You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Salem, no pasó <strong>de</strong>sapercibida para el hombre más po<strong>de</strong>roso <strong>de</strong>l lugar: predicador y<br />
gobernador <strong>de</strong>l pueblo, Sir George Graham. Un <strong>de</strong>sagradable personaje, viudo,<br />
obeso, ya entrado en años y bastante feo, consi<strong>de</strong>rado como un gran déspota,<br />
autoritario y manipulador.<br />
Graham tenía un hijo, Timothy, muchacho irreflexivo, rebel<strong>de</strong> y obstinado,<br />
características que su padre atribuía al hecho <strong>de</strong> haber sido educado casi<br />
exclusivamente por su difunta madre: una distinguida dama <strong>de</strong> sociedad londinense,<br />
que en su momento se halló víctima <strong>de</strong> un matrimonio contractual con el Sr.<br />
Graham <strong>de</strong> Salem.<br />
Des<strong>de</strong> que la dama falleciera, el joven Timothy comenzó a ausentarse, cada vez<br />
más, <strong>de</strong> la Comarca y, fundamentalmente, <strong>de</strong> su hogar natal.<br />
Transcurría por aquellos tiempos la <strong>de</strong>spiadada persecución o cacería <strong>de</strong><br />
«brujas y blasfemos», consolidándose como un verda<strong>de</strong>ro pan<strong>de</strong>mónium <strong>de</strong> horcas,<br />
hogueras y acusaciones tan poco sustentables, como quienes las esgrimían.<br />
Fue durante el clímax <strong>de</strong> este <strong>de</strong>satino religioso cuando Timothy Graham<br />
regresó, luego <strong>de</strong> varios años <strong>de</strong> ausencia, al pueblo; transformado en un hombre<br />
hecho, <strong>de</strong>recho y ciertamente apuesto. Lo suficiente, como para <strong>de</strong>jar prendadas <strong>de</strong><br />
amor a la mayoría <strong>de</strong> las doncellas <strong>de</strong>l lugar; incluyendo, <strong>de</strong> forma inevitable, a<br />
nuestra Dorothy. No obstante, en este caso, el sentimiento resultó ser<br />
correspondido. Solo una mirada bastó entre ambos para dar paso al nacimiento <strong>de</strong><br />
una profunda fascinación, una seducción casi irresistible.<br />
Aun conociéndose <strong>de</strong>s<strong>de</strong> niños, las consabidas controversias entre clases<br />
sociales, sumadas a los frecuentes viajes <strong>de</strong>l joven, habían abierto entre ellos una<br />
inmensa brecha, distanciándolos <strong>de</strong> una férrea amistad originada en los albores<br />
mismos <strong>de</strong> su existencia. De todo aquello, solo les quedaba en común lo que se puso<br />
<strong>de</strong> manifiesto apenas Timothy atravesara, montado en su caballo, la entrada <strong>de</strong> la<br />
calle principal: el noble y sincero afecto que compartían por Jonás, «El Tonto <strong>de</strong>l<br />
Pueblo», quien había crecido con ellos.<br />
Este último, al ver llegar al joven, blandió como estandarte la herramienta que<br />
portaba en mano y, a grito <strong>de</strong>scerrajado, corrió hacia su antiguo amigo y protector<br />
<strong>de</strong> la niñez, prodigándole efusivamente la bienvenida. Abrazándolo y besándole las<br />
manos, Jonás se aferró al recién llegado, anunciando a quien quisiera escuchar:<br />
―¡Timothy Graham! ¡Timothy Graham ha vuelto a casa!<br />
Aquella tar<strong>de</strong>, Dorothy se mantuvo a cierta distancia <strong>de</strong> los acontecimientos,<br />
mientras observaba a Timothy complacida y muy sorprendida por el cambio<br />
manifiesto. El muchacho, tras conseguir <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rse <strong>de</strong>l efusivo abrazo <strong>de</strong> Jonás,<br />
alzó la vista, fijando sus ojos color avellana en los penetrantes y negros <strong>de</strong> nuestra<br />
Dorothy. Avergonzada, ella bajó la vista, inclinándose en un cortés saludo al recién<br />
llegado.<br />
―¡Timothy! —se escuchó ronca la voz <strong>de</strong> George Graham, saliendo <strong>de</strong> su gran<br />
mansión, situada justo a mitad <strong>de</strong> cuadra sobre aquella misma calle.<br />
Mientras el pesado hombre se acercaba hacia su hijo, este no apartaba la<br />
mirada <strong>de</strong> la figura <strong>de</strong> Dorothy, aún <strong>de</strong> pie en el mismo sitio don<strong>de</strong> quedara como