D I S C O SSKALKOTTAS-TOURNEMIRELos tres conciertos dodecafónicos parapiano de Nikos Skalkottas fueron anterioresal Concierto para piano de Schönberg,y su Concierto nº 1 —compuesto enBerlín en 1931— es históricamente el primerconcierto para piano en la técnicadodecafónica. Se reúnen en este CD cuatroobras del compositor griego de avalestan relevantes, que por orden cronológico—que no es el seguido en el disco—nos ofrece el Concierto nº 2, obra de1937, escrita dentro de un personal métodododecafónico: en lugar de utilizar unasola serie maneja un grupo de ellas amodo de simientes temáticas mientrasque los segmentos de series sirven verticalmentecomo células armónicas periódicas.El piano tiene un papel relevante,de rico y amplio espectro expresivo, noen vano el autor fue un declarado partidariode este instrumento. De 1942 es labreve Pequeña suite para cuerdas, en laque cada uno de sus tres movimientospresenta una forma enteramente desarrolladapero forzosamente condensada: estáescrita en un idioma atonal libre, sinseries dodecafónicas. Sigue en el tiempoCuatro imágenes, de 1948 (aquí en primeragrabación mundial), pertenecienteal periodo último del compositor en quecompuso obras casi exclusivamente tonales,excepto en el último año de su existencia,como veremos en la composiciónque cierra el CD. Con la tonalidad, pues,entramos en el reino melódico, una líneamelódica de la mejor ley, con toques muypersonales y efectos orquestales de granbelleza. Finalmente, Tema con variaciones,de 1949, última composición de Skalkottas(en primera grabación mundial),está basada en un grupo de dieciséisseries dodecafónicas que aparecen en unorden fijo. También aquí demuestra tenerel autor un concepto personal de la forma,pues el tema mismo ya implica en síuna variación al ser la segunda mitad unarepetición variada de la primera donde larespuesta variada de la primera parte seconvierte en principal y viceversa. Enconjunto, estamos ante una música degran fuerza y vitalidad, provista ademásde una indudable belleza. El tratamientopersonal del dodecafonismo le permite aSkalkottas, lejos de cualquier dogmatismoo concepción reductora y asfixiante, serflexible y maniobrar dentro de unosamplios límites. Sin rigideces, repeticionesni monotonías, su obra está muy alejadade lo árido. Desmintiendo así tantotópico negativo y tanto prejuicio sobre elmundo del dodecafonismo. La muy solventeSinfónica de la BBC, bajo la batutade Christodoulou, es instrumento decisivoen el buen resultado de este CD.J.G.M.Evgeni MravinskiAPASIONANTE, PERTURBADOR98SHOSTAKOVICH: Sinfoníasnºs 5, 6, 7, 8, 10, 11, 12 y 15.El canto de los bosques.FILARMÓNICA DE LENINGRADO. Director: EVGENIMRAVINSKI.6 CD MELODIYA MEL CD 10 00770. ADD/stereoy mono. 425’50’’. Grabaciones: Leningrado, 1953(7), 1954 (5 y Bosques), 1959 (11), 1961 (8 y 12),1965 (15), 1972 (6), 1976 (10).Distribuidor: Diverdi. R PENo fueron abundantes las visitas anuestro país de Evgeni Mravinski con laFilarmónica de Leningrado. Los madrileñosrecordamos aquellos conciertos auspiciadospor Alfonso Aijón allá por laprimera mitad de los 80, los últimos añosde la vida del maestro, cuando dirigíasentado, desde lo alto de un taburete,sin batuta, con las manos, con lospuños. Impresionantes, conmovedores,turbadores aquellos Chaikovski, aquelProkofiev. Pero ¿y la Quinta de Shostakovich?Aquellas vacilaciones que teníamoscon respecto al movimiento finaldesaparecieron desde entonces. Era eso.No eran las masas revolucionarias enavance imparable, no era la autocríticade un compositor ante unos reprochessensatos de sus buenos camaradas. Noera una concesión después de tresespléndidos movimientos. No. Era aquellouna marcha escarnecedora, de sentidoprofundamente doloroso, pero nadatriunfal, nada exaltada, sino expresióndel aplastamiento de un hombre, un grupo,un pueblo, una sociedad. Pues bien,este álbum viene a darnos ese sentidoque veíamos en la Quinta de hace algomás de veinte años en el Teatro Real, ala sazón sala de conciertos.Atención: salvo el oratorio El cantode los bosques, se trata de obras únicamenteorquestales. No se incluye aquíninguna de las sinfonías vocales deShostakovich, no aparecen ni la Trece nila Catorce. Más atención: quien conozcaTestimonio, las memorias de Shostakovichrecogidas por Solomon Volkov,sabe que el compositor negaba queMravinski fuera su gran intérprete. Unolee con desazón esas páginas. Porqueahí están estos registros, y otrosmuchos, como testimonio del enormetalento de Mravinski para traducir aShostakovich en sonidos. Shostakovichy Mravinski fueron artistas cómplices yamigos durante casi tres décadas, perola cosa se rompió a principios de losaños 60, al parece porque Mravinski senegó a estrenar la Sinfonía nº 13. ¿Cuestionesreligiosas, acaso miedo, todavíaen plena época del deshielo de Jrushov?En la edición española, su autor, JoséLuis Pérez de Arteaga, añade más testimoniosal Testimonio, y aporta másdetalles sobre el lamentable distanciamientoentre ambos artistas.No es cuestión de referirnos demanera detallada al contenido de estosseis discos, no es cuestión de ponderarel estremecimiento que provocan esosinquietantes movimientos lentos, ni deevocar la angustia que inducen algunosallegros. No sorprenderá que nos fijemosespecialmente en esta Octava, queMravinski estrenó, que Mravinski grabóuna y otra vez, hasta esa referencia finalque es el registro de 1983. Pero el queaquí se incluye, anterior en 22 años, noes sino otra muestra más del magisterioinsuperable, por lo emotivo y lo inquietante,del grandísimo Mravinski y laorquesta de esa ciudad que ha vuelto allamarse San Petersburgo. Si por escribiresto hay que pedirle perdón al ánima deShostakovich, quién sabe si todavía atormentada,lo haremos con gran contrición,aunque sin arrepentimiento. En esemismo libro, Shostakovich desautorizacon razón a cierto musicólogo expertoen el propio Shostakovich; en rigor, loacusa de chivato, uno de tantos en unrégimen y una sociedad que los propiciabaa millones. Pero la descalificaciónde Mravinski, caramba, nos parece injustay, además, fuera de lugar. El creadores usted, Dimitri Dimitrevich, pero elgrandísimo intérprete de sus obras deusted fue Evgeni Mravinski, aunque yasabemos que no fue el único, en absoluto.Y aquí tenemos un álbum impagablepara demostrar lo que hacía Mravinskicon el sinfonismo de Shostakovich. Aunquefalten las primeras cuatro sinfonías(vocales dos de ellas, así que probablementefaltarían en cualquier caso), aunquefalte la Novena, estrenada en 1945por el propio Mravinski. Eso sí, hay dosausencias estruendosas: la Trece, concoro, y la Catorce, con soprano y bajo,estrenadas por Kondrashin y por Barshai;y hay que interpretarlas como indiciosclaros de esa lamentable enemistadde la década final del compositor. LaQuince la estrenó Maxim Dimitrevich en1972, en vida de su padre. Este registrode Mravinski es de 1976, ya fallecido elcompositor, y quién sabe si no es unareconciliación tras la muerte del genio yun regreso de Mravinski al Shostakovichque de veras le gustaba, el que no utilizabapalabras, poemas, textos en lasobras denominadas Snfonías.Santiago Martín Bermúdez
D I S C O SSKALKOTTAS-TOURNEMIRESOLER:Fandango. Sonatas nºs 4, 9, 16, 24, 25,60 y 63. DAVID SCHRADER, clave.CEDILLE CDR 90000 004. DDD. 73’51’’.Grabación: Chicago, IX/1990.Sonatas. Vol. 2: nºs 1, 2, 3, 8, 10, 62,70, 74, 81. DAVID SCHRADER, clave.CEDILLE CDR 90000 009. DDD. 75’58’’.Grabación: Chicago, IX/1991. Productor: JamesGinsburg. Ingeniero: Bill Maylone.Distribuidor: LR Music. R PNReedición de dos antiguos discos dedicadosal padre Antonio Soler en grabacióndel clavecinista estadounidenseDavid Schrader, que toca un instrumentofabricado en 1989 según un modelode Giusti de 1681 (vol. 1) y otro construidoen 1983 y basado en un Dumont-Taskin (vol. 2). El sonido es en los doscasos punzante, agresivo, hasta el puntode que puede llegar a hacerse molestosi se escucha cualquiera de los dos discosde un tirón. Lo mejor de la interpretaciónes sin duda la energía, el vigorrítmico, la fuerza inagotable de unosdedos que se mueven con prodigiosarapidez por el teclado. Pero el Fandangoresulta un tanto errático, sin que Schraderhaya parecido captar la esenciarítmica que está en la base de su éxito.En las sonatas, el clavecinista de Chicagono se permite el más mínimo respiro.Las ornamentaciones están dibujadascon esmero y precisión (óiganse porejemplo los ejemplares trinos de laSonata nº 1 o de la nº 8) y las líneas sonsuficientemente claras pese a la general,y por momentos atosigante, rapidez,sólo algo mitigada en algunos momentosde la elegante Sonata nº 3, en la nº24 o en el Andantino inicial de la nº 60,pero el fraseo resulta lineal y frío, abrumadoramentemecánico (ese Andantinoes buena muestra), una sensación queno se pierde ni siquiera en el magistralCantabile que abre la Sonata nº 63 o enel Allegretto expresivo de la nº 62, ayunode reposo y sensualidad, si bien hayalgunos instantes (como en las Sonatasnº 10 y 16) en los que Schrader lograuna más que notable y estimulante graciaexpresiva.P.J.V.TOURNEMIRE:12 Préludes-poèmes. LISE BOUCHER, piano.ATMA ACD 2 2329. DDD. 60’48’’. Grabación:Saint-Irénée (Québec, Canadá), III/2004.Productora e ingeniera: Anne-Marie Sylvestre.Distribuidor: LR Music. N PNLa letra es más bien Debussy, aunqueun Debussy que se hubiera vuelto másnítido, más claro y explícito; esto es,menos Debussy. El espíritu es franckiano,un César Franck presente sobretodo por la llamada forma cíclica, estoes, la repetición como motivo conductor,como motivo propulsor y comomotivo genitor; y, sobre todo, comomotivo de unidad de sentido, de objetivoy de estructura. El bordolés CharlesTournemire compuso este ciclo en Parísen 1932, cuando contaba con 62 años(moriría pocos después, en 1939). Espoematismo, desde luego, pero matizadopor la experiencia de Fauré, Debussyy Ravel (poco que ver con Poulenc osus compañeros de generación). Esepoematismo está cargado explícitamentede alusiones católicas (no ya sólo religiosas).Por ello, es normal que se veaesta docena de piezas como obra amitad de camino entre el impresionismoy Messiaen. Atma vuelve a sorprendernos.Un nuevo compositor francés pocomenos que desconocido, oculto o descuidado.Unas obras de altura sorprendente.Y Lise Boucher, una espléndidapianista de Québec que desgrana esterosario de piezas que no son en modoalguno miniaturas, y que les da sentidohumano… y del otro. Como acasohabría querido Tournemire, aunqueparece ser que este buen compositorera un tipo especialmente difícil. Encualquier caso, es una importante recuperación,aunque no parece que estaexcelente, matizada y medida lectura deLise Boucher sea primicia en disco. Nopor eso dejamos de recibir este CDcomo una auténtica novedad.S.M.B.Fernando EspíMÚSICA PARA DISFRUTARTÁRREGA: Transcripcionespara guitarra de obras deChopin, Bach, Iradier,Mendelssohn, Gounod, Verdi, Chapí,Beethoven, Malats, Schumann, Berlioz,Albéniz, Haendel, Di Capua, Wagner ySchubert. FERNANDO ESPÍ, guitarra.VERSO VRS 2022. DDD. 64’17’’. Grabación:Valencia, V/2004. Productores: Pilar de la Vega yJosé Miguel Martínez. Ingeniero: Evaristo Valentí.Distribuidor: Diverdi. N PNEn nuestro tiempo, las adaptaciones ytranscripciones no gozan de buenaprensa. Por un lado, está el prestigioactual de lo auténtico que supone undesprestigio de lo que no lo es (yasaben: para tocar a Bach en un pianohay que escribir un montón de justificacionespara que los ayatolás de turnono vayan a morderle a uno, pero haymás y un día de estos hasta la Filarmónicade Viena tendrá que disculparsepor tocar música de Beethoven) y porotro el hecho de que la discografía permiteconocer los originales, de modoque las transcripciones de arias de épocao las reducciones de obras sinfónicasresultan prácticamente innecesarias.Todo esto es un hecho y lo dejaremosaquí para no entrar en polémica porquelo que realmente nos interesa es convenceral hipotético lector de estashumildes líneas de las bondades de estedisco sensacional. Primero está el repertorio,que es una auténtica delicia, conun puñado de composiciones celebérrimasasumidas por Tárrega (sin complejosy con exquisito mimo y muchísimorespeto) como propias y que pareceque estuvieran concebidas realmentepara su instrumento; y después, el guitarristade Xixona Fernando Espí (n.1975), que se sitúa con esta grabaciónentre los más brillantes intérpretesactuales de las seis cuerdas. Así, lisa yllanamente. Atención a este señor quedará que hablar. Su sensibilidad sólopuede parangonarse a la seguridad desu técnica, y su virtuosismo a su toquepoético, de modo que su nombre vienea sumarse a la actual generación de guitarristas,a los ilustres Romero, Williams,Russell, Babiloni, Bitetti, Ramírez, Parkening,Ogden y otros, incluido, ya,Espí por derecho propio y, sobre todo,por este disco sin desperdicio que permiteapreciar su gran altura interpretativa.Mucho de lo contenido aquí no esapto para sesudos musicólogos ni parahistoricistas militantes, tan sólo se dirigea los que aman la música, así de sencillo,así de difícil en nuestro tiempo.Olvídense de que si este Bach esto o desi este Haendel lo otro, o de que siWagner por una guitarra esto o de si elpianismo de Beethoven en las seis cuerdaslo de más allá; disfruten de lo queescuchan, por favor, no le den másvueltas. Es un disco precioso interpretadocon un inmenso amor por unasobras de grandes maestros revisitadaspor un gran compositor que sabíamucho en esto de escribir para guitarray que hizo mucho por dignificar y porampliar el repertorio para su instrumento.Además, más de uno que conozcabien los originales apreciará la creatividadde Tárrega.Josep Pascual99