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le <strong>de</strong>nota como un ser temerario. Muy calmo pero <strong>de</strong>cidido, toma asiento y, girando<br />
hacia Richard la cabeza, comienza a hablarle. Su voz se oye con la ca<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> un<br />
murmullo, sereno y suave.<br />
―Buscas respuestas, joven Richard, ¿verdad? ―pregunta―. Pero dime antes,<br />
¿para qué las necesitas? ¿Deseas, quizá, librarte <strong>de</strong> tu con<strong>de</strong>na?, ¿<strong>de</strong> todo lo que hoy<br />
sabes que eres capaz? ¿O te consumen las dudas, respecto <strong>de</strong>l camino que en algún<br />
momento habrás <strong>de</strong> tomar?<br />
Tras un breve silencio, prosigue.<br />
―Ese y no otro, es el interrogante capital. El que, para ti, <strong>de</strong>be primar ante<br />
todos, señalándote el sen<strong>de</strong>ro correcto. Si <strong>de</strong>sconoces lo que en realidad preten<strong>de</strong>s,<br />
tus auténticos anhelos, las revelaciones que aquí obtengas no tendrán ningún<br />
significado para ti ―dice, señalando los manuscritos dispersos por el suelo—. Ahora<br />
que si, por el contrario, escoges <strong>de</strong>slindarte <strong>de</strong> tu sino, te diré que aquello que<br />
precisas saber, tampoco ha sido escrito. Todo esto… es un inútil. —Hace una pausa<br />
sugerente, mientras continúa mirando el cúmulo <strong>de</strong> textos. ―La verdad subyace en<br />
otro sitio, o quizá en el mismo, pero visto <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una óptica diferente. Todo lo que<br />
hasta hoy has <strong>de</strong>scubierto, solo te confiere un conocimiento fragmentario y tenue,<br />
sobre la oscuridad palpitando en tu interior. Esas, tus lóbregas raíces, mismas que<br />
in<strong>de</strong>fectiblemente podrías sentirte tentado a perpetuar, resi<strong>de</strong>n allí —dice, en tanto<br />
señala el corazón <strong>de</strong> Richard. Se pone <strong>de</strong> pie y avanza hacia el joven ―Si <strong>de</strong>seas ser<br />
honesto y hacer lo a<strong>de</strong>cuado, <strong>de</strong>bes oír lo que tu corazón está gritando, el dictamen<br />
<strong>de</strong> tu instinto, <strong>de</strong> tu esencia. Yo puedo ayudarte, también guiarte; pues ese es mi<br />
<strong>de</strong>stino y mi <strong>de</strong>stino es todo lo que soy. He venido aquí, con la <strong>de</strong>terminación<br />
absoluta <strong>de</strong> acabar con todo esto, <strong>de</strong> una vez y para siempre. Y lo haré contigo… o a<br />
pesar <strong>de</strong> ti.<br />
― ¿Quién eres? ―acaba por preguntar Richard consternado.<br />
—Lo sabrás cuando estés listo. De momento, basta con que me consi<strong>de</strong>res un<br />
partícipe obligado <strong>de</strong> los hechos. En mí se <strong>de</strong>posita el conocimiento que, como<br />
arma, es imprescindible si aspiramos dar término a esta infamia. Pue<strong>de</strong> que, tanto<br />
tú como yo, hayamos sido solo víctimas <strong>de</strong>l proce<strong>de</strong>r y las elucubraciones <strong>de</strong><br />
terceros, tanto en el pasado como en el presente. Pero es <strong>de</strong> nosotros, y solo <strong>de</strong><br />
nosotros, la responsabilidad <strong>de</strong> que tales circunstancias puedan ser distintas <strong>de</strong> hoy<br />
en a<strong>de</strong>lante.<br />
Repentinamente, se escucha la voz <strong>de</strong> Maggie <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el otro lado <strong>de</strong> la puerta.<br />
El extraño apunta hacia allí con la mano.<br />
—Incluso a ella y a vuestra hija podrías salvar. Tenlo muy presente, porque <strong>de</strong><br />
ti <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>. ―Luego se marcha por don<strong>de</strong> vino.<br />
Anonadado, Richard abre la puerta. Maggie se precipita <strong>de</strong>ntro, totalmente<br />
fuera <strong>de</strong> control y, aferrándose <strong>de</strong> su brazo, exhorta:<br />
— ¡No lo permitas, Richard! ¡Te lo suplico! El Amo regresó con <strong>de</strong>lirantes i<strong>de</strong>as<br />
y las más aciagas intenciones. Creo... No, estoy segura, que finalmente resolvió<br />
aniquilarnos si osamos enfrentarle.<br />
Richard, procurando infundirle serenidad, la conduce hacia un diván. Ella