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203 Dic - Scherzo

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D I S C O SSKALKOTTAS-TOURNEMIRELos tres conciertos dodecafónicos parapiano de Nikos Skalkottas fueron anterioresal Concierto para piano de Schönberg,y su Concierto nº 1 —compuesto enBerlín en 1931— es históricamente el primerconcierto para piano en la técnicadodecafónica. Se reúnen en este CD cuatroobras del compositor griego de avalestan relevantes, que por orden cronológico—que no es el seguido en el disco—nos ofrece el Concierto nº 2, obra de1937, escrita dentro de un personal métodododecafónico: en lugar de utilizar unasola serie maneja un grupo de ellas amodo de simientes temáticas mientrasque los segmentos de series sirven verticalmentecomo células armónicas periódicas.El piano tiene un papel relevante,de rico y amplio espectro expresivo, noen vano el autor fue un declarado partidariode este instrumento. De 1942 es labreve Pequeña suite para cuerdas, en laque cada uno de sus tres movimientospresenta una forma enteramente desarrolladapero forzosamente condensada: estáescrita en un idioma atonal libre, sinseries dodecafónicas. Sigue en el tiempoCuatro imágenes, de 1948 (aquí en primeragrabación mundial), pertenecienteal periodo último del compositor en quecompuso obras casi exclusivamente tonales,excepto en el último año de su existencia,como veremos en la composiciónque cierra el CD. Con la tonalidad, pues,entramos en el reino melódico, una líneamelódica de la mejor ley, con toques muypersonales y efectos orquestales de granbelleza. Finalmente, Tema con variaciones,de 1949, última composición de Skalkottas(en primera grabación mundial),está basada en un grupo de dieciséisseries dodecafónicas que aparecen en unorden fijo. También aquí demuestra tenerel autor un concepto personal de la forma,pues el tema mismo ya implica en síuna variación al ser la segunda mitad unarepetición variada de la primera donde larespuesta variada de la primera parte seconvierte en principal y viceversa. Enconjunto, estamos ante una música degran fuerza y vitalidad, provista ademásde una indudable belleza. El tratamientopersonal del dodecafonismo le permite aSkalkottas, lejos de cualquier dogmatismoo concepción reductora y asfixiante, serflexible y maniobrar dentro de unosamplios límites. Sin rigideces, repeticionesni monotonías, su obra está muy alejadade lo árido. Desmintiendo así tantotópico negativo y tanto prejuicio sobre elmundo del dodecafonismo. La muy solventeSinfónica de la BBC, bajo la batutade Christodoulou, es instrumento decisivoen el buen resultado de este CD.J.G.M.Evgeni MravinskiAPASIONANTE, PERTURBADOR98SHOSTAKOVICH: Sinfoníasnºs 5, 6, 7, 8, 10, 11, 12 y 15.El canto de los bosques.FILARMÓNICA DE LENINGRADO. Director: EVGENIMRAVINSKI.6 CD MELODIYA MEL CD 10 00770. ADD/stereoy mono. 425’50’’. Grabaciones: Leningrado, 1953(7), 1954 (5 y Bosques), 1959 (11), 1961 (8 y 12),1965 (15), 1972 (6), 1976 (10).Distribuidor: Diverdi. R PENo fueron abundantes las visitas anuestro país de Evgeni Mravinski con laFilarmónica de Leningrado. Los madrileñosrecordamos aquellos conciertos auspiciadospor Alfonso Aijón allá por laprimera mitad de los 80, los últimos añosde la vida del maestro, cuando dirigíasentado, desde lo alto de un taburete,sin batuta, con las manos, con lospuños. Impresionantes, conmovedores,turbadores aquellos Chaikovski, aquelProkofiev. Pero ¿y la Quinta de Shostakovich?Aquellas vacilaciones que teníamoscon respecto al movimiento finaldesaparecieron desde entonces. Era eso.No eran las masas revolucionarias enavance imparable, no era la autocríticade un compositor ante unos reprochessensatos de sus buenos camaradas. Noera una concesión después de tresespléndidos movimientos. No. Era aquellouna marcha escarnecedora, de sentidoprofundamente doloroso, pero nadatriunfal, nada exaltada, sino expresióndel aplastamiento de un hombre, un grupo,un pueblo, una sociedad. Pues bien,este álbum viene a darnos ese sentidoque veíamos en la Quinta de hace algomás de veinte años en el Teatro Real, ala sazón sala de conciertos.Atención: salvo el oratorio El cantode los bosques, se trata de obras únicamenteorquestales. No se incluye aquíninguna de las sinfonías vocales deShostakovich, no aparecen ni la Trece nila Catorce. Más atención: quien conozcaTestimonio, las memorias de Shostakovichrecogidas por Solomon Volkov,sabe que el compositor negaba queMravinski fuera su gran intérprete. Unolee con desazón esas páginas. Porqueahí están estos registros, y otrosmuchos, como testimonio del enormetalento de Mravinski para traducir aShostakovich en sonidos. Shostakovichy Mravinski fueron artistas cómplices yamigos durante casi tres décadas, perola cosa se rompió a principios de losaños 60, al parece porque Mravinski senegó a estrenar la Sinfonía nº 13. ¿Cuestionesreligiosas, acaso miedo, todavíaen plena época del deshielo de Jrushov?En la edición española, su autor, JoséLuis Pérez de Arteaga, añade más testimoniosal Testimonio, y aporta másdetalles sobre el lamentable distanciamientoentre ambos artistas.No es cuestión de referirnos demanera detallada al contenido de estosseis discos, no es cuestión de ponderarel estremecimiento que provocan esosinquietantes movimientos lentos, ni deevocar la angustia que inducen algunosallegros. No sorprenderá que nos fijemosespecialmente en esta Octava, queMravinski estrenó, que Mravinski grabóuna y otra vez, hasta esa referencia finalque es el registro de 1983. Pero el queaquí se incluye, anterior en 22 años, noes sino otra muestra más del magisterioinsuperable, por lo emotivo y lo inquietante,del grandísimo Mravinski y laorquesta de esa ciudad que ha vuelto allamarse San Petersburgo. Si por escribiresto hay que pedirle perdón al ánima deShostakovich, quién sabe si todavía atormentada,lo haremos con gran contrición,aunque sin arrepentimiento. En esemismo libro, Shostakovich desautorizacon razón a cierto musicólogo expertoen el propio Shostakovich; en rigor, loacusa de chivato, uno de tantos en unrégimen y una sociedad que los propiciabaa millones. Pero la descalificaciónde Mravinski, caramba, nos parece injustay, además, fuera de lugar. El creadores usted, Dimitri Dimitrevich, pero elgrandísimo intérprete de sus obras deusted fue Evgeni Mravinski, aunque yasabemos que no fue el único, en absoluto.Y aquí tenemos un álbum impagablepara demostrar lo que hacía Mravinskicon el sinfonismo de Shostakovich. Aunquefalten las primeras cuatro sinfonías(vocales dos de ellas, así que probablementefaltarían en cualquier caso), aunquefalte la Novena, estrenada en 1945por el propio Mravinski. Eso sí, hay dosausencias estruendosas: la Trece, concoro, y la Catorce, con soprano y bajo,estrenadas por Kondrashin y por Barshai;y hay que interpretarlas como indiciosclaros de esa lamentable enemistadde la década final del compositor. LaQuince la estrenó Maxim Dimitrevich en1972, en vida de su padre. Este registrode Mravinski es de 1976, ya fallecido elcompositor, y quién sabe si no es unareconciliación tras la muerte del genio yun regreso de Mravinski al Shostakovichque de veras le gustaba, el que no utilizabapalabras, poemas, textos en lasobras denominadas Snfonías.Santiago Martín Bermúdez

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