manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
¡Qué dulce fue para mí, Madre querida, volverte a ver y abrirte mi pobre<br />
<strong>alma</strong> herida! ¡A ti, que sabías compren<strong>de</strong>rme tan bien; a ti, a quien bastaba<br />
<strong>un</strong>a palabra o <strong>un</strong>a mirada para adivinarlo todo!<br />
Me abandoné con entera confianza. Había hecho todo lo que <strong>de</strong>pendía <strong>de</strong><br />
mí, todo, hasta hablarle al Santo Padre; por lo que ya no sabía qué más<br />
tenía que hacer. Tú me dijiste que escribiese a Monseñor, recordándole su<br />
promesa. Lo hice enseguida lo mejor que supe, pero en <strong>un</strong>os términos que<br />
a nuestro tío le parecieron <strong>de</strong>masiado [67vº] ingenuos. El rehizo la carta.<br />
Cuando yo iba a echarla al correo, recibí <strong>un</strong>a tuya, diciéndome que no<br />
escribiese, que esperase <strong>un</strong>os días más. Obe<strong>de</strong>cí enseguida, pues estaba<br />
segura <strong>de</strong> que ésa era la mejor forma <strong>de</strong> no equivocarme.<br />
Por fin, diez días antes <strong>de</strong> Navidad, ¡salió mi carta! Plenamente<br />
convencida <strong>de</strong> que la respuesta no se haría esperar, todas las mañanas<br />
iba a correos con papá <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> misa, pensando encontrar allí el<br />
permiso para echarme a volar; pero cada mañana me traía <strong>un</strong>a nueva<br />
<strong>de</strong>cepción, que sin embargo no hacía vacilar mi fe...<br />
Pedía a Jesús que rompiese mis ataduras. Y las rompió, pero <strong>de</strong> <strong>un</strong>a<br />
forma totalmente diferente a como yo esperaba... Llegó la fiesta <strong>de</strong><br />
Navidad, y Jesús no <strong>de</strong>spertó... Dejó en el suelo a su pelotita, sin echarle<br />
siquiera <strong>un</strong>a mirada...<br />
Al ir a la Misa <strong>de</strong> Gallo llevaba roto el corazón. ¡Tenía tantas esperanzas<br />
<strong>de</strong> asistir a ella tras las rejas <strong>de</strong>l Carmelo...!<br />
Esta prueba fue muy dura para mi fe. Pero Aquel cuyo corazón vela<br />
mientras él duerme me hizo compren<strong>de</strong>r que él obra auténticos milagros y<br />
cambia la montañas <strong>de</strong> lugar en favor <strong>de</strong> quienes tienen <strong>un</strong>a fe como <strong>un</strong><br />
grano <strong>de</strong> mostaza, pero que con sus íntimos, con su Madre, él no hace<br />
milagros hasta haber probado su fe. ¿No <strong>de</strong>jó morir a Lázaro, a pesar <strong>de</strong><br />
que Marta y María le habían hecho saber que estaba enfermo...? Y en las<br />
bodas <strong>de</strong> Caná, cuando la Virgen le pidió que ayudara a los anfitriones,<br />
¿no le contestó que todavía no había llegado su hora...? Pero <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
la prueba, ¡qué recompensa! ¡El agua se convierte en vino...! ¡Lázaro<br />
resucita...!<br />
Así actuó Jesús con su Teresita: <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberla probado durante<br />
mucho tiempo, colmó todos los <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> su corazón...<br />
Por la tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> aquel radiante día <strong>de</strong> fiesta, que yo pasé llorando, fui a<br />
visitar a las carmelitas. Me llevé <strong>un</strong>a gran sorpresa cuando, al abrir la [68rº]