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manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net

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encontraba ayuda alg<strong>un</strong>a en la tierra, que me parecía <strong>un</strong> <strong>de</strong>sierto agostado<br />

y sin agua. Sólo en Dios tenía puesta toda mi esperanza... Acababa <strong>de</strong><br />

conocer por experiencia que vale más recurrir a él que a sus santos...<br />

La tristeza <strong>de</strong> mi <strong>alma</strong> no fue obstáculo para que pusiese <strong>un</strong> gran interés<br />

en los santos lugares que visitábamos.<br />

En Florencia tuve la dicha <strong>de</strong> contemplar a santa María Magdalena <strong>de</strong><br />

Pazzis, colocada en medio <strong>de</strong>l coro <strong>de</strong> las carmelitas, que nos abrieron la<br />

reja. Como no sabíamos que íbamos a disfrutar <strong>de</strong> tal privilegio, y muchas<br />

personas <strong>de</strong>seaban hacer tocar sus rosarios en el sepulcro <strong>de</strong> la santa, no<br />

había nadie más que yo que pudiese pasar la mano por entre la reja que<br />

nos separaba <strong>de</strong> él. Por eso, todos me traían sus rosarios, y yo me sentía<br />

muy orgullosa <strong>de</strong> mi oficio...<br />

Siempre tenía que encontrar la forma <strong>de</strong> tocarlo todo. Así, en la iglesia <strong>de</strong><br />

la Santa Cruz <strong>de</strong> Jerusalén (en Roma) pudimos venerar varios fragmentos<br />

<strong>de</strong> la verda<strong>de</strong>ra Cruz, dos espinas y <strong>un</strong>o <strong>de</strong> los sagrados clavos,<br />

encerrado en <strong>un</strong> magnífico relicario <strong>de</strong> oro labrado, pero sin cristal, por lo<br />

que, al venerar la sagrada reliquia, encontré la forma <strong>de</strong> pasar mi <strong>de</strong>dito<br />

por <strong>un</strong>a [66vº] <strong>de</strong> las aberturas <strong>de</strong>l relicario y pu<strong>de</strong> tocar el clavo que bañó<br />

la sangre <strong>de</strong> Jesús...<br />

La verdad es que era <strong>de</strong>masiado atrevida... Por suerte, Dios, que conoce<br />

el fondo <strong>de</strong> los corazones, sabe que mi intención era pura y que por nada<br />

<strong>de</strong>l m<strong>un</strong>do hubiera querido <strong>de</strong>sagradarle. Me portaba con él como <strong>un</strong> niño<br />

que piensa que todo le está permitido y mira como suyos los tesoros <strong>de</strong> su<br />

padre.<br />

Todavía hoy sigo sin compren<strong>de</strong>r por qué en Italia se excomulga tan<br />

fácilmente a las mujeres. A cada paso nos <strong>de</strong>cían: «¡No entréis aquí... No<br />

entréis allá, que quedaréis excomulgadas...!» ¡Pobres mujeres! ¡Qué<br />

<strong>de</strong>spreciadas son...! Sin embargo, ellas aman a Dios en número mucho<br />

mayor que los hombres, y durante la pasión <strong>de</strong> Nuestro Señor las mujeres<br />

tuvieron más valor que los apóstoles, pues <strong>de</strong>safiaron los insultos <strong>de</strong> los<br />

soldados y se atrevieron en enjugar la Faz adorable <strong>de</strong> Jesús...<br />

Seguramente por eso él permite que el <strong>de</strong>sprecio sea su lote en la tierra,<br />

ya que lo escogió también para sí mismo... En el cielo <strong>de</strong>mostrará<br />

claramente que sus pensamientos no son los <strong>de</strong> los hombres, pues<br />

entonces los últimos serán los primeros...<br />

Más <strong>de</strong> <strong>un</strong>a vez, durante el viaje, no tuve la paciencia <strong>de</strong> esperar al cielo<br />

para ser la primera... Un día en que visitábamos <strong>un</strong> convento <strong>de</strong> Padres

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