13.07.2015 Views

203 Dic - Scherzo

203 Dic - Scherzo

203 Dic - Scherzo

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

D O S I E RVEINTE AÑOS DE MÚSICA EN ESPAÑADIÁLOGOS CON G.O LOS MODELOS DE GESTIÓNEl protagonista de La possibilité d’une île, recentísima novela de Michel Houellebecq que cuando llegue esteartículo al lector sin duda estará ya publicada en España, escucha por casualidad una emisión cultural en latelevisión española, y dice: “Aquello en realidad era más que una casualidad, era un milagro, ya que son raraslas emisiones culturales en la televisión española, a los españoles no les gustan nada las emisiones culturales,ni la cultura en general, es un campo que les resulta profundamente hostil, uno tiene la impresión, hablandode cultura, de que les infliges algo así como una ofensa personal” (pp. 312-313).116No se enfaden ustedes porque sea un gabacho quien lodice. Demuestra la suficiente simpatía por nuestro paíscomo para situar casi toda la acción de la novela en él.Partamos de ahí, que es un buen punto por mucho quenos fastidie, y veamos qué ha pasado en los últimosveinte años en eso de la gestión cultural. Me permitirán,eso sí, que prescinda de nombres. No me gusta ofender anadie, aunque ellos a veces me ofendan a mí y a la ciudadaníacon su modelo de gestión. Tampoco quiero queparezca que elogio a los amiguetes, aunque uno tenga amigoscomo Antonio Moral o Patrick Alfaya que sí son auténticosgestores. Nada de nombres, pues.Lo recuerdo bien: en la primavera de 1987 se inaugurabaen Valencia el Palau de la Música, obra del entrañablePepe García de Paredes, especialista en este tipo de arquitecturaademás de maravillosa persona. Allí acudió el CoroNacional de España a participar de la inauguración dentrode una versión de concierto de La vida breve. DirigíaManuel Galduf. Jesús López Cobos y la Orquesta Nacionalde España hacían lo propio dos semanas después. Era laprimera muestra del ambicioso y flamante Plan Nacional deAuditorios, que dio varias entregas inmediatas y que hacambiado de formato, de objetivos y de compromisos institucionalesa lo largo de estas dos décadas. El Plan establecíaque tres o cuatro administraciones interesadas aportaríancantidades determinadas para la construcción de cada auditorio:Administración General del Estado, Comunidad Autónoma,Diputación Provincial (cuando la Comunidad Autónomano era uniprovincial) y Administración Municipal.A eso había que añadir otro plan ambicioso y de enormeinterés: el del entonces llamado Ministerio de ObraPúblicas y Urbanismo (MOPU) para la rehabilitación de teatrospúblicos. Al principio se rehabilitación varios antiguosteatros de este tipo sin tener en cuenta las necesidadespuramente escénicas de los locales. Muy pronto, el Ministeriode Cultura (a través de INAEM) aportó su técnica y suexperiencia, y también pequeñas cantidades para escenario,iluminación, camerinos y otros elementos no contempladosen el plan original. Así, con criterios adecuados para el funcionamientode cada edificio como auténtico teatro, sepusieron en marcha gran cantidad de teatros históricos detitularidad pública en toda España. Los teatros del plan delMOPU acogieron actividades musicales y teatrales.Atención: al unirse la unión de la gestión teatral y lamusical en la Administración del Estado, la autonómicamimetizó el organigrama y ambas parecen unidas parasiempre de manera inevitable. Por eso, a veces hablaremosde ambas cuando aquí lo que interesaría es la música. Perolo que ha unido el Ministerio en Madrid que no lo separeeste cronista en la periferia.En fin: nuestro país era un erial en materia de infraestructuraspara música, y al cabo de unos pocos años cambiópor completo en este sentido. A los españoles no les interesala cultura, según parece. Pero en estos momentos tienenGESTIÓNauditorios y teatros por todas partes, y otros esperan ser terminadose inaugurados. De hecho, la Red de Teatros cuentacon 485 salas, sin contar auditorios y casas de cultura.Malos tiempos para la líricaEse ha sido el milagro de estos veinte años. Valga lo dichocomo canto de alabanza. Lamentablemente, lo que no cambiófue la política de destrucción de tejido social desde lasadministraciones en materia de creación cultural. Hay queadvertir que es difícil destruir tejido creativo sin la complicidadde personalidades del gremio de que se trate. La políticade destrucción de creación teatral (de autores vivos, paraentendernos) propiciada por aquel mismo INAEM que creabainfraestructuras de manera tan loable necesitó de profesionalesdel medio, algunos de los cuales siguen administrando,gestionando culturalmente. Pero siempre es fácilencontrar quien esté dispuesto a ello. Los auditorios podíanalbergar mucha música o mucho teatro, ópera o ballet, perodemostraron durante años no tener posibilidad de inducircreación contemporánea; o acaso no hubo ningún gestor nininguna administración que considerase de interés propiciaresa creación.De repente, gestores y administraciones se volvieronpartidarios del laissez faire. Si la sociedad no es capaz decrear, no son las instituciones las que van a hacerlo, parecíandecir, o lo decían claramente. Desde luego que las administracionesno están para componer, ni para escribir piezasteatrales. Pero, caramba, tampoco para impedirlo. ¿Peronosotros lo impedimos? Sí, lo impiden. Más a menudo de loque ustedes creen. Si programan a tal falso compositor, lohacen en detrimento del verdadero. Si programan a talcomicastro o cual “actor” mediático lo hacen en detrimentodel auténtico creador. De nada me vale que en la reunión“solemne” de la Red todos los gestores juren que no programarána ese comicastro, a esa estrella rutilante o a tal compositorprotegido por la omertà, si al final aparecen en cartelporque alguna presión los ha introducido ahí. ¿Dóndeestá el laissez faire?En busca del gestorLa gestión cultural está llena de gente con vocación. Prefierenese tipo de trabajo de gestión a otro. He conocidomuchos funcionarios que prefieren ganar poco en el áreade Cultura que bastante en el área de (pongamos) Hacienda.Pero la gestión cultural está llena de otro tipo de gestores,que lo mismo podrían estar (pongamos) en Hacienda.Ahora bien, en más de una ocasión he oído algo que mepone los pelos de punta y que sin duda no sabe Houellebecq:“el que vale, vale, y el que no, a Cultura”.He hablado con gestores durante años y años. Y enespecial en los últimos tiempos, para deducir un poco elpulso de eso que se llama gestión cultural. He asistido a

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!