manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
querida Leonia, que había vuelto <strong>de</strong> la Visitación hacía alg<strong>un</strong>os meses, me<br />
colmaba como nadie <strong>de</strong> besos y caricias.<br />
Sólo <strong>de</strong> Celina no he dicho nada. Pero ya pue<strong>de</strong>s imaginarte, Madre<br />
querida, cómo transcurrió la última noche en que dormimos j<strong>un</strong>tas...<br />
En la mañana <strong>de</strong>l gran día, tras echar <strong>un</strong>a última mirada a los Buisson<strong>net</strong>s,<br />
nido cálido <strong>de</strong> mi niñez que ya no volvería a ver, partí <strong>de</strong>l brazo <strong>de</strong> mi<br />
querido rey para subir a la montaña <strong>de</strong>l Carmelo...<br />
Al igual que la víspera, toda la familia se re<strong>un</strong>ió para escuchar la santa<br />
Misa y recibir la com<strong>un</strong>ión. En cuanto Jesús bajó al corazón <strong>de</strong> mis<br />
parientes queridos, ya no escuché a mi alre<strong>de</strong>dor más que sollozos. Yo fui<br />
la única que no lloró, pero sentí latir mi corazón con tanta fuerza, que,<br />
cuando vinieron a <strong>de</strong>cirnos que nos acercáramos a la puerta claustral, me<br />
parecía imposible dar <strong>un</strong> solo paso. Me acerqué, sin embargo, pero<br />
preg<strong>un</strong>tándome si no iría a morirme, a causa <strong>de</strong> los fuertes latidos <strong>de</strong> mi<br />
corazón... ¡Ah, qué momento aquél! Hay que pasar por él para<br />
enten<strong>de</strong>rlo...<br />
Mi emoción no se tradujo al exterior. Después <strong>de</strong> abrazar a todos los<br />
miembros <strong>de</strong> mi familia querida, me puse <strong>de</strong> rodillas ante mi incomparable<br />
padre, pidiéndole su bendición. Para dármela, también él se puso <strong>de</strong><br />
rodillas, y me bendijo llorando...<br />
¡El espectáculo <strong>de</strong> aquel anciano ofreciendo su hija al Señor, cuando aún<br />
estaba en la primavera <strong>de</strong> la vida, tuvo que hacer sonreír a los ángeles...!<br />
Pocos instantes <strong>de</strong>spués, se cerraron tras <strong>de</strong> mí las puertas <strong>de</strong>l arca santa<br />
y recibí los abrazos <strong>de</strong> las hermanas queridas que me habían hecho <strong>de</strong><br />
madres y a las que en a<strong>de</strong>lante tomaría por mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> mis actos...<br />
Por fin, mis <strong>de</strong>seos se veían cumplidos. Mi <strong>alma</strong> sentía <strong>un</strong>a PAZ tan dulce<br />
y tan prof<strong>un</strong>da, que no acierto a [69vº] <strong>de</strong>scribirla. Y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace siete años<br />
y medio esta paz íntima me ha acompañado siempre, y no me ha<br />
abandonado ni siquiera en medio <strong>de</strong> las mayores tribulaciones.<br />
Como a todas las postulantes, inmediatamente <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mi entrada, me<br />
llevaron al coro. Estaba en penumbra, porque estaba expuesto el<br />
Santísimo, y lo primero que atrajo mi mirada fueron los ojos <strong>de</strong> nuestra<br />
santa Madre Genoveva, que se clavaron en mí. Estuve <strong>un</strong> momento<br />
arrodillada a sus pies, dando gracias a Dios por el don que me concedía<br />
<strong>de</strong> conocer a <strong>un</strong>a santa, y luego seguí a nuestra Madre María <strong>de</strong> Gonzaga<br />
a los diferentes lugares <strong>de</strong> la com<strong>un</strong>idad. Todo me parecía maravilloso. Me