D I S C O SREEDICIONES74GeminiLOS TESOROS DE EMIMuchísima y variadísima música laque nos ofrece el nuevo lanzamientode dobles compactos deEMI de la serie media Gemini (con subtítulosignificativo, The EMI Treasures) enversiones igualmente diversas tanto porconcepción de lo interpretado como porsu intrínseca calidad, y todo ello, comoya sabemos, reediciones, en buena parteprocedentes de una serie anterior muysimilar, Double Forte.Para no entrar en molestas y discutiblesclasificaciones de mejor a peor, iremosdando cuenta del presente lanzamientosiguiendo un orden más omenos cronológico de los autores aquíconvocados, de modo que empezaremospor Bach. Del venerado maestroalemán encontramos dos referenciasbien distintas. Por un lado tenemos lasSuites para violonchelo solo por Schiff ypor otro la Misa en si menor porJochum. Las Suites por Schiff (5 86534 2)merecen situarse entre las versionesmodernas más recomendables (Casalsestá en otra galaxia) por representar unaopción sensata y equilibrada, a mediocamino entre la tradición y el historicismo,acaso con tendencia manifiesta asituarse más cerca de esta últimacorriente pero sin obviar lo que grandesmaestros han dejado dicho de estas Suites.Además, queda en evidencia la cercaníade Schiff hacia la música contemporáneapor un rigor y una concepciónbachiana de lo más estilizada, primandolo abstracto aunque nunca se pierda elcarácter danzable de muchos de losmovimientos de estas geniales Suitesgrabadas en 1984. Cuatro años anteriores la versión de la Misa en si menor, porun Jochum de casi 78 años al que tansólo quedaban siete años de vida y encuya larga trayectoria destacó comogran bruckneriano, pero del quemuchos recordamos sus grabacionesbachianas como algo tan entrañablecomo monumental, intensamente expresivo,y de una profundidad que nosiempre hallamos cuando obras comoésta son abordadas en nuestros días.Con un equipo de solistas de lujo(Donath, Fassbaender, Ahnsjö, Hermanny Holl) y los efectivos corales y orquestalesde la radiodifusión bávara, Jochumnos ofrece aquí un Bach de esos detoda la vida que para muchos seráobviable (e incluso combatible) peroque a algunos, todavía hoy, nos inspirarespeto y es capaz de emocionarnos. Noes éste un Bach para todo el mundo,pero hubo un tiempo en que muchosaprendimos a Bach con grabaciones tanmaravillosas como ésta (5 86537 2).Después, escuchamos dos doblesvolúmenes con las Suites para teclado deHaendel (5 86540 y 5 86543 2) a cargode dos virtuosos de marcada personalidada los que el historicismo y la interpretaciónhistóricamente bien informada(y actualmente, ya, incluso, políticamentecorrecta) parece importarles unpimiento y, sencillamente, se encargande brindarnos un Haendel personalísimo,heterodoxo y, en más de unmomento, alucinante. Pura filigrana a lavez que puro nervio este Haendel deGavrilov y Richter. Completa minutaje,como quien no quiere la cosa, una sensacionalversión de la Sonata “La tempestad”de Beethoven por un Richter enestado de gracia. Y para heterodoxia (ysubjetividad, y escándalo de muchos) elHaendel de Beecham (5 86516 2), consu propia edición de Solomon y con unballet propio creado a partir de fragmentosde obras de Haendel titulado Love inBath. Beecham se despachó a gustocuando editó este Solomon: hizo cortesimportantes en la partitura, a la cualsometió a una revisión en profundidadque le llevó a sustituir la parte del contratenorpor un barítono, y a convertirun oratorio barroco en una poderosaobra coral victoriana de innegableaspecto romántico, con un incuestionableprotagonismo del coro y con unaorquesta suntuosa y espectacular, guiadospor una batuta caprichosa que ennuestros días sería, todo ello, una provocación.A este encantador e irreverentedespropósito le sigue el ballet de Beechamsobre fragmentos de Haendel quees más de Beecham que de Haendel, ycuya orquestación (sabia y colorista, porsupuesto) y efectismo en todos los sentidosresultan del todo extraños al espíritubarroco. Ahora bien, los oyentes abiertosa todo y sin complejos ni prejuicios,pasarán un buen rato con esta músicatan especial.Mucho más adecuados y respetuososcon la concepción original de lo interpretadoson las versiones de Marriner delas misas de Haydn a las que se añadeuna Cäcilienmesse con Gerhard Wilhelmigualmente interesante y muy, pero quemuy convincente, como el resto a cargode Marriner que cuenta con la participaciónde solistas de altura como sonVaness, Holl, Murray y Hendricks. Dosdobles compactos (5 86519 2 y 5 865462) que merecen la recomendación másentusiasta. Siguiendo con el clasicismonos encontramos con los Conciertospara violín y orquesta de Mozart más laSinfonía concertante K. 346 con Spivakoval violín y dirigiendo (y con Bashmeta la viola en la sinfonía). Versionesexcelentes e intachables que unosencontrarán algo asépticas por faltarlessubjetividad y que a otros les parecerántrasnochadas por romantizantes y porexceso de subjetividad; pero, la verdad,es que resultan de lo más equilibrado yson un muy buen Mozart, del todo disfrutable(5 86528 2). Igualmente interesantees el volumen dedicado a conciertosde trompa clásicos con algún acercamientoal barroco y alguna prudenteentrada en el primer romanticismo.Obras de Telemann, Cherubini, Förster,Weber, Leopold Mozart, los hermanosHaydn y Punto (pseudónimo de JohannW. Stich), con el gran Barry Tuckwellcomo solista y Marriner a la batuta (586558 2). Al llegar a Beethoven (Sinfoníasnºs 2 y 7, y Misa en do, más extractosde Las ruinas de Atenas) nos volvemosa encontrar con Beecham, que realizóestas grabaciones (5 86504 2) pocoantes de retirarse en 1960 para pasartranquilo el último año que le quedabade vida. las tomas proceden de entre1957 y 1959 y son de lo mejor de Beecham,que ya es decir (genial, sobretodo, la Séptima).Como es habitual en este tipo deseries, el romanticismo está bien nutridoy bien representado, de modo que tenemosversiones referenciales de obrasreligiosas de Rossini por Muti y Cleoburya la batuta (5 86552 2). Interesante elprograma Chopin por Garrick Ohlsson(5 86507 2) que es una de las sorpresasdel presente lanzamiento (pianista buenísimodesconocido para muchos,incluido el que suscribe). Más piano,ahora de Liszt, por tres pianistas distintos(Earl Wild, David Wilde y Sylvia Kersenbaum)en el que hay originales y transcripciones,de modo que en un par decompactos (5 86522 2) puede apreciarsela riqueza y la diversidad creativa y estilísticadel maestro húngaro. Todo un festivalGrieg, con Barbirolli, Berglund,Beecham y Tortelier, que abordan obrasorquestales de lo más popular del compositornórdico (sin Peer Gynt) a las quecabe añadir ocho piezas líricas en la versióndel pianista Daniel Adni (5 865132), y que es muy recomendable. Ahorabien, al llegar a Chaikovski (Sinfoníasnºs 2 y 6, más Francesca da Rimini yRomeo y Julieta) nos encontramos conuna joya, con un Giulini inspiradísimo
D I S C O SREEDICIONES(tomas de entre 1956 y 1959) al frente dela Philharmonia Orchestra (5 86531 2) alque todo elogio es poco (sobre todo laPatética es de libro). Igualmente apetecibleresulta la integral de Debussy yRavel para dos pianos y piano a cuatromanos (con Béroff y Collard), a la quese añaden obras de Bizet y Dukas parala misma formación (5 86510 2), y elmuy representativo programa Barber (586561 2) con lo más célebre de esteautor en versiones de interés (Slatkin,Oliveira…). Gardelli y Marriner hacen loque pueden (que es mucho) con el efectismodel Respighi orquestal más popular(5 86549 2), y nombres ilustres comoKontarsky, Gervase de Peyer, Béroff,Donohoe y Rattle se unen en un sensacionalprograma Messiaen (Turangalîla,Cuarteto y Le merle noir) que es la mejorintroducción para los recién llegados aeste autor (5 86525 2). Y para terminar,el famoso doble compacto con obras deRavi Shankar que cuenta con la entusiastadefensa del propio Shankar, de Previn,de Mehta, de Rampal, de Menuhin yotros (5 865555 2), un disco al que nuncaestá de más volver a visitar.Josep PascualNaxos HistoricalGRANDES ARTISTAS DE LA PRIMERA MITAD DEL XXCon regularidad casi metronómicaprosigue Naxos (distribuidor: Ferysa)su exploración y edición de losregistros de los grandes artistas cuyosderechos han pasado a dominio público,transcurridos 50 años desde su realización.Tres CD dedicados al violonchelo,otros tantos al piano y uno al violín formanesta nueva remesa. Joseph Szigeti,nombre familiar en estas crónicas, reaparececon un programa integrado por Conciertosde Tartini y Bach. Szigeti fue unbuen violinista, un artista de gran categoríay un incansable investigador de nuevosrepertorios, pero en ninguno de estosregistros se halla en forma óptima. Lasdos transcripciones de Conciertos parateclado de Bach aquí incluidas tuvieron, abuen seguro, interés mucho mayor en suépoca que hoy. Sorprende sobremaneraque Szell se prestase, en 1954, a dirigir elarreglo de G. Schreck del Concierto paraclave BWV 1056, enfático e hinchadomás allá de lo tolerable; mucho mejorresulta el de Reitz del Concierto en remenor BWV 1052, y con cierta emociónse escucha al maestro Carl Flesch haciendode segundo violín en el Doble ConciertoBWV 1043, en el que dirige WalterGoehr, al igual que en el Concierto deTartini, que completa este CD (8.110979,grabaciones: 1937-54).Recientemente comenté en estaspáginas tres CDs dedicados a Casals; laserie continúa ahora con otros dos. Elprimero de ellos incluye una muy emotivaversión del Concierto de Elgar, con laOrquesta de la BBC y Boult en 1945 yun Kol Nidrei de Bruch de altísimo nivel,con la Sinfónica de Londres y LandonRonald (1936) por fin completo: Casalslo había grabado ya en precedentes ocasiones,pero con cortes. Bastan estos dosregistros, históricos en el pleno sentidode la palabra, para recomendar un CD(8.110305, grabaciones: 1936-45) queincluye otros dos frustrantes, especialmenteconsiderando lo corto que es ellegado de Casals en obras grandes: elConcierto en do mayor de Haydn —sinel final, no grabado— y el de Boccherinien si bemol mayor, en el (des)arreglo deGrützmacher. Pero aun con estas limitaciones,Casals sigue siendo un paradigmade cómo hacer música con un violonchelo.En el otro CD lo escuchamosen obras breves, grabadas para laColumbia americana en 1916, a menudocon fuerte ruido de fondo, y en 1920. Denuevo es preciso recordar lo que significóCasals para el violonchelo en la época:la excepcional calidad de su sonido,engalanado por un vibrato trabajadísimoy muy personal, el legato comprable alde los mejores artistas vocales de la época,la capacidad de hacer cantar al chelocon una expresividad aun hoy asombrosa(Canción de la estrella vespertina, deTannhäuser), todo ello era inusitado en1916 (8.110986). Y una gratísima novedad,para cerrar el capítulo de cuerda: elgran chelista ucraniano Gregor Piatigorski,en un atractivo programa. Dosespléndidas versiones de los Conciertosde Schumann y del Primero de Saint-Saëns enmarcan un sugerente recital deminiaturas. Aquél, bellamente dirigidopor Barbirolli en 1934 a la London Philharmonic;éste, con un intensísimo Reinery la Sinfónica RCA en 1950. Uno yotro muestran a un gran artista, con unaimponente presencia sonora, apoyadaen su bello timbre, cálido y noble, estupendamenteproyectado y, como sucedíacon Casals, poseedor de una comunicatividadextraordinaria, que se ratificaen el recital de doce piezas cortas, en elque colabora muy bien Ralph Berkowitzal piano. La magia evocadora de Piatigorskise recrece en las piezas eslavas deRubinstein (la célebre Melodía en fa),Rachmaninov (bellísima Vocalise), Rimski-Korsakovy Chaikovski, de este último,un Vals sentimental op. 51, nº 6realmente memorable. Gran artista Piatigorski,capaz de lo mejor tanto en el formatopequeño como el grande.(8.111069, grabaciones: 1943-1950).En el capítulo de teclado, dejemosconstancia de los volúmenes 10 y 11 quecompletan la serie dedicada a Schnabelcomo intérprete de la música para pianosolo de Beethoven: el primero con lasVariaciones Op. 34 y 35 (Heroica), lasBagatelas op. 33, la Fantasía en sol op.77, Para Elisa y otras obras breves; elsegundo, con las Variaciones Diabelli,las Bagatelas op. 126 y el Rondó op. 129(8.110764 y 65, grabaciones: 1937-38).También Schnabel se movía con el mismoacierto en ambos formatos; las versionesaquí incluidas son todas admirablesy ambos discos se recomiendan sinla menor reserva, al igual que el dedicadoa William Kapell (1922-1953) pianistade corta carrera, truncada por un accidenteaéreo. Kapell grabó un buenpuñado de discos que RCA publicó hacepocos años en un álbum antológico. Salvoerror, este es el segundo volumenque le consagra Naxos, e incluye unexcelente Concierto nº 2 de Beethoven,dirigido por Golschmann en 1946, laSonata para chelo op. 19 de Rachmaninov,con Edmund Kurtz (1947) y unadeliciosa antología de Valses de Schubert(8.110767). Una variada representacióndel arte de Kapell que, con 30 años omenos era un artista completo, técnica ymusicalmente, destinado a convertirseen uno de los grandes del teclado en elsiglo XX. Recordémosle con estos estupendosregistros que, como los demáscitados en este comentario, gozan delreprocesado ejemplar de Mark Obert-Thorn y de Ward Marston. Según eshabitual en esta serie histórica, se ofrecencomentarios muy informativos sobrelos artistas y su legado fonográfico deTully Potter, Jonathan Summers y BrianThompson. Salvo el CD dedicado a Szigeti,y aun considerando las limitacionesexpuestas sobre los dos en que figuraCasals, recomendabilidad general.Roberto Andrade75