LA HERENCIA (Edición de Day9)

que acabó de quebrantar su espíritu, impeliéndolo hacia la metamorfosis de la que
hoy somos testigos. Sucedió poco antes del secuestro, la noche previa a su desarraigo
final de Salem.
William Mathers, quien durante la infancia y, junto a Dorothy y Jonás, fuera
uno de sus amigos más cercanos, se había instituido como Ministro de la
Congregación Puritana; presionado por una absurda e hipócrita tradición familiar.
No mucho después de ordenarse y retornar a su ciudad natal, este se enamoró
perdidamente de la hija mayor del Prefecto McConroy, Maggie. Dado que dicho
sentir fue plenamente correspondido por la joven, tras obtener anuencia paterna,
ambos se comprometieron en matrimonio. El cual se celebró escasos meses más
tarde.
Pero la oscura fatalidad se interpuso en el destino de la pareja, estipulando que
William fuera cobardemente asesinado, la noche misma de la tan ansiada boda. Sin
embargo, previo a la tragedia, ambos amigos se aliaron con un fin común. Muy a
pesar de sus diferencias religiosas, tanto Tim como Will convergían sobre un punto
en particular: los dos procuraban librar al pueblo de la indiscriminada cacería de
brujas, que día a día, cobraba una gran cantidad de víctimas, la mayoría
completamente inocentes. Juntos también, pretendían salvaguardar a Maggie de la
maléfica influencia que la Condesa Drumond había comenzado a ejercer sobre ella.
Sin embargo y a pesar de todo el mancomunado esfuerzo, nada resultó como
esperaban. Aquella desafortunada noche de la boda, Tim se vio obligado a presenciar
cómo William, su mejor amigo, moría entre sus brazos.
Mientras agonizaba, el joven Ministro rogó por Maggie. Tim sabía lo que esto
significaba y debió prometerle, antes de que exhalara su último suspiro, que
resguardaría con su vida el alma de la muchacha. Protegiéndola de los negros
propósitos que ensombrecían su destino.
Tal vez debido a esa circunstancia clave y determinante, es que hoy se
encuentra aquí y de este modo, después de liberar sobre sí el odio y el deseo de
revancha acumulados durante años, no solo por la muerte de su amigo sino por todo
lo que debió soportar desde pequeño. Además, y especialmente, porque el maldito
y oscuro ente que habita recipientes escogidos entre la propia descendencia tuvo la
osadía de arrebatarle a la bella e inocente Maggie, toda posibilidad de ser feliz, o tan
siquiera discernir libremente entre el bien y el mal.
Definitivamente, Timothy se halla determinado a cumplir con la promesa que
le hiciera a William antes de morir. No obstante, hoy, aquí en la casa y tan cercano
a su propósito, contempla el vientre de la joven preguntándose cómo podría
lograrlo. ¡¿Cómo lo haría?! Si precisamente es ella quien gesta a la próxima consorte
del Maligno.
Le tortura la idea de que, si decide acabar con la vida de esta futura deidad
siniestra, antes de su renacimiento, arrasará también con la escasa bondad que aún
persiste habitando el corazón de Maggie, devastándola. Pero de no hacerlo, pondría
en riesgo el futuro de la humanidad tal y como la conocemos.
Tim no atina una respuesta.
En mitad de la noche y con la luna resplandeciendo sobre el vitral de la cúpula,
Richard despierta sofocado por una agitación sin límites. Tiene claro que debe hacer
algo, aun cuando no está seguro qué. Siente la imperiosa necesidad de acudir en
respuesta de un llamado, algún tipo de suceso primordial e ineludible.
Incorporándose rápida y silenciosamente, se escabulle a través de la habitación