manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
humil<strong>de</strong>mente la mano para recibir lo que pedimos...Dice también que todo<br />
lo que pidamos al Padre en su nombre nos lo conce<strong>de</strong>rá. Sin duda, por<br />
eso el Espíritu Santo, antes <strong>de</strong>l nacimiento <strong>de</strong> Jesús, dictó esta oración<br />
profética: Atráeme y correremos.<br />
¿Qué quiere <strong>de</strong>cir, entonces, pedir ser atraídos, sino <strong>un</strong>irnos <strong>de</strong> <strong>un</strong>a<br />
manera íntima al objeto que nos cautiva el corazón? Si el fuego y el hierro<br />
tuvieran inteligencia, y éste último dijera al otro «Atráeme», ¿no estaría<br />
<strong>de</strong>mostrando que quiere i<strong>de</strong>ntificarse con el fuego <strong>de</strong> tal manera que éste<br />
lo pe<strong>net</strong>re [36rº] y lo empape <strong>de</strong> su ardiente sustancia hasta parecer <strong>un</strong>a<br />
sola cosa con él?<br />
------------------------------------------------------------------------<br />
Fin <strong>de</strong>l Manuscrito C<br />
Madre querida, ésa es mi oración. Yo pido a Jesús que me atraiga a las<br />
llamas <strong>de</strong> su amor, que me <strong>un</strong>a tan íntimamente a él que sea él quien viva<br />
y quien actúe en mí. Siento que cuanto más abrase mi corazón el fuego<br />
<strong>de</strong>l amor, con mayor fuerza diré «Atráeme»; y que cuanto más se<br />
acerquen las <strong>alma</strong>s a mí (pobre trocito <strong>de</strong> hierro, si me alejase <strong>de</strong> la<br />
hoguera divina), más ligeras correrán tras los perfumes <strong>de</strong> su Amado.<br />
Porque <strong>un</strong> <strong>alma</strong> abrasada <strong>de</strong> amor no pue<strong>de</strong> estarse inactiva. Es cierto<br />
que, como santa María Magdalena, permanece a los pies <strong>de</strong> Jesús,<br />
escuchando sus palabras dulces e inflamadas. Parece que no da nada,<br />
pero da mucho más que Marta, que anda inquieta y nerviosa con muchas<br />
cosas y quisiera que su hermana la imitase.<br />
Lo que Jesús censura no son los trabajos <strong>de</strong> Marta. A trabajos como ésos<br />
se sometió humil<strong>de</strong>mente su divina Madre durante toda su vida, pues tenía<br />
que preparar la comida <strong>de</strong> la Sagrada Familia. Lo único que Jesús quisiera<br />
corregir es la inquietud <strong>de</strong> su ardiente anfitriona.<br />
Así lo entendieron todos los santos, y más especialmente los que han<br />
llenado el <strong>un</strong>iverso con la luz <strong>de</strong> la doctrina evangélica. ¿No fue en la<br />
oración don<strong>de</strong> san Pablo, san Agustín, san Juan <strong>de</strong> la Cruz, santo Tomás<br />
<strong>de</strong> Aquino, san Francisco, santo Domingo y tantos otros amigos ilustres <strong>de</strong><br />
Dios bebieron aquella ciencia divina que cautivaba a los más gran<strong>de</strong>s<br />
genios?<br />
Un sabio <strong>de</strong>cía: «Dadme <strong>un</strong>a palanca, <strong>un</strong> p<strong>un</strong>to <strong>de</strong> apoyo, y levantaré el<br />
m<strong>un</strong>do».