manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
¡Pero eso no era más que vanidad y aflicción <strong>de</strong> espíritu...! Me venía con<br />
frecuencia a la memoria el capítulo <strong>de</strong> la Imitación en que se habla <strong>de</strong> las<br />
ciencias. Pero, no obstante, yo encontraba la forma <strong>de</strong> seguir, diciéndome<br />
a mí misma que, estando en edad <strong>de</strong> estudiar, ningún mal había [47rº] en<br />
hacerlo.<br />
No creo haber ofendido a Dios (a<strong>un</strong>que reconozco que perdí inútilmente el<br />
tiempo), pues sólo le <strong>de</strong>dicaba <strong>un</strong> número limitado <strong>de</strong> horas, que no quería<br />
rebasar, a fin <strong>de</strong> mortificar mi <strong>de</strong>seo exacerbado <strong>de</strong> saber...<br />
Estaba en la edad más peligrosa para las chicas. Pero Dios hizo conmigo<br />
lo que cuenta Ezequiel en sus profecías: «Al pasar j<strong>un</strong>to a mí, Jesús vio<br />
que yo estaba ya en la edad <strong>de</strong>l amor. Hizo alianza conmigo, y fui suya...<br />
Extendió su manto sobre mí, me lavó con perfumes preciosos, me vistió <strong>de</strong><br />
bordados y me adornó con collares y con joyas sin precio... Me alimentó<br />
con flor <strong>de</strong> harina, miel y aceite en ab<strong>un</strong>dancia... Me hice cada vez más<br />
hermosa a sus ojos y llegué a ser como <strong>un</strong>a reina...»<br />
Sí, Jesús hizo todo eso conmigo. Podría repetir esas palabras que acabo<br />
<strong>de</strong> escribir y <strong>de</strong>mostrar que todas ellas, <strong>un</strong>a por <strong>un</strong>a, se han realzado en<br />
mí; pero las gracias que he referido más arriba son ya prueba suficiente <strong>de</strong><br />
ello. Sólo voy a hablar <strong>de</strong>l alimento que me dio «en ab<strong>un</strong>dancia».<br />
------------------------------------------------------------------------<br />
La Imitación y Arminjon<br />
Des<strong>de</strong> hacía mucho tiempo yo me venía alimentando con «la flor <strong>de</strong><br />
harina» contenida en la Imitación. Este era el único libro que me ayudaba,<br />
pues no había <strong>de</strong>scubierto todavía los tesoros escondidos en el Evangelio.<br />
Me sabía <strong>de</strong> memoria casi todos los capítulos <strong>de</strong> mi querida Imitación, y<br />
ese librito no me abandonaba n<strong>un</strong>ca; en verano lo llevaba en el bolsillo, y<br />
en invierno en el manguito, era ya <strong>un</strong>a costumbre. En casa <strong>de</strong> mi tía se<br />
divertían mucho a costa <strong>de</strong> eso, y abriéndolo al azar, me hacían recitar el<br />
capítulo que tenían ante los ojos.<br />
A mis 14 años, con mis <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> saber, Dios pensó que era necesario<br />
añadir a «la flor <strong>de</strong> harina miel y aceite en ab<strong>un</strong>dancia». Esa miel y ese<br />
aceite me los hizo encontrar en las charlas <strong>de</strong>l Sr. abate Arminjon sobre el<br />
fin <strong>de</strong>l m<strong>un</strong>do presente y los misterios <strong>de</strong> la vida futura. Este libro se lo<br />
habían prestado a papá mis queridas carmelitas; por eso, contra mi [47vº]<br />
costumbre (pues yo no leía los libros <strong>de</strong> papá), le pedí permiso para leerlo.