11.07.2015 Views

Pulsa aquí para seguir leyendo el libro en ... - La Web Cristiana

Pulsa aquí para seguir leyendo el libro en ... - La Web Cristiana

Pulsa aquí para seguir leyendo el libro en ... - La Web Cristiana

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

99Mi padre tomaba con humor todas esas cosas, y contaba que cuando ya era más grande,fabricaba <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos diversos a los cuales les daba movilidad, con la finalidad de distraer y hacer reír <strong>en</strong>medio de la solemnidad de esos servicios litúrgicos, a las jov<strong>en</strong>citas que asistían a <strong>el</strong>los.Mi madre, por su parte, era más afín a los mandatos d<strong>el</strong> catolicismo romano. Era la mayor decuatro mujeres que constituían, junto con los abu<strong>el</strong>os, toda su familia. Era la abu<strong>el</strong>a, obviam<strong>en</strong>te, qui<strong>en</strong>comandaba la tropa litúrgica, ya que a mi abu<strong>el</strong>o sólo pudieron conv<strong>en</strong>cerlo de ponerse un saco, unacorbata e ir a la iglesia tres veces <strong>en</strong> su vida: <strong>en</strong> los tres matrimonios de sus hijas m<strong>en</strong>ores.Mis padres, por las causas que antes te r<strong>el</strong>até de la muerte de mi desconocida abu<strong>el</strong>a paterna,nunca pasaron a b<strong>en</strong>decir su matrimonio <strong>en</strong> ningún templo. Debo decirte que, quizás porque luego iba anacer yo, mi Señor los protegió de todos modos, ya que fueron f<strong>el</strong>ices y vivieron <strong>en</strong> armonía, cosa qu<strong>en</strong>o siempre sucedió con algunas de mis tías.Entonces, yo fui formado espiritualm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> ese ambi<strong>en</strong>te, que no sería <strong>el</strong> más indicado, desd<strong>el</strong>uego, pero como solemos decir <strong>en</strong> mi tierra, “era lo que había”. Y así fui adquiri<strong>en</strong>do dudosos“conocimi<strong>en</strong>tos” y un gran sinnúmeros de vicios paganos o sincréticos con pintura r<strong>el</strong>igiosa o cristiana.Entre estos últimos vicios nocivos, <strong>el</strong> de la adoración de las imág<strong>en</strong>es. Te confieso que nunca mecayó bi<strong>en</strong> eso de arrodillarte d<strong>el</strong>ante de una estatua, mojar los dedos <strong>en</strong> agua b<strong>en</strong>dita, hacerse la señalde la cruz, tocar alguna parte de la estatua <strong>en</strong> cuestión y luego besarte los dedos.Ya sé que te debe haber causado una sonrisa leer esto, pero te reirías mucho m<strong>en</strong>os si tecontara <strong>el</strong> tiempo que me llevó rechazar <strong>en</strong> oración y cortar con todas las ligaduras demoníacascontraídas por imperio de estas idolatrías que, además de ser diabólicas, también t<strong>en</strong>ían visospayasescos y hasta ridículos.Entre las imág<strong>en</strong>es d<strong>el</strong> culto habitual no podía faltar, obviam<strong>en</strong>te, la de “la virg<strong>en</strong>cita”. ¿Y por qu<strong>el</strong>e llamaban “virg<strong>en</strong>cita” y no virg<strong>en</strong>, a secas? Y…porque la estatuilla era pequeña, ¿Enti<strong>en</strong>des? Otrabarbaridad mayúscula que nadie, pero absolutam<strong>en</strong>te nadie con dos dedos de fr<strong>en</strong>te <strong>para</strong> p<strong>en</strong>sar,podría aceptar sin cuestionami<strong>en</strong>tos, tal como lo hicimos toda nuestra g<strong>en</strong>eración.Para mi <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to de niño y luego preadolesc<strong>en</strong>te, la virg<strong>en</strong>cita no era ni podía ser unasimple mujer con una larga falda. Era esa estatuilla triangular que me habían pres<strong>en</strong>tado como tal,aunque sin explicarme <strong>en</strong> ninguna clase de educación sexual que pepinillos significaba eso de servirg<strong>en</strong>. Era ya bastante crecido cuando supe que virginidad no t<strong>en</strong>ía absolutam<strong>en</strong>te nada que ver conestatua. ¡Castradores m<strong>en</strong>tales!Y fue bastante tiempo después que com<strong>en</strong>cé a conocer a todas las demás virg<strong>en</strong>citas d<strong>el</strong>planeta. Que, inexplicablem<strong>en</strong>te y salvo honrosas excepciones, no eran otras señoras con los mismosméritos de la leg<strong>en</strong>daria María, sino <strong>el</strong>la misma aunque con características distintas y hasta con ropadifer<strong>en</strong>te. ¡Otra barbaridad of<strong>en</strong>siva <strong>para</strong> la m<strong>en</strong>te humana!Porque una cosa es la fe, que es la indescifrable e irracional certeza de lo que se espera yconvicción de lo que no se ve, y otra cosa muy distinta estas nov<strong>el</strong>escas repres<strong>en</strong>taciones conpersonajes de dudosa credibilidad que, digamos la verdad, lo único que lograron fue convertirse <strong>en</strong>reales y verdaderas fábricas de ateos.No obstante, <strong>en</strong> esa confusa etapa de mi vida pseudo espiritual, apr<strong>en</strong>dí una práctica que <strong>en</strong>tr<strong>el</strong>os católicos romanos es más que abundante: hacer promesas y luego esforzarse <strong>para</strong> cumplirlas. ¿Quépromesas? Todas <strong>en</strong> s<strong>en</strong>tido de canje. Virg<strong>en</strong>: si tú me das esto, yo haré aqu<strong>el</strong>lo.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!