manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
manuscritos autobiográficos (historia de un alma) - Catholic.net
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
para mí como obtener <strong>un</strong> p<strong>un</strong>to menos. También me dabas vales, y<br />
cuando había re<strong>un</strong>ido <strong>un</strong> cierto número <strong>de</strong> ellos conseguía <strong>un</strong> recompensa<br />
y <strong>un</strong> día <strong>de</strong> asueto. Recuerdo que esos días [14rº] se me hacían mucho<br />
más largos que los otros, cosa que a ti te agradaba pues era señal <strong>de</strong> que<br />
no me gustaba estar sin hacer nada.<br />
------------------------------------------------------------------------<br />
Delica<strong>de</strong>zas <strong>de</strong> papá<br />
Todas la tar<strong>de</strong>s me iba a dar <strong>un</strong> paseíto con papá. Hacíamos j<strong>un</strong>tos <strong>un</strong>a<br />
visita al Santísimo Sacramento, visitando cada día <strong>un</strong>a nueva iglesia. Fue<br />
así como entré por vez primera en la capilla <strong>de</strong>l Carmelo. Papá me enseñó<br />
la reja <strong>de</strong>l coro, diciéndome que al otro lado había religiosas. ¡Qué lejos<br />
estaba yo <strong>de</strong> imaginarme que nueve años más tar<strong>de</strong> iba a encontrarme yo<br />
entre ellas...!<br />
Terminado el paseo (durante el cual papá me compraba siempre <strong>un</strong><br />
regalito <strong>de</strong> cinco o diez céntimos), volvía a casa. Hacía entonces los<br />
<strong>de</strong>beres, y <strong>de</strong>spués me pasaba todo el resto <strong>de</strong>l tiempo brincando en el<br />
jardín en torno a papá, pues no sabía jugar a las muñecas. Una cosa que<br />
me encantaba era preparar tisanas con semillas y cortezas <strong>de</strong> árbol que<br />
encontraba por el suelo; luego se las llevaba a papá en <strong>un</strong>a linda tacita;<br />
nuestro pobre papaíto suspendía su trabajo y, sonriendo, hacía como que<br />
bebía, y antes <strong>de</strong> <strong>de</strong>volverme la taza me preg<strong>un</strong>taba (como a hurtadillas) si<br />
había que tirar el contenido; alg<strong>un</strong>as veces yo le <strong>de</strong>cía que sí, pero la<br />
mayoría <strong>de</strong> ellas volvía a llevarme mi preciosa tisana para que me sirviese<br />
para más veces...<br />
Me gustaba cultivar mis florecitas en el jardín que papá me había regalado.<br />
Me entretenía levantando altarcitos en <strong>un</strong> hueco que había en medio <strong>de</strong> la<br />
tapia; cuando terminaba, corría a buscar a papá y arrastrándole <strong>de</strong>trás <strong>de</strong><br />
mí le <strong>de</strong>cía que cerrase bien los ojos y que no los abriera hasta que yo se<br />
lo mandase. El hacía todo lo que yo quería y se <strong>de</strong>jaba conducir ante mi<br />
jardincito. Entonces yo gritaba: «¡Papá, abre los ojos!» El los abría [14vº] y,<br />
por complacerme, se quedaba extasiado, admirando lo que a mí me<br />
parecía toda <strong>un</strong>a obra <strong>de</strong> arte...<br />
Si quisiera contar otras mil anécdotas <strong>de</strong> esta índole que se agolpan en mi<br />
memoria, n<strong>un</strong>ca terminaría... ¿Cómo relatar todas las caricias que «papá»<br />
prodigaba a su reinecita? Hay cosas que siente el corazón y que ni la<br />
palabra ni siquiera el pensamiento pue<strong>de</strong>n expresar...<br />
¡Qué hermosos eran para mí los días en que mi rey querido me llevaba<br />
con él a pescar! ¡Me gustaban tanto el campo, las flores y los pájaros! A