D O S I E RVEINTE AÑOS DE MÚSICA EN ESPAÑA132Festivales, cursos, publicacionesSCHERZO y sus diversas secciones son un claroexponente de lo que es hoy la oferta de conciertos,de cursos, de CDs, DVDs, disco-libros ycómo no, de publicaciones especializadas. Algunasinstituciones apostaron hace años por enriquecerel panorama educativo y pusieron enmarcha cursos que con el paso de los años handemostrado ser necesarios y respetados. Unejemplo conocido son los cursos de especializaciónmusical de la Universidad de Alcalá, perohay otros: la Caixa, la Universidad de Granada,la Universidad Menéndez Pelayo. Entre todoshan elevado notablemente la calidad de la ofertaeducativa especializada, han suplido carencias yhan prestado atención a la formación de profesores,algo que siempre hemos necesitado.También han aumentado, para alegría devarias generaciones de jóvenes músicos, los cursosde verano, los seminarios, los talleres y engeneral las clases que hacen hoy normales cosasque no lo eran hace veinte años. Por ejemplo,un curso de percusión india, unas clases magistralesde clave, un seminario de composicióncontemporánea, un curso de flamenco en RadioNacional, o cualquier cosa que ya no llama laatención, por suerte, pero que hubo momentosen los que eran para unos pocos afortunados.Menos vistosos, pero tan necesarios como elagua, han sido los cursos de formación del profesoradoque se han celebrado por cientos yhasta miles en todos los rincones de España. Unas vecescomo profesor y otras como alumno he podido festejar lanaturalidad con que todos aceptaban lo importante que eraseguir formándose. Se ha perdido, afortunadamente, elsabor de ocasión irrepetible que al principio destilabanalgunos de estos cursos. Se ha ganado en calidad de la oferta,y, cómo no, en la mejor formación del profesorado. Talvez el mayor valor de una actividad formativa para un profesional,por abstracto que parezca, sea la posibilidad dereflexionar sobre lo que hace en diálogo con otros. Para elgerente de una cadena de supermercados esta parece unanecesidad completamente prescindible, pero en el caso dela música no debemos olvidar dos cosas. La primera, laslagunas formativas de un sistema aún no articulado debidamente.La segunda, y con ello volvemos a Yanira, la escandalosafalta de previsión de un sistema educativo que necesitaun 80% de profesores y pone en la puerta de sus centrossuperiores el cartel de “se necesita un 80% de solistas”.Este escándalo es generalizado en el mundo en el sentidode que el principal reclamo de las más prestigiosas escuelassigue siendo la carrera de solista, mientras que la realidadmuestra que un porcentaje muy elevado de los alumnosacaban desarrollando carreras docentes. En España tenemosun buen ejemplo con algunos alumnos aventajados de laEscuela Reina Sofía. Incluso una escuela tan selectiva yorientada a la interpretación produce músicos como losintegrantes del Cuarteto Casals, hoy reputados intérpretes ya la vez profesores en conservatorios o escuelas superioresde España. Mientras que la formación pedagógica tiene sentidoincluso en ese entorno, seguimos pegados a un modeloen el que los centros superiores casi se avergüenzan deofrecer una buena formación para futuros profesores. Cosasque pasan.Yanira, al igual que muchos de sus compañeros degeneración, tiene vocación, le gusta dar clases y busca trabajocomo profesora. Sin embargo, ¿cuántos de los centrospor los que han pasado Yanira y sus amigos ha puestoalguna vez el acento en la formación de futuros profesores?No es nada fácil que un centro de formación musical superiorasuma la contundente realidad de la estadística y proclamecomo principal objetivo la formación de un ochentapor cien de sus alumnos como futuros profesores. Así, máso menos es como están las cosas. Sin embargo, sí deberíaser fácil que un gobierno promoviese o incentivase decisionesen este sentido. Seguimos creyendo en la teoría delpelotazo pedagógico, que se puede formular más o menoscomo sigue: “para ser un buen profesor hay que ser unbuen músico, y punto”. El punto es muy importante, porqueclaro que hay que ser un buen músico, pero ¿dónde seaprende lo demás?Estudiar en el extranjeroLa elección de Yanira para presentar este balance no escasual. Estudiar una carrera o parte de la misma en otropaís europeo no es necesariamente sinónimo de carenciasni de nada parecido. De hecho, España es uno de los paísesque más alumnos Erasmus recibe y sería difícil demostrarque se deba a una notable superioridad universitaria frentea Inglaterra, Francia o Alemania, por ejemplo. En la mayoríade los estudios superiores hemos alcanzado una normalidadque no es tan sorprendente, puesto que tenemos una tradiciónuniversitaria que nos ha dado fuerza para superar altibajospolítico-económicos, por intensos o prolongados queestos hayan sido. Sin embargo, no sucede lo mismo en losestudios superiores de música, nunca consolidados en lahistoria moderna de España y, lo que es más llamativo, aúnhoy tratados como “problema” en los planes de un modernísimoMinisterio de Educación.Yanira, como tantos otros, ha elegido irse a otro paísnada menos que después de terminar sus estudios superioresen España, para obtener un título probablemente equivalenteen valor académico, pero notablemente superior enresultados tangibles. La comparación internacional es una
D O S I E RVEINTE AÑOS DE MÚSICA EN ESPAÑAprueba necesaria para la evaluación de un sistema de enseñanzasuperior que forma a profesionales que compiten enla esfera internacional. Desde ese punto de vista, no deberíaexistir ningún motivo por el que un alumno tuviera queaceptar que su formación superior vale menos fuera de supaís que dentro del mismo. Está bien mirar con optimismolos grandes avances, los notables esfuerzos y los evidenteslogros, pero ahora nos quedamos con el lado oscuro de lamoneda: parece una broma pesada que tardemos más deveinte años en enderezar esta situación y parece de unagran ineficacia proponer, en 2005, una reforma legal que nose atreve a mirar al futuro.La educación desde salas de conciertos y festivalesHoy contemplamos con normalidad cómo nuestros hijosasisten a conciertos didácticos, pero esta normalidad es tambiénel resultado de un proceso que ha llevado tiempo yque necesita seguir su expansión. Dentro de esta modalidadhay ejemplos bien conocidos en la televisión, pero tambiénuna importante labor desarrollada en numerosos puntos dela geografía española. Los hay para todos los gustos y edadesy, lo que es más interesante, en algunas ocasiones vanacompañados de materiales, actividades, grabaciones y otrosdocumentos que les confieren un carácter menos efímero yque los hacen accesibles a un público más amplio. Sialguien piensa que un concierto destinado a niños o a jóveneses algo raro, que se detenga antes a pensar en lo “raros”que son los conciertos habituales, destinados a públicoscuya media de edad supera los sesenta años. Este es uncampo fértil y abierto a la innovación. La entrada de otrosestilos musicales, la mayor implicación de todos los integrantesde las orquestas o grupos musicales y de las institucionesque las representan, la cooperación entre diversosactores del entorno público y privado, y la adaptación a laspreocupaciones de nuestros niños y jóvenes tienen el futuroabierto a un deseable florecimiento de estas iniciativas.Una espinita menosLa composición de las orquestas tal vez siga siendo, comolo era hace veinte años, abundantemente extranjera. Sinembargo, las cosas han cambiado y mucho. Ha aumentadoel número de orquestas y auditorios como cualquier lectorde SCHERZO ha podido comprobar sobradamente. No sólohan crecido las orquestas profesionales, sino que nos interesaespecialmente el crecimiento cuantitativo y cualitativode las jóvenes orquestas. Mientras que hace veinte años nospreguntábamos tal vez de dónde saldrían los jóvenes músicossuficientemente preparados para esta tarea, hoy vemosque se forman con toda solvencia conjuntos orquestalesjóvenes en numerosas comunidades autónomas. Hay quereconocer al sistema educativo y muy especialmente a losconservatorios de grado medio y superior su excelentelabor. Gracias en gran parte a su trabajo y a sus aciertos nospodemos quitar hoy la espinita de la falta de músicos capacespara tocar en estas orquestas y, paulatinamente, en lasorquestas profesionales.YaniraLa historia de Yanira representa a muchos que como ellahan tenido una trayectoria musical distinta de la que tuvimosen los 50, 60, 70…, pero lo más importante es que hoyestán naciendo muchas yaniras y yaniros a los que tenemosentre todos la responsabilidad de ofrecer un contactocon la música cada vez más rico. Suerte a todos.Pedro Sarmiento133