manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Por fin pu<strong>de</strong> respirar tranquila en <strong>un</strong>a capilla que había <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l altar<br />
mayor, y allí me quedé <strong>un</strong> largo rato rezando con fervor, en espera <strong>de</strong> que<br />
la lluvia cesase y nos <strong>de</strong>jase salir.<br />
Al salir, papá me hizo admirar la belleza <strong>de</strong>l edificio, que al estar vacío<br />
parecía mucho mayor. Pero a mí sólo <strong>un</strong>a i<strong>de</strong>a me ocupaba el<br />
pensamiento, y no podía encontrarle gusto a nada.<br />
Fuimos directamente a ver al Sr. Révérony, que estaba informado <strong>de</strong><br />
nuestra llegada y que había fijado él mismo la fecha <strong>de</strong>l viaje; pero estaba<br />
ausente. Así que tuvimos que andar errando por las calles, que me<br />
parecieron muy tristes.<br />
Por fin, volvimos cerca <strong>de</strong>l obispado, y papá me llevó a <strong>un</strong> hotel en el que<br />
no hice honor al buen cocinero.<br />
Mi pobre papaíto me <strong>de</strong>mostraba <strong>un</strong>a ternura casi increíble. Me <strong>de</strong>cía que<br />
no me preocupase, que seguro que Monseñor me conce<strong>de</strong>ría lo que iba a<br />
pedirle.<br />
Después <strong>de</strong> <strong>de</strong>scansar <strong>un</strong> poco, volvimos en busca <strong>de</strong>l Sr. Révérony.<br />
Llegó al mismo tiempo que nosotros <strong>un</strong> señor, pero el Vicario general le<br />
pidió cortésmente que esperara y nos hizo entrar a nosotros primero en su<br />
<strong>de</strong>spacho (el pobre señor tuvo tiempo <strong>de</strong> aburrirse, pues nuestra visita fue<br />
larga).<br />
El Sr. Révérony se mostró muy amable, pero creo que le sorprendió<br />
mucho el motivo <strong>de</strong> nuestro viaje. Después <strong>de</strong> mirarme sonriente y <strong>de</strong><br />
hacerme alg<strong>un</strong>as preg<strong>un</strong>tas, nos dijo: «Voy a presentarles a Monseñor,<br />
tengan la bondad <strong>de</strong> acompañarme». Y al ver brillar lágrimas en mis ojos,<br />
añadió: «¡Pero bueno!, estoy viendo diamantes... ¡No po<strong>de</strong>mos<br />
enseñárselos a Monseñor...!»<br />
Nos hizo atravesar varios aposentos muy amplios, adornados [54vº] con<br />
retratos <strong>de</strong> obispos. Viéndome en aquellos enormes salones, me sentía<br />
como <strong>un</strong>a pobre hormiguita y me preg<strong>un</strong>taba qué me atrevería a <strong>de</strong>cirle a<br />
Monseñor.<br />
El estaba paseando por <strong>un</strong>a galería con dos sacerdotes. Vi que el Sr.<br />
Révérony le <strong>de</strong>cía <strong>un</strong>as palabras y volvía con él. Nosotros lo esperábamos<br />
en su <strong>de</strong>spacho, don<strong>de</strong> había tres enormes sillones colocados <strong>de</strong>lante <strong>de</strong><br />
la chimenea en la que chisporroteaba <strong>un</strong> buen fuego.