12.07.2015 Views

Panace@ Revista de Medicina y Traducción - Tremédica

Panace@ Revista de Medicina y Traducción - Tremédica

Panace@ Revista de Medicina y Traducción - Tremédica

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

El lápiz <strong>de</strong> EsculapioLa revisión médicaJoaquín Valls Arnau *La revisión médica anual <strong>de</strong> la empresa estaba organizadacomo una gymkana. La pasaban en grupos <strong>de</strong> veinte,los hombres en diferentes fechas que las mujeres. Nada másllegar, y antes <strong>de</strong> enfrentarse a la primera prueba, tenían quecumplimentar un cuestionario que contenía preguntas muypersonales relacionadas con enfermeda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> todo tipo, hábitossexuales, consumo <strong>de</strong> tabaco, alcohol u otras drogas.La mayoría mentía a discreción, confesando por ejemplofumar y beber bastante menos <strong>de</strong> lo que en realidad lo hacía.No era el caso <strong>de</strong> Olegario. Este, un administrativo <strong>de</strong>mediana edad recién contratado y que acudía a la revisiónpor vez primera, se había tomado el doble <strong>de</strong> tiempo quelos <strong>de</strong>más en rellenar el impreso y lo había hecho sudandola gota gorda.Después <strong>de</strong> entregar el formulario los hacían entrar enunos cubículos. Allí <strong>de</strong>bían <strong>de</strong>snudarse <strong>de</strong> cintura para arribay ponerse una bata blanca, que a la mayoría les llegaba por elombligo. Poco antes <strong>de</strong> las nueve se encontraban ya concentradosen la sala <strong>de</strong> espera, vestidos con aquella prenda mínimacomo si <strong>de</strong> una convención <strong>de</strong> camareros se tratase. De pronto,alguien advirtió que tan solo eran diecinueve y que por tantofaltaba uno. Dos compañeros se dirigieron hacia la única puertaque permanecía cerrada y llamaron con los nudillos. Tras unossegundos <strong>de</strong> tensa espera, por fin Olegario se <strong>de</strong>cidió a abrir,asomó la cabeza y se los quedó mirando sin <strong>de</strong>cir nada, muyazorado. Aunque intentaba ocultar el resto <strong>de</strong>l cuerpo, lo conseguíatan sólo a medias: todos pudieron ver que llevaba puesta labata y que iba completamente <strong>de</strong>snudo <strong>de</strong> cintura para abajo.Jugando a médicosA<strong>de</strong>más, me voy a chivar a mis padres, y también a los tuyos,cuando me los encuentre por la escalera. Y no pongas esacara, porque esta vez va en serio. Ellos pensando que estamoshaciendo los <strong>de</strong>beres, aquí encerrados, y mientras tanto vas túy conviertes mi cuarto en un consultorio médico. Aunque enrealidad no es que eso me importe. Lo que ya no soporto esque sigas aplazando por más tiempo esa prometida operación<strong>de</strong> apendicitis, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> cuatro martes seguidos explorandohasta el último pliegue <strong>de</strong> mi piel. Y encima, cobrándome porcada visita. ¡Anda, opérame y no contaré nada!La guardiaEra domingo. Salió <strong>de</strong>l hospital a las nueve <strong>de</strong> la mañana,<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una noche relativamente tranquila. Dirigió suspasos hacia la parada <strong>de</strong>l autobús, con ganas <strong>de</strong> llegar a casay meterse en la cama. Mientras iba caminando, pensaba quesu cuerpo empezaba ya a resentirse <strong>de</strong> los prolongados turnos<strong>de</strong> guardia, que por algún extraño motivo tanto le gustabandurante los primeros años.Se disponía a sentarse bajo la marquesina cuando <strong>de</strong>pronto sintió que una mano huesuda le asía la muñeca, altiempo que una voz áspera le or<strong>de</strong>naba: «Dame todo lo quetengas». Ella, intentando aparentar serenidad, extrajo <strong>de</strong>lbolso el mone<strong>de</strong>ro, lo abrió y le dijo: «Mira, solo llevo sieteeuros con veinte y la tarjeta <strong>de</strong>l bus». Él revolvió, nervioso,el <strong>de</strong>partamento <strong>de</strong> los billetes, don<strong>de</strong> únicamente halló sucre<strong>de</strong>ncial <strong>de</strong> doctora. Tras lo cual y con una media sonrisa,le <strong>de</strong>volvió el mone<strong>de</strong>ro con su exiguo contenido y se alejó<strong>de</strong> allí renqueando.Durante la siguiente guardia, <strong>de</strong> madrugada, trajeron a unchico inconsciente. Cuando se acercó a él para tomarle el pulso,le vio bastante más <strong>de</strong>macrado. Pero todavía pudo reconoceren su rostro un esbozo <strong>de</strong> aquella última sonrisa que dossemanas atrás le había <strong>de</strong>dicado.* Funcionario y gerente <strong>de</strong> un organismo público, Barcelona (España). Dirección para correspon<strong>de</strong>ncia: vallsaj@diba.cat.<strong>Panace@</strong>. Vol. XII, n. o 33. Primer semestre, 2011 121

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!