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203 Dic - Scherzo

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D I S C O SREEDICIONES76Walhall EternityWALHALL CABALGA DE NUEVOPhilips Colección Jessye NormanEL MUNDO DE JESSYEImposible me resulta, al observar laColección Jessye Norman que ofrecePhilips y la fecha que me señala elalmanaque, no evocar mi primerencuentro con la soprano de Atlanta.Un atardecer de primavera, en BuenosAires, en 1974. Aquella lenta apariciónoscura, hierática, transfigurada en laEl sello Walhall Eternity Series (distribuidor:LR Music) sigue imperturbableagrandando la discografía pirata,en épocas al parecer poco propiciaspara el medio, a menudo a base detomas radiadas muchas de ellas de origenalemán e inéditas, que entreveracon otros títulos ya publicados por otrasmarcas de similar formato. El Rienzi deLeipzig de 1937 (Walhall WLCD 0111),en versión abreviada por suerte dada lalatosa partitura de tan escasa imaginación,es una novedad pese a que lafamosa plegaria del protagonista en elacto V ya se pudo conocer por una previaedición en Lebendige Vergangenheit.Dirigida por Hans Weissbach con lahonestidad y el oficio de un típicokapellmeister, cuenta con una apreciableinterpretación del tenor August Seider,más por riqueza de sonido que por loamonótona acentuación. FerdinandFrantz (el Wotan de Furtwängler en laScala y en la RAI de Roma) apenas seluce en el personaje de Raimondo, alcontrario que Margarete Klose cuyoAdriano es asombrosamente enérgico yconveniente. Su Gerechter Gott es lomejor de esta resumida lectura, que porello permite la inclusión como bonus dealgunos momentos de un Tristan, cantadode nuevo por un voluntarioso y anodinoSeider y la discreta Isolda de MargaretheBaumer. Además del dúo deFilippo II y Posa (en alemán) de un DonCarlo de 1943 en Leipzig, a cargo de doscantantes preferentemente wagnerianos,con lo que esto conlleva más en contraque a favor de Verdi: Theodor Horand yFriedrich Dalberg.También es primicia la puccinianaTosca (WLCD 0117) dirigida en Rio deJaneiro en 1954 con su proverbial habilidadpor Oliviero de Fabritiis y que reúnea un trío de intérpretes bien afectos asus respectivos papeles, por ello discográficamenteya bien documentados. LaTosca de Renata Tebaldi gana en vivo,sus momentos dramáticos son de mayorvibración y agudeza dentro siempre deuna matización encuadrada dentro de latradición verista. Por supuesto que laspartes líricas brillan a través de esta vozde belleza extraordinaria, manejada conuna seducción y una destreza realmenteúnicas. Vocalmente está gloriosa, incluidoslos a menudo conflictivos agudos(escúchese el desprendido Io quellalama gli piantai nel cor). Giuseppe DiStefano, fiel a sí mismo, sabe discernir eldoble aspecto psicológico de Cavaradossi,con un canto franco y generoso (repitesu magnífico, mórbido E lucevan lestelle), capaz de poner en pie entoncesal respetable y ahora al oyente, que lepasa por alto algunas imperfeccionestécnicas, inocuas tratándose de un artistade tamaña entidad. Giuseppe Taddei fuecon Gobbi uno de los Scarpias referencialesde su generación y, por si algunaduda existiera de ello, aquí está dominandoel recitativo pucciniano con unaclaridad de intenciones y de exposicióncapaces de sacar a la luz toda la definicióny el contenido del protervo personaje.Giuseppe Modesti en Angelotti esun dato positivo a considerar, así comoel digno nivel de los comprimarios delTeatro Municipal de la capital brasileña.La toma sonora es sólo discreta.El Ballo in maschera del Metropolitande enero de 1955 (WLCD 0104) esconocido sobre todo por razones extramusicales,pues supuso la primera apariciónen el escenario norteamericano deuna cantante negra: Marian Anderson.Contralto más afecta a otros repertorios,da a Ulrica sin embargo un relieve especial,de una cierta sugestión dramática,por las características intrínsecas de suvoz y por un canto lleno de misterio ymagnetismo. La voz de Peerce no esagradable, ni brillante o atractiva, peroestá servida por un intérprete de nivelque erige un Riccardo notablemente perfilado.El Renato del barítono alemánJosef Metternich suena un tanto pintoresco,porque su vocalidad, aunque meritoria,y el estilo remiten a otros universoslíricos. Una década después de la lecturatambién metropolitana (1944, con BrunoWalter), Milanov aparece un tanto mermada.El centro sigue siendo bello, pulposoy cálido y algunos pianissimi conservansu mágico terciopelo, pero elregistro agudo es una verdadera calamidad,gritado, corto o calante. Dato curioso,el Giudice es un James McCracken yNicola Moscona y Norman Scott destacanlas intervenciones de Samuel y Tom. Ladirección de Mitropoulos es excelente,por el clima dramático y la intensidadagonizante reina Dido de Purcell, seimpuso inmediatamente. Desde luego,también nos cantó los valses de Satie (Jete veux) y de Poulenc (Les chemins del’amour) y así hasta el día de hoy.Esta antología, captada en la mejorépoca vocal de la cantante (1977/1984)explora todos los campos de su labor enteatral, sin dejar de lado el desplieguelírico cuando éste corresponda.Eric Kleiber para el Maggio MusicaleFiorentino rescató I vespri siciliani en1951, año del cincuentenario de la muertede Verdi. Ello propició que la magníficapartitura comenzara a retornar paulatinamentea otros escenarios italianos. LaRAI de Turín la programó en 1955 y, trasfigurar en otros sellos, hela aquí de nuevoen Walhall (WLCD 0108), a cargo deun cuarteto vocal muy interesante. Enprimer lugar por la Elena de Anita Cerquetti,auténtica soprano spinto, dotadaen demasía por todos los ángulos juzgables,a más de poseer un solvente talentodramático. Lectura muy bien coordinadapor Mario Rossi en la que BorisChristoff vuelve a encontrar en Procidaun personaje adaptado perfectamente asu personalidad y posibilidades. Su OPalermo sigue siendo un modelo deimperioso canto verdiano y algunas frases,inolvidables, de los actos IV y V soninsuperables por autoridad y poderío.No se hallaba Carlo Tagliabue en sumejor momento vocal, pero su clase debarítono noble y “clásico”, de fraseo aristocráticoy matizado, otorga a Monfortela estatura apropiada. Que Mario Orticacomo Arrigo mantenga el tipo y no quedeofuscado por sus compañeros yasupone un juicio positivo a su favor. Lavoz es atractiva y el intérprete valiente,pudiendo así sacar con provecho los dosformidables dúos con el barítono y alaria del acto tercer, que remata convenientementecon esa frase tan verdianamentearrebatada (“La morte è men crudelche il tuo disprezzo”). La versión vienecon algún corte, el más ostentoso eldel ballet.Fernando Fragala plataforma de conciertos. Su riquezade registros, desde un agudo plateadohasta un grave abismal y volcánico, seune al dominio de los volúmenes y ladestreza idiomática. En la canción francesa,por ejemplo (475 6380) demuestra,una vez más, que algunos de sus mejoresintérpretes (Maggie Tate, Victoria de

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