12.05.2013 Views

manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net

manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net

manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

que se nos acaba la alegría, ni existirá ya la tristeza <strong>de</strong> la partida, y para<br />

llevarnos <strong>un</strong> recuerdo no tendremos que rascar furtivamente las pare<strong>de</strong>s<br />

santificadas por la presencia divina, pues su casa será la nuestra por toda<br />

la eternidad....<br />

Dios no quiere darnos su casa <strong>de</strong> la tierra; se conforma con enseñárnosla<br />

para hacernos amar la pobreza y la vida escondida. La que nos reserva es<br />

su propio palacio <strong>de</strong> la gloria, don<strong>de</strong> ya no le veremos escondido bajo las<br />

apariencia <strong>de</strong> <strong>un</strong> niño o <strong>de</strong> <strong>un</strong>a blanca hostia, ¡¡¡sino tal cual es en el<br />

esplendor <strong>de</strong> su gloria infinita...!!!<br />

------------------------------------------------------------------------<br />

El coliseo y las catacumbas<br />

Ahora sólo me falta ya hablar <strong>de</strong> Roma. ¡De Roma, meta <strong>de</strong> [60vº] nuestro<br />

viaje, don<strong>de</strong> yo esperaba encontrar el consuelo, pero don<strong>de</strong> encontré la<br />

cruz...!<br />

Llegamos a Roma <strong>de</strong> noche y dormidos. Nos <strong>de</strong>spertaron los empleados<br />

<strong>de</strong> la estación, que gritaban: «Roma, Roma». No era <strong>un</strong> sueño, ¡estaba en<br />

Roma...!<br />

El primer día lo pasamos extramuros, y fue quizás el más <strong>de</strong>licioso <strong>de</strong><br />

todos, pues todos los monumentos han conservado su sello <strong>de</strong><br />

antigüedad, mientras que en el centro <strong>de</strong> Roma, ante el fausto <strong>de</strong> los<br />

hoteles y <strong>de</strong> las tiendas, <strong>un</strong>o tiene la impresión <strong>de</strong> estar en París.<br />

Aquel paseo por la campiña romana me ha <strong>de</strong>jado <strong>un</strong> gratísimo recuerdo.<br />

No hablaré <strong>de</strong> los lugares que visitamos, pues hay bastantes libros que los<br />

<strong>de</strong>scriben por extenso, sino solamente <strong>de</strong> las principales emociones que<br />

viví.<br />

Una <strong>de</strong> las más dulces fue la que me hizo estremecerme a la vista <strong>de</strong>l<br />

Coliseo. Por fin, podía ver aquella arena en la que tantos mártires habían<br />

<strong>de</strong>rramado su sangre por Jesús, y ya me disponía a besar la tierra que<br />

ellos habían santificado. ¡Pero qué <strong>de</strong>cepción la mía! El centro no era más<br />

que <strong>un</strong> montón <strong>de</strong> escombros que los peregrinos tenían que conformarse<br />

con mirar, pues <strong>un</strong>a valla les impedía entrar. Por otra parte, nadie sintió la<br />

tentación <strong>de</strong> intentar meterse por en medio <strong>de</strong> aquellas ruinas...<br />

¿Pero valía la pena haber venido a Roma y quedarse sin bajar al<br />

Coliseo...? Aquello me parecía imposible. Ya no escuchaba las<br />

explicaciones <strong>de</strong>l guía, sólo <strong>un</strong> pensamiento me rondaba por la cabeza:<br />

bajar a la arena...

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!