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203 Dic - Scherzo

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D O S I E RVEINTE AÑOS DE MÚSICA EN ESPAÑAno han llegado a ese nivel de coherencia y concisión: Elviajero indiscreto (1990), La madre invita a comer (1993),La señorita Cristina (2001) y Un parque, obra de cámarasobre una narración oriental, en la que se juega con la fantasíay la realidad. La magnífica labor orquestal, el detallismorefinado conseguido por De Pablo en estas obras no esdel todo suficiente para concederles la temperatura dramáticay la lógica expositiva que nace de la adecuada fusiónfoso y escena.Menos activo ha resultado ser en lo escénico el mencionadoCristóbal Halffter, un hombre de la misma generación,dado que sólo ha tenido una experiencia, aunque, eso sí,de una potencia extraordinaria, de un lenguaje vigoroso,lleno de citas de músicas pretéritas bien amalgamadas: laópera —o cantata— Don Quijote, estrenada en el Real hacecuatro años y hace poco repuesta en versión de conciertoen Valladolid y León. Un homenaje a la figura del Hidalgo,a la que también quiso cantar, con unos planteamientosmás agresivos y propiamente teatrales, José Luis Turina consu D. Q. presentada en el Liceo el mismo año. Este músicosorprendió gratamente en el Círculo de Bellas Artes deMadrid con una fantasiosa ópera corta, llena de magia, Laraya en el agua. Otro de los que no cesan, bien que en laparcela lírica haya estado menos presente, es Tomás Marco,uno de los nombres que siempre han acompañado a losdos primeros, aunque es bastante más joven. El antiguodirector del CDMC repuso en estos últimos 20 años su óperaSelene, una obra contemplativa y metafórica de 1973, yestrenó, en programa doble, Ojos verdes de luna, versiónescenificada de una composición vocal sobre Bécquer, y Elviaje circular, en torno a la Odisea. Esta última obra habíavisto la luz en Alicante en 2002. A finales de este año Marcoverá el estreno de su última ópera, El caballero de la tristefigura, un acercamiento camerístico al Quijote.Un gran veterano, el turolense Antón García Abril, vio elestreno de su Divinas palabras, ópera compacta, colorista,variada, que no desconoce los trazos abiertamente melódicos,en el Real en 1998. Una atractiva, aunque no del todoprofunda pintura del mundo de Valle Inclán. Veterano también,e incansable constructor de ambiciosas óperas, elcatalán Josep Soler, de muy sólidos criterios y de lenguajesobrio y trabajado, emanado del serialismo, pero de originalesy evolucionados planteamientos armónicos. Sus óperasLa bella y la bestia (1982), Jesús de Nazaret (1985), Nerón(1985), Macbeth (1989), Murillo (1990), El sueño de unanoche de verano (1992), Frankenstein (1996), Las bodas deHerodiade (1997) y El jardín de las delicias (1998) esperanser estrenadas. Lo mismo que La sombra del inquisidor deCarlos Cruz de Castro, que ha puesto en música, con rectilíneoy expresionista lenguaje, un libreto de Javier Alfaya.Una ópera encargada por el INAEM, que hasta el momentose ha llamado andana. Esperó también durante 14 añosJoan Guinjoan que el Liceo abriera las puertas a su Gaudí,que finalmente vio la luz en 2004. Amando Blanquer,recientemente desaparecido, tuvo más suerte, porqueaguardó muy poco a que la entidad solicitante, la GeneralitatValenciana, le estrenara El trionf de Tirant en 1992. Demuy diferente carácter es la delicada, exquisita y concisaópera lorquiana Belisa de Miguel Ángel Coria, sobre libretode Antonio Gallego, estrenada en Madrid en 1992.Savia nuevaHoy asistimos a un pequeño despliegue en el que destacanuna serie de artistas más jóvenes, en cualquier caso, muydotados, que intentan edificar obras escénicas de distintaambición, tratando de asimilar técnicas diversas y de pintarun paisaje nuevo donde sólo intermitentemente, comovamos viendo, han surgido obras estimables. Jesús Rueda,nuevo en el género y ducho ya en lo sinfónico y camerístico,parece iniciar con buen pie su camino con un fragmentode un Orfeo que será presentado de aquí a un par detemporadas por el Real. Lo visto, en la Biennale de Venecia,tiene buen aspecto: intensa y vigorosa evocación delmito a lo largo de un lamentoso crescendo. En paralelo sesitúa José Manuel López López, fino analista y tempestuosopintor de las turbulentas gestas de Hernán Cortés en su Lanoche y la palabra, escrita a petición de Musicadhoy, tambiéndemandante, con la Consejería de Andalucía, de lasugestiva Horizonte cuadrado, breve y severa, enjuta muestralírica estrenada en 2001 en Sevilla y Madrid, trazada porla nerviosa mano de César Camarero, cuarentón como losdos anteriores. De parecida quinta es David del Puerto, discípulo,como Rueda, de Francisco Guerrero. Su Sol deinvierno (2001) posee una rara capacidad de fascinaciónpese a determinadas irregularidades de trazo. Atenciónespecial conviene prestar al gaditano José María Sánchez-Verdú, que acaba de estrenar ópera en Alemania y preparaun título para el Real. Músico fino y explorador de sugerentesambientes sonoros.Entre la ópera y la farsa demencial, el collage y la comediamusical se sitúa el siempre provocador —aunque cadavez esté más visto su lenguaje acústico-visual— y en todocaso ameno y sugerente, libérrimo y deslenguado CarlesSantos. Sus iconoclastas espectáculos han circulado portodas partes contribuyendo a la sana diversión del personal:La pantera imperial, Asdrúbila, Ricardo i Elena, Tansfer, Lameua filla soc jo…Los instrumentosLas óperas mencionadas han sido dadas a conocer porvoces en su mayoría españolas, que en ocasiones han realizadodenodados esfuerzos para estudiar un lenguaje confrecuencia nada cómodo, con escasos asideros para lamemorización, consistente por lo común en un recitativodramático irregular que discurre por una vía independientede la que transita el conjunto instrumental. El tenor ManuelCid, ahora casi siempre en labores pedagógicas, ha sidouno de los paladines de estas nuevas músicas. Recordamossus prestaciones en Liu o El viajero indiscreto de De Pablo.Otro artista impagable para nuestros autores es el barítonoEnrique Baquerizo, que anda últimamente algo fatigado. Sinél no hubieran subido a escena con cierta altura alguna delas óperas citadas, como el monumental Don Quijote deHalffter; y sin él tampoco hubiéramos podido seguir entoda su dimensión la complicada parte cómica de Don Isaacen La dueña de Robert Gerhard, recuperada y presentadaen el Teatro de la Zarzuela en 1992. En la ópera de Halffterhacía un lírico y musical Cervantes ese artista dúctil que esJosep Miquel Ramón, asimismo protagonista de diversasaventuras en el campo de la nueva creación; un barítonoligero a veces en misiones de bajo; como el también barítonoIñaki Fresán, espléndido liederista, presente en el estrenode Francesca de Aracil. Los tenores Emilio Sánchez,vigoroso Sancho en la ópera halffteriana, y Antoni Comas,muy ligado a Carles Santos, la soprano y al tiempo excelentecompositora Pilar Jurado, que luce habitualmente unaimpecable coloratura y que ha estado conectada con variaspartituras depablianas, son artistas habituales. La última haprestado su fina voz a creaciones de Marco, Rueda y López.El bajo-barítono David Rubiera participa activamente enestas escaramuzas, al igual que las mezzos María José Suárez,Marta Knörr (muy buena su actuación en la operita deCamarero) y la soprano Celia Alcedo.Ha estado también muy dispuesta para los pentagramas137

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