D O S I E RVEINTE AÑOS DE MÚSICA EN ESPAÑAVIVA LA GENTELos españoles merecemos una nota alta a la vista de las mejoras habidas en la educación musical en losúltimos veinte años. Hay que felicitarse, pero también respirar hondo y reconocer lo mucho que queda poravanzar. En el plano político, pese a los visibles avances de diversas administraciones públicas, algunosgobiernos no han estado a la altura de las circunstancias.130Yanira es una joven violinista que ha estudiado cuatroaños en la Guildhall School of Music and Drama y queahora viaja de vez en cuando a Londres para dar unaclase con su profesora, a la que profesa una evidenteadmiración. SCHERZO no celebra en este número su125 aniversario, como la Guildhall, sino “sólo” 20 añosde trayectoria. Cuando salió a la calle el primer númerode SCHERZO, Yanira tenía cuatro añitos. Podríamosimaginar cómo sus padres, en la isla de La Palma, pensaronun día que sería bueno que su hija aprendiese a tocar uninstrumento. La matricularon en la Academia Insular deMúsica, hoy Escuela, y desde entonces la chica no ha parado.De la pequeña escuela de música pasó al Conservatoriode Tenerife, después al de Madrid y después a Londres. Hatocado tres años en la JONDE y lo que más le apetece ahoraes encontrar un trabajo de profesora en una escuela demúsica, con lo que el círculo se cierra y a la vez se abrepara que nuevas “yaniras”, en este curso o en el siguiente,se acerquen por primera vez al violín, al trombón, al cantoo a la batería, y echen a volar su imaginación sobre quéharán con la música cuando sean mayores.Han sido veinte años decisivos para Yanira y paramucha gente que ha visto cómo aumentaban sus opcionesa la hora de acercarse a la música como profesionales ycomo aficionados, como intérpretes y como público, comoprofesores y como alumnos. No cabe duda de que en estosveinte años la educación musical ha mejorado en muchosniveles. De hecho, uno de los principales avances ha sido elde abrir el número de opciones y de niveles dentro de laeducación musical. Hoy se puede estar en contacto con lamúsica de muchas y nuevas formas: hay cientos de escuelasde música en las que los alumnos son mayoritariamente aficionados,ha crecido muy visiblemente el número de conservatorios,se imparte la asignatura de música a lo largo detoda la enseñanza obligatoria, las universidades incluyencursos de música dentro de su oferta de cursos de humanidades,ha aumentado el número de coros, de auditorios, deorquestas, conciertos, tiendas de discos, etc. La democraciaha traído consigo esta democratización de la enseñanza yde la cultura musical, que ha consistido en que hoy el menúde posibilidades es más amplio y responde mejor a lo quequeremos como sociedad.EDUCACIÓNDe todos los coloresEl balance, por lo tanto, no puede sino ser optimista. Sintriunfalismos, pero optimista. De hecho, titulamos estebalance con un explícito “viva la gente” porque este evidenteimpulso ha nacido, principalmente, de las personas. Lanecesidad de mejorar, en el sentido más amplio, el acceso ala cultura y al conocimiento ha sido el motor de los cambios,y algunos frenos, algunas lentitudes o cierta desidia hanvenido de los gobiernos, grandes y pequeños, de algunosministerios y de algunas consejerías o ayuntamientos que hanmirado para otro lado cuando toda la sociedad les pedía quemirasen al frente. No se puede pintar, ni mucho menos, uncuadro en blanco y negro, porque una de las grandesmejoras del acceso a la educación musical la hanprotagonizado los políticos: numerosos ayuntamientos, amenudo pequeños, han creado, con el apoyo de losgobiernos autonómicos, unas bien merecidas escuelas demúsica. También hay numerosos casos en los que losciudadanos han mostrado los dientes a ciertos cambiospolíticos que con el tiempo se ha visto que iban por el buencamino. Un ejemplo claro de esto es el actual deportenacional consistente en denostar la LOGSE, como si una leyde educación pudiera cambiar hasta el sabor del gazpacho. Siestá usted inquieto, preocupado, quede con un grupo deamigos y critique la LOGSE. Verá qué a gusto se queda. En elcampo de la música, la LOGSE supuso la entrada de laasignatura de música en la enseñanza obligatoria por lapuerta grande, un avance artístico que muchos paísesdesarrollados no han alcanzado y que se debe sopesar bienantes de despreciarlo con la vehemencia con la que algunoslo hacen. También recuerdo cómo alguna escuela de músicapasó por momentos difíciles, con los vecinos más queenfadados y en contra, cuando hoy todos se felicitan yenorgullecen de su centro.Organicemos, por lo tanto, estos veinte años en algunasparcelas, un tanto artificiales pero convenientes para teneruna imagen de un periodo tan prolongado y prolífico ennovedades.Arte y leyEs habitual oír decir que importa poco a la gente enterarsede cómo son las leyes por dentro, y cualquiera entiendeque leer el BOE no es una de las cosas más entretenidasque hay, pero lo cierto es que los cambios legislativos hanabierto puertas y ventanas en un entorno legislativo en elque hacían falta grandes cambios, porque nuestro marcolegal venía de la época de Franco, y a veces de la época delbisabuelo de Franco. Las leyes son como los zapatos: llegael día en que ya no valen suelas nuevas y hay que comprarunos nuevos. Por otra parte, la importancia de los cambioslegales se ve cuando es tarde y la ausencia de legislaciónentorpece o impide aquello que a todos nos parecería razonable.Hay muchos ejemplos, pero insistiré en uno que meimporta especialmente: los aspirantes a profesores de música,como los de idiomas o deportes, deberían ser, lógicamente,personas que han pasado una prueba de aptitudes yactitudes, y no alumnos que han sacado la nota x en selectividad.Si aspira usted a ministra o ministro de educación,acuérdese de esto por favor cuando acceda al cargo, porquenos haría a todos un gran favor.Los interesados en leer un análisis histórico y meticulosodel desarrollo de las leyes y normas referidas a educaciónmusical deben dirigirse a la serie de artículos publicadospor Elisa Roche en diversos números de la revista DoceNotas (www.docenotas.com), que describen con gran detallequé ha pasado en la educación musical desde el puntode vista normativo.Dentro del mundo de la educación musical se ha criticadocon mucha dureza la LOGSE, pero pocos quieren reconocerque el esfuerzo de trabajo realizado en aquellos añospor diferentes equipos ministeriales está aún por igualar.
D O S I E RVEINTE AÑOS DE MÚSICA EN ESPAÑAIndependientemente de los criterios y de la orientación ideológica,ha habido gobiernos que han puesto medios paratrabajar en este campo mientras que otros han sido preocupantementeineficaces. Los cambios que había que acometereran de gran envergadura, porque heredábamos un sistemalegal muy anticuado y había que inventar uno nuevo. Despuésde aquello, el PP hizo un verdadero alarde de pasividady de incompetencia, llegando a aprobar toda una nuevaley que ninguneaba a un importante sector de la enseñanzade la música al no dignarse ni siquiera a mencionarlo.Atrás queda un esfuerzo normativo que dio lugar, porejemplo, a una nueva regulación del Grado Superior deMúsica, es decir, los estudios que hay que cursar para dedicarseprofesionalmente a la interpretación, composición,enseñanza, etc. De nuevo, las críticas son abundantes, perorara vez tienen en cuenta el gran paso dado para que estosestudios dejaran de ser un auténtico esperpento conceptualdentro del sistema educativo general. Los españoles ya notenemos que ir explicando por el mundo esa rareza de quela carrera de piano dura diez años, ni otras lindezas de lasque nos ha librado una decisión política valiente, si bienhoy es fácil decir que era evidente. Sería interesante proponeruna vuelta a cómo era exactamente el plan de estudiosderogado y ver cómo reaccionarían los que tan poco aprecianel actual.Los últimos pasos del PSOE son, por el contrario,decepcionantes, sobre todo cuando se comparan con losque el mismo partido tuvo el valor de dar en circunstanciasmenos favorables que las que hoy vivimos. Al lado deaquellos grandes pasos, alla Arantxa Argüelles, estos noson ni pasitos de chotis. Tal vez las circunstancias permitanhoy menos cambios fulgurantes, pero hemos visto recientementeque la práctica totalidad de los Premios Nacionalesde Música consideraban miope y carente de ambición elplanteamiento gubernamental de la nueva ley de educaciónpara la enseñanza superior de la música.Obligatoria, especial o superiorLa enseñanza de la música se reparte, a grandes rasgos, entres sectores: el de los colegios/institutos, el de las escuelasde música y conservatorios, y el de la enseñanza superioren conservatorios/escuelas superiores y universidades. Entodos ellos los cambios son notables y las mejoras visibles.Sin embargo, al ser un sector sujeto a las disposiciones legales,a los vaivenes políticos o a la distribución territorial decompetencias, pocos de los protagonistas del sector semuestran abiertamente satisfechos. Esa falta de satisfaccióntiene algo de predisposición crónica a la queja, algo quedesde estas páginas hemos querido siempre combatir. Nohay nada más dañino para el sector de las enseñanzas artísticasque las actitudes victimistas basadas en prejuicios yconceptos manoseados. A menudo estas quejas provienende personas, grupos o instituciones que se sirven de ellaspara ocultar problemas propios. Nosotros apostamos por eloptimismo y en este caso es fácil hacerlo, puesto que loscambios y los avances son innegables.En la enseñanza obligatoria hemos vivido una universalizaciónnunca antes imaginada del acceso a la músicacomo asignatura. Se ha sido muy crítico con este sector dela enseñanza obligatoria y a veces simplemente se ha ignoradosu importancia. Sin embargo, cualquiera que tenga unhijo en el colegio sabe que una clase de música bien dadaproporciona a los niños una “normalidad” artística, desdeel punto de vista de sus aptitudes más básicas, difícil desuperar. Podemos decir que gracias a ese paso dado en losaños 80 hoy nos damos cuenta de lo injusto que sería privara los niños españoles de una formación musical básica.El problema de esta enseñanza musical, sin embargo, noqueda resuelto con un número determinado de horas declase. Al igual que ha sucedido con la enseñanza de losidiomas, la música no ha calado como asignatura práctica.<strong>Dic</strong>ho de otra forma, pese a los esfuerzos, no hemosaprendido a preguntar por el metro en inglés ni a entonarAsturias, patria querida. Sobre la enseñanza en general hapesado el enfoque teórico y se ha descuidado preocupantementeel enfoque práctico. De hecho, muchos músicoshoy piensan todavía que lo más importante de una buenaformación musical es aprender a leer partituras, como si laspartituras nos enseñasen a escuchar, a entonar, a desarrollarel gusto, la concentración, el discernimiento o lamemoria musicales. La analogía con el inglés nos vale paradecir que los niños deberían aprender la gramática hablando,no mirando un libro.Las escuelas de música son los centros que han permitidodecir que los españoles podemos ya considerar la músicauna afición normal. Hoy parece increíble, pero hastaque no hubo escuelas de música no existía una fórmulalegalmente contemplada para crear un centro en el que lamayoría de los alumnos estudiase música por el gusto dehacerlo. Es decir, que antes para estudiar por afición habíaque engañar al profesor y decirle que sí, que la niña se loestaba tomando muy en serio y que se iba a aplicar poraquello de que la carrera de música es tan exigente, blabla, bla, etc. Qué alegría poder sonreírnos, y sin embargo,qué agradecidos debemos estar a quienes lo han hechoposible, desde los ministerios, consejerías, diputaciones,ayuntamientos y asociaciones de vecinos hasta los mismísimosalumnos. Dentro de este atractivo panorama, las grandesciudades suspenden. Madrid, por ejemplo, ofrece unacantidad de plazas en escuela de música que sería aceptableen León, pero que en la gran ciudad es insignificante.Ni siquiera existe un plan de crecimiento que asuma ladimensión de esta carencia. Una pena y, por qué no decirlo,un retrato patente de principios políticos visiblementemejorables.131