Pulsa aquà para seguir leyendo el libro en ... - La Web Cristiana
Pulsa aquà para seguir leyendo el libro en ... - La Web Cristiana
Pulsa aquà para seguir leyendo el libro en ... - La Web Cristiana
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
168A partir de <strong>en</strong>tonces, Judas empezó a buscar la oportunidad de <strong>en</strong>tregar a su Maestro. Jesús,que no quería ser crucificado <strong>en</strong> otro mom<strong>en</strong>to más que durante los días de la Pascua, m<strong>en</strong>cionódurante la c<strong>en</strong>a la próxima traición de uno de los doce.El diablo ya había puesto <strong>en</strong> <strong>el</strong> corazón de Judas este designio criminal. Cuando <strong>el</strong> Señordeclaró solemnem<strong>en</strong>te: uno de vosotros me va a <strong>en</strong>tregar, cada discípulo empezó a preguntarle:¿Soy yo, Maestro?Pedro le hizo a Juan una señal <strong>para</strong> que se lo preguntara a Jesús. Cristo respondió de unamanera <strong>en</strong>igmática que <strong>el</strong> traidor pondría la mano con Él <strong>en</strong> <strong>el</strong> plato y que era a él a qui<strong>en</strong> Él iba a darle<strong>el</strong> bocado escogido; <strong>en</strong> otras palabras, que se trataba de uno de sus íntimos, con <strong>el</strong> que compartía supan.Sin duda, Jesús y Judas estaban a punto de mojar <strong>el</strong> pan <strong>en</strong> <strong>el</strong> plato común, sigui<strong>en</strong>do lacostumbre ori<strong>en</strong>tal. Jesús mojó <strong>el</strong> trozo de pan que t<strong>en</strong>ía <strong>en</strong> la mano y lo dio a Judas, que también lepreguntó: ¿Soy yo, Maestro?Jesús le respondió: Tú lo has dicho. En este mom<strong>en</strong>to los discípulos no compr<strong>en</strong>dieron <strong>el</strong>s<strong>en</strong>tido preciso de esta respuesta. Cuando Jesús añadió: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto,supusieron que <strong>el</strong> Señor estaba ord<strong>en</strong>ando al tesorero que se diera prisa a comprar las cosasnecesarias <strong>para</strong> la fiesta, o a dar algo <strong>para</strong> los pobres.El traidor fue apresuradam<strong>en</strong>te a reunirse con los principales sacerdotes. Había participado de lac<strong>en</strong>a, con <strong>el</strong> resto de los doce, pero salió inmediatam<strong>en</strong>te después de haber recibido <strong>el</strong> bocado. Es unaconstante. Si si<strong>en</strong>tes la necesidad de hacer algo con urg<strong>en</strong>cia, primero fíjate muy bi<strong>en</strong>. El Espíritu Santono nos impulsa jamás a hacer cosas sin tomarnos todo <strong>el</strong> tiempo necesario, antes. El <strong>en</strong>emigo, sí.El r<strong>el</strong>ato de Lucas pres<strong>en</strong>ta los incid<strong>en</strong>tes de la c<strong>en</strong>a <strong>en</strong> un ord<strong>en</strong> difer<strong>en</strong>te, <strong>para</strong> hacer destacar<strong>el</strong> contraste <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> estado de ánimo de Cristo y <strong>el</strong> de los discípulos. Después de la partida de Judas,cambió <strong>el</strong> tono de la conversación.Acabada la c<strong>en</strong>a, Jesús condujo a los once al huerto de Getsemaní. Judas acudió allí con unamultitud de hombres armados de espadas y bastones; habían sido <strong>en</strong>viados por los jefes r<strong>el</strong>igiosos y porlos ancianos d<strong>el</strong> pueblo.Judas había conv<strong>en</strong>ido con los soldados que les señalaría a quién t<strong>en</strong>ían que pr<strong>en</strong>dersaludándolo con un beso. El traidor se ad<strong>el</strong>antó y dio un beso a Jesús, a qui<strong>en</strong> los soldados arrestaron.Al día sigui<strong>en</strong>te, Judas había cambiado de ánimo.Vi<strong>en</strong>do que Jesús había sido cond<strong>en</strong>ado y que iba a ser ejecutado, se dio cu<strong>en</strong>ta de lamonstruosidad de su crim<strong>en</strong>, y fue a ver a los principales sacerdotes diciéndoles: He pecado<strong>en</strong>tregando sangre inoc<strong>en</strong>te, y queri<strong>en</strong>do devolver <strong>el</strong> dinero.Su conci<strong>en</strong>cia no estaba tan <strong>en</strong>durecida como la de los jefes r<strong>el</strong>igiosos, que, después de haberlepagado <strong>para</strong> que cometiera aqu<strong>el</strong>la traición, le volvieron la espalda, dici<strong>en</strong>do: ¿Qué nos importa anosotros? ¡Allá tú!Judas, <strong>en</strong>tonces, arrojó las piezas de plata <strong>en</strong> <strong>el</strong> Templo, y se fue <strong>para</strong> ahorcarse. Cayó decabeza, y su cuerpo rev<strong>en</strong>tó, desparramándose todas sus <strong>en</strong>trañas. El apóstol Pedro cita <strong>en</strong> su discursolos pasajes proféticos de los Salmos 69:25 y 109:8.