manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
gran número <strong>de</strong> cruces. Y me sentí in<strong>un</strong>dada <strong>de</strong> tan gran<strong>de</strong>s consuelos,<br />
que los consi<strong>de</strong>ro como <strong>un</strong>a <strong>de</strong> las mayores gracias <strong>de</strong> mi vida.<br />
El sufrimiento se convirtió en mi sueño dorado. Tenía <strong>un</strong> hechizo que me<br />
fascinaba, a<strong>un</strong> sin acabar <strong>de</strong> conocerlo. Hasta entonces, había sufrido sin<br />
amar el sufrimiento; a partir <strong>de</strong> ese día, sentí por él [36vº] <strong>un</strong> verda<strong>de</strong>ro<br />
amor.<br />
Sentía también el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> no amar más que a Dios y <strong>de</strong> no hallar alegría<br />
fuera <strong>de</strong> él. Con frecuencia, durante las com<strong>un</strong>iones, le repetía estas<br />
palabras <strong>de</strong> la Imitación: «¡Oh, Jesús, dulzura infinita, cámbiame en<br />
amargura todos los consuelos <strong>de</strong> la tierra...!» Esta oración brotaba <strong>de</strong> mis<br />
labios sin esfuerzo y sin dificultad alg<strong>un</strong>a. Me parecía repetirla, no por<br />
propia vol<strong>un</strong>tad, sino como <strong>un</strong>a niña que repite las palabras que le inspira<br />
<strong>un</strong> amigo...<br />
Más a<strong>de</strong>lante te diré, Madre querida, cómo tuvo a bien Jesús hacer<br />
realidad mi <strong>de</strong>seo y cómo sólo él fue siempre mi dulzura inefable. Si te<br />
hablase <strong>de</strong> ello ahora, tendría que anticipar el relato <strong>de</strong> mis años <strong>de</strong><br />
juventud, y aún me quedan por contar muchos <strong>de</strong>talles <strong>de</strong> mi vida <strong>de</strong> niña.<br />
------------------------------------------------------------------------<br />
Confirmación<br />
Poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mi primera com<strong>un</strong>ión entré <strong>de</strong> nuevo en ejercicios<br />
espirituales para la confirmación. Me preparé con gran esmero para recibir<br />
la visita <strong>de</strong>l Espíritu Santo. No entendía cómo no se cuidaba mucho la<br />
recepción <strong>de</strong> este sacramento <strong>de</strong> amor. Normalmente, para la<br />
confirmación sólo se hacía <strong>un</strong> día <strong>de</strong> retiro. Pero como Monseñor no pudo<br />
venir para el día fijado, tuve el consuelo <strong>de</strong> pasar dos días <strong>de</strong> soledad.<br />
Para distraernos, la profesora nos llevó al Monte Casino, don<strong>de</strong> cogí a<br />
manos llenas margaritas gigantes para la fiesta <strong>de</strong>l Corpus.<br />
¡Qué gozo sentía en el <strong>alma</strong>! Al igual que los apóstoles, esperaba jubilosa<br />
la visita <strong>de</strong>l Espíritu Santo... Me alegraba al pensar que pronto sería <strong>un</strong>a<br />
cristiana perfecta, y, sobre todo, que iba a llevar eternamente marcada en<br />
la frente la cruz misteriosa que traza el obispo al administrar este<br />
sacramento...<br />
Por fin, llego el momento feliz. No sentí ningún viento impetuoso al<br />
<strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r el Espíritu Santo, sino más bien aquella brisa tenue cuyo<br />
susurro escuchó Elías en el monte Horeb...