Pulsa aquà para seguir leyendo el libro en ... - La Web Cristiana
Pulsa aquà para seguir leyendo el libro en ... - La Web Cristiana
Pulsa aquà para seguir leyendo el libro en ... - La Web Cristiana
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
47manera clásica d<strong>el</strong> mundo secular. Mi Dios, mi fe y yo p<strong>el</strong>eábamos una de esas bu<strong>en</strong>as batallas que noshan sido profetizadas, aunque yo no lo sabía <strong>en</strong> ese mom<strong>en</strong>to.Un poco porque lo de mi padre era más previsible y otro poco (O mucho), porque los hijosvarones t<strong>en</strong>emos más apego a la madrecita, cuando sucedió lo de <strong>el</strong>la, por mom<strong>en</strong>tos s<strong>en</strong>tí que todaesa fuerza nueva que había conocido me abandonaba.Para colmo, <strong>en</strong> su funeral no había, (Al m<strong>en</strong>os yo así lo creía), pres<strong>en</strong>cia de ningún crey<strong>en</strong>tereal. Había, sí, mucho r<strong>el</strong>igioso d<strong>el</strong> credo oficial que hablaban de responsos, misas y todo un bagaje decosas que ni mi madre (Y mucho m<strong>en</strong>os mi padre) hubieran deseado. Así que puedo decirte que se fueespiritualm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> sil<strong>en</strong>cio. Sólo yo oraba como podía, siempre y cuando no me atragantara con mislágrimas.Pero cuando estábamos llevando su féretro ya d<strong>en</strong>tro de las instalaciones d<strong>el</strong> cem<strong>en</strong>terio,algui<strong>en</strong> (Creo que fue una mujer de cierta edad), se puso a mi lado, sólo me tomó levem<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> brazo yme dijo: “¡Animo! ¡Dios no te ha abandonado! ¡Sólo tómate más fuerte de su mano!Algo me ocurrió por d<strong>en</strong>tro. Fue como si una bocanada de aire fresco y oxíg<strong>en</strong>o puro me hubierainundado los pulmones. Giré <strong>para</strong> mirar con agradecimi<strong>en</strong>to a esa mujer de palabras tan simples ycontund<strong>en</strong>tes pero no la pude volver a ver.Es más: jamás supe qui<strong>en</strong> era, pese a averiguarlo cada vez con mayor interés. En más de unaocasión me pregunté a mí mismo si realm<strong>en</strong>te existió, fue fruto de mi imaginación o…un áng<strong>el</strong> que llegóa traerme consu<strong>el</strong>o.Allí pude apr<strong>en</strong>der <strong>en</strong> carne propia la significación de esa palabra tan usada, tan mal<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dida,tan vapuleada y tan tergiversada: consu<strong>el</strong>o. Y tanto me sirvió que, tres meses después, cuando <strong>el</strong> otroautor de mis días partió de este mundo, mi reacción interior fue muy difer<strong>en</strong>te a la primera.Y no porque mis afectos fueran distintos o porque ya estuviera vacío de dolores. Era como si pord<strong>en</strong>tro tuviera una fuerza, una confianza, una m<strong>en</strong>te y un s<strong>en</strong>tir cargado de pot<strong>en</strong>cia, de esperanza y detodo un bagaje de cosas inexplicables. Eso es lo que yo podría d<strong>en</strong>ominar: <strong>el</strong> fruto d<strong>el</strong> consu<strong>el</strong>o.<strong>La</strong> vida siguió su curso y me llevó, <strong>en</strong> más de una ocasión, a visitar alguna sala de v<strong>el</strong>atorios porcausa de la muerte de alguna persona conocida, algún miembro de la congregación a la que asistía osimplem<strong>en</strong>te por razones laborales. A difer<strong>en</strong>cia de mi época anterior a Cristo y también a difer<strong>en</strong>cia dealgunos r<strong>el</strong>igiosos que dic<strong>en</strong> llamarse hermanos, siempre pude decir algo que al otro le sirviera deconsu<strong>el</strong>o.Entonces, ya <strong>en</strong> medio de mi trabajo <strong>para</strong> <strong>el</strong> Reino de Dios, com<strong>en</strong>cé a <strong>en</strong>contrar que cuando setrata de consolación, no debemos limitar la expresión al Espíritu Santo, al que también conocemos como<strong>el</strong> Consolador. Porque pasó mucho tiempo y bastante agua debajo de los pu<strong>en</strong>tes, desde los funeralesde mis padres, hasta que pude <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der que <strong>La</strong> Palabra de Dios, conlleva necesariam<strong>en</strong>te consu<strong>el</strong>o.Y no ese consu<strong>el</strong>o lacrimóg<strong>en</strong>o con <strong>el</strong> cual podemos respaldar y, como se dice <strong>en</strong> Arg<strong>en</strong>tina,“hacerle <strong>el</strong> aguante” a personas, sino también un consu<strong>el</strong>o lineal, profético, estructural y divino que, contoda simpleza y naturalidad, sale de la boca de Dios <strong>para</strong> llegar a tus oídos y tu corazón.Porque todos conocemos las frases hechas con molde que la g<strong>en</strong>te utiliza <strong>en</strong> estos casos: “Mimás s<strong>en</strong>tido pésame”, “Le acompaño <strong>en</strong> <strong>el</strong> s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to”, “Lo lam<strong>en</strong>to mucho” y otras por <strong>el</strong> estilo que, atodas luces, evid<strong>en</strong>cian oratoria pura, hueca y vacía.