ACTUALIDADBILBAOLa ABAO se abre a nuevos repertoriosNEREIDASPalacio Euskalduna. 28-X-2005. Dvorák, Rusalka. Sondra Radvanovsky (Rusalka), Michael Myers (Príncipe), Larissa Diadkova(Jezibaba), Hans Peter König (Espíritu de las aguas), Lauren Flanigan (Princesa extranjera). Coro de Ópera de Bilbao. OrquestaSinfónica de Euskadi. Director musical: Jiri Kout. Director de escena: Jean Claude Berutti. Producción de la Ópera de Lyon.20BILBAOLarissa Diadkova y Sondra Radvanovsky en Rusalka de Dvorák en la ABAODaba la impresión haceunos pocos años de queel público bilbaíno desconfiabade los títulosque proviniesen de másallá de los Apeninos, mas loselogios superlativos que hanmerecido los últimos estrenosindican que se está procurandouna nueva tendencia,un interés por el repertoriomenos conocido en nuestraslatitudes. Así, el éxito deRusalka es una noticiaespléndida que reivindica lasapuestas audaces y contribuyedecididamente a impulsarel espacio que la lírica checaestá configurando en nuestropaís.Antonín Dvorák fuecapaz de aunar en su óperamás conocida influenciasdispares. Una atenta audiciónnos llevaría a descubrirlíneas melódicas, estructurasarmónicas e ideas para construirel discurso musicalheredadas de los autoresmás significativos del romanticismoalemán. También fueun hijo de su tiempo y de supaís, por lo que se esperabade él que fuese capaz deasumir el legado de BedrichSmetana para ahondar en ladefinición de una óperanacional checa; de ahí elempleo de la lengua vernáculay el respeto a la tradiciónfolclórica patria. Rusalkapresenta una orquestaciónmuy rica —no en vanoDvorák debe gran parte desu reconocimiento a su producciónsinfónica—, unaespléndida descripción deambientes y un melodismosentido y natural. Todo ellose integra en el mundo mágicoy fabuloso de una nereidadeseosa de conocer el reinode los hombres, enamoradade un príncipe que la rechaza.Éste acaba sintiendopesar, muriendo en los brazosde la ninfa mientras ellacamina hacia las aguas.Ese lago de agua naturalinmerso en un paisaje sugestivoy hermoso que vieronen escena los dos primerosactos proponía un espacioen el que parecía primar lovisualmente atractivo sobrelo mágico. Ya en el tercerose optó por crear tensión ycentrar el drama en los personajes,una idea tal vezacertada a la que pudo faltarhechizo y poesía. Con todo,el contraste entre los dosmundos —el místico del serelemental y el animado delser humano— quedó biendescrito.Pocas batutas ofrecentantas garantías en esterepertorio como la de JiriKout, quien ya triunfase enBilbao años atrás conJenufa. En efecto, el directorpraguense dio color a lamúsica, la impregnó de fantasíay obtuvo de los profesoresde la Orquesta Sinfónicade Euskadi un resultadoexcelso. La breve intervencióndel coro sirvió al bilbaínopara mostrar una vez mássu potencial, pues supo integrarsecon arte en ese universosonoro tan bien traducidopor Kout.Para mantener el nivel dela interpretación en cotaselevadas se contó con unlujoso elenco. La sopranoSondra Radvanovsky es dueñade una voz bella, libre deimpurezas, voluminosa ypastosa, arropada en larepresentación por un cantomelancólico muy atento almatiz, óptimo para dar vidaa la triste ondina. Su saludofinal mereció estruendosasovaciones. Fueron tambiénpoderosos y rotundos losmedios exhibidos por lamezzo Larissa Diadkova, notanto los del tenor MichaelMyers, un buen cantante einteresante artista limitadopor el escaso caudal del instrumento.Se debería alabarla creíble princesa extranjerade Lauren Flanigan, asícomo las extraordinariasprestaciones de Marta Ubieta,Tatiana Davidova y FranciscaBeaumont en la encarnaciónde las tres ninfas, quebien pudieron parecer unpersonaje de tres cabezaspor la compenetración quealcanzaron. Dejamos para elfinal la gran sorpresa de lanoche, en esta ocasión dadapor el Espíritu de las aguas.Y es que tras la imponente yenorme voz de Hans PeterKönig se descubre un intérpretesensible y musical quehizo justicia a las hermosaslíneas que Dvorák reserva aese duende de sentimientostan humanos. Su conmovedorcanto sumergió al oyenteen ese mundo que cuentanlas hadas, milagroso, encantadory fantástico.Asier Vallejo UgarteMoreno Esquibel
ACTUALIDADBILBAOCurtis defiende las óperas de HaendelTRABAJO BIEN HECHOTeatro Arriaga. 11-XI-2005. Haendel, Rodelinda. Emma Bell (Rodelinda), David Hansen (Bertarido), Filippo Adami(Grimoaldo), Romina Basso (Eduige), Gerald Thompson (Unulfo), Konstantin Wolff (Garibaldo). 12-XI-2005. Haendel,Lotario. Romina Basso (Lotario), Sonia Prina (Matilde), Cyrille Gerstenhaber (Adelaide), Daniele Maniscalchi (Berengario),Hilary Summers (Idalberto), Antonio Abete (Clodomiro). Il Complesso Barocco. Director: Alan Curtis.La programación de dosóperas de George FridericHaendel requería ciertogrado de valentía yaque, como es sabido, noson éstas del gusto de todoslos aficionados —muchosdicen encontrarlas monótonasy demasiado estáticas—y quienes las adoran esperansiempre que las interpretaciones,por infrecuentes,sean de altura. La presenciade Alan Curtis permitía confiaren que así iba a ser, puessu pasión por el repertoriooperístico del autor de ElMesías lo ha convertido enun garante de adecuaciónestilística, rigor filológico ybrillo. Así lo demuestran susúltimas incursiones en elterreno discográfico, entrelas que bien podría destacarseel sobresaliente registrode Rodelinda, una óperaestrenada en 1725 que seadhirió mediado el siglopasado a la relación de títuloshaendelianos entoncesrevividos. Es meritoria tambiénla labor del director ymusicólogo norteamericanode rescatar del olvido partiturastan interesantes comoLotario (1729), llevada al discoen fechas recientes y yaconocida en España tras suinclusión en el último Festivalde Úbeda.En Bilbao ambos títulos sepresentaron en versiones concertantessemidramatizadas.La formación Il ComplessoBarocco nos pareció un instrumentoapropiado para darluz a las lecturas de Curtis,pues fueron éstas tan fluidas yairosas como fácil y garbosoel decir de los jóvenes instrumentistasde aquélla. Losrepartos fueron sólidos, presentandoambos ciertas sorpresasagradables, especialmenteentre las féminas.En Rodelinda defraudó elcontratenor Gerald Thompson,más preocupado portransmitir algo de alegría queBILBAOALAN CURTISpor controlar una voz mate ydestimbrada. Recibieron buenosaplausos el maquiavélicoGaribaldo de KonstantinWolff, la notable Eduige deRomina Basso, el creíble Grimoaldode Filippo Adami yel hábil y entregado Bertaridodel veinteañero DavidHansen, éste algo apuradoen el aspecto vocal. Entusiasmóla británica Emma Bell enel papel titular, dado queademás de dominar la escenasupo adecuar su voz corpóreay extensa a una líneasensual y emotiva.En Lotario, la sopranoCyrille Gerstenhaber fue unaAdelaide digna aunque faltade brillo y expresión, convencióen sus arias el tenorDaniele Maniscalchi y cumplióel bajo Antonio Abete.Aquí reinaron, sin embargo,las damas del registro grave.La contralto Hilary Summersatesora gusto y musicalidad,pero la personalidad de Idalbertoes menos interesanteque la de Matilde, esa LadyMacbeth haendeliana a laque dio vida la también contraltoSonia Prina. Gustó suextraordinaria habilidad paraconjugar un timbre rotundoy oscuro con un canto ágil yagresivo al abordar las diabólicascoloraturas de suparte. El trío de reinas secompletaba con la mezzoRomina Basso, Eduige enRodelinda la noche anterior,ahora un Lotario espléndidopor medios vocales y artísticos.Incluso el semblante deAlan Curtis en el saludo finalnos pareció expresivo, puesen él se intuía la satisfacciónde quien disfruta haciendobien su trabajo.Asier Vallejo Ugarte21