de</strong> todo nuestro viaje nos alojamos en hoteles principescos.<br />
N<strong>un</strong>ca antes me había visto ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> tanto lujo. Y aquí sí que cabe <strong>de</strong>cir<br />
que la riqueza no hace la felicidad, pues yo me habría sentido mucho más<br />
feliz bajo <strong>un</strong> techo <strong>de</strong> paja con la esperanza <strong>de</strong>l Carmelo, que entre<br />
artesonados <strong>de</strong> oro, escaleras <strong>de</strong> mármol blanco y tapices <strong>de</strong> seda, con<br />
amargura en el corazón...<br />
Comprendí bien que la alegría no se halla en las cosas que nos ro<strong>de</strong>an,<br />
sino en lo más íntimo <strong>de</strong> nuestra <strong>alma</strong>; se la pue<strong>de</strong> poseer lo mismo en<br />
<strong>un</strong>a prisión que en <strong>un</strong> palacio. La prueba está en que yo soy más feliz en<br />
el Carmelo, a<strong>un</strong> en medio <strong>de</strong> mis sufrimientos interiores y exteriores, que<br />
entonces en el m<strong>un</strong>do, ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> las comodida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la vida y sobre<br />
todo <strong>de</strong> la ternura <strong>de</strong>l hogar paterno...<br />
Llevaba el <strong>alma</strong> sumida en la tristeza. Sin embargo, exteriormente era la<br />
misma, pues creía que nadie conocía la petición que había hecho al Santo<br />
Padre. Pronto me convencí <strong>de</strong> lo contrario. Habiéndome quedado sola con<br />
Celina en el vagón (los <strong>de</strong>más peregrinos habían bajado a la cantina <strong>de</strong> la<br />
estación, aprovechando <strong>un</strong>os pocos minutos <strong>de</strong> parada), vi que el Sr.<br />
Legoux, Vicario General <strong>de</strong> Coutances, abría la puerta y mirándome me<br />
<strong>de</strong>cía sonriendo: «¿Cómo está nuestra pequeña carmelita...?» Entonces<br />
comprendí que toda la peregrinación conocía mi secreto. Gracias a Dios,<br />
nadie me habló sobre ello, pero, por la simpatía con que me miraban, me<br />
di cuenta <strong>de</strong> que mi petición no les había producido mala [65vº] impresión,<br />
sino todo lo contrario...<br />
En la pequeña ciudad <strong>de</strong> Asís tuve ocasión <strong>de</strong> subir al coche <strong>de</strong>l Sr.<br />
Révérony, <strong>un</strong> honor que no le fue concedido a ning<strong>un</strong>a dama durante todo<br />
el viaje. Te cuento cómo conseguí ese privilegio.