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Descargar libro - Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau

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mayor se enfermaba […] el santo venía y <strong>de</strong>cía: «Hijo, voy a salir,<br />

voy a trabajar.» Y ya cuando iba a tu casa ya llevaba todo lo que había<br />

que hacer […] Ese Ogún <strong>de</strong> <strong>la</strong> difunta Sosa, ¡óyeme! Pasó y me <strong>de</strong>cía:<br />

«Compadre, vamos.» Digo: «Ay, viejo, yo no…» «Compadre vamos,<br />

que yo lo necesito.» Yo me iba con él, entonces, a trabajar a <strong>la</strong> persona<br />

esa que estaba enferma, que hoy no se hace. Hoy no se hace eso. Que<br />

si tú no le das el fu<strong>la</strong> no hay nada, ni para enfermo ni para nada.<br />

Nos re<strong>la</strong>ta Felicia <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> sabiduría <strong>de</strong> sus 88 años y el conocimiento<br />

religioso que le dio su barrio, don<strong>de</strong> nació, se crió, se casó, tuvo<br />

sus hijos, hizo santo y pasa su vejez. Al pronunciarse sobre <strong>la</strong> calidad<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> religión en nuestros días, los mayores suelen subrayar algunos <strong>de</strong><br />

los factores que están socavando estas prácticas: el mercantilismo, el<br />

<strong>de</strong>sprestigio, <strong>la</strong> falta <strong>de</strong> seriedad.<br />

Sin embargo, no cesan <strong>de</strong> crecer, como en todo el país. Nuevamente<br />

un «mayor» reflexiona, esta vez sobre <strong>la</strong> manera en que los «nuevos»<br />

llevan su vida religiosa: «Yo fui al pueblo y vi una muchacha jovencita<br />

<strong>de</strong> iyawó. ¡Oye! Cuando se montó en el carro con su chal, sus col<strong>la</strong>res,<br />

su todo, yo dije: “¡Oye, yo tengo mi col<strong>la</strong>r y yo soy <strong>de</strong> color, y no estoy<br />

escondiendo mi col<strong>la</strong>r. El mío también va para afuera!”.»<br />

La inserción cada día más frecuente <strong>de</strong> personas b<strong>la</strong>ncas en <strong>la</strong>s religiones<br />

<strong>de</strong> origen africano pareciera confirmar lo que los santos venían<br />

anunciando: «La cosa viene <strong>de</strong>sarrollándose ahora mucho más. Fíjate<br />

que Ogún <strong>de</strong> padrino, mi padrino Valentín Alfonso, me <strong>de</strong>cía: “Niña,<br />

apúrense que los b<strong>la</strong>ncos les van a coger <strong>la</strong>s cosas a uste<strong>de</strong>s.” Ogún <strong>de</strong>cía<br />

eso hace cincuenta años atrás», cuenta Julia. Y entre los más jóvenes y<br />

muy conocedores, como Alejito, algunos comentarios cobran valor <strong>de</strong><br />

reflexión: «Entonces todo el mundo no se hacía santo. Ahora el santero<br />

está hoy como rosita <strong>de</strong> maíz en un cal<strong>de</strong>ro, traqueteando ahí. Todo el<br />

mundo es santero. Los b<strong>la</strong>ncos se han cogido <strong>la</strong> religión para ellos, y<br />

perdónenme, porque yo también soy b<strong>la</strong>nco.»<br />

Con re<strong>la</strong>tos venidos <strong>de</strong> tres siglos, el hilo <strong>de</strong> <strong>la</strong> historia se tejió con<br />

múltiples voces y en todos los colores.<br />

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09/10/2003, 08:52:35 p.m.

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