LA HERENCIA (Edición de Day9)

angélicos del Creador: el Arcángel Samael, Luzbel, Lucifer o como quiera que
el hombre de rodillas ante su fe, haya querido designarle. Traducido su nombre
significaría «Estrella más brillante» y gozaba de la amorosa predilección de su
Padre. Infortunadamente, en algún punto incierto de su historia éste se rebeló
provocando así que Dios le desterrara de los cielos, condenándolo a gobernar
el Inframundo en castigo por su osado menosprecio hacia la humanidad. Lilith,
cayó con él.
Se cuenta que, desde entonces, imposibilitados ambos de habitar la tierra
como inmortales que eran, se vieron obligados a poseer el cuerpo terrenal de
las personas, a fin de caminar entre ellas sobre un mundo que les había sido
negado. Pero tal existencia se limitaba al período de tiempo que subsiste un
ser humano, lo que para ellos resultaba ser muy poco. Soliviantados por tal
situación buscaron el modo de perdurar durante milenios, mediante
innumerables sectas, dogmas o cultos y a través de sangrientos rituales
destinados a proveerles nuevos «recipientes». Anhelando, por sobre todas las
cosas, librarse de aquella punición y reinar sobre este plano en franca
contienda con el Hacedor.
Sin embargo y, por la consabida intervención divina, estos fueron
indeclinablemente separados, una y otra vez en cualquier lapso de la historia
universal. Llevaban eones luchando por concretar los objetivos que, desde el
principio de los tiempos, habían perseguido.
Lucifer y Lilith… Amonet y Amón Ra… Arthur y...
―¡Dios, que así no sea! ―masculla Richard, devastado.
Comienza a dilucidar el trascendental riesgo ante el que se halla expuesto. No
solo él, sino también aquellos con quienes se relaciona.
―Maggie… ―musita, apenas para sí.
Todas sus reflexiones le conducen a una única y clarificada conjetura.
Precisamente sería él quien traería nuevamente al mundo, desde su propia simiente,
a La Eterna, consorte del Diablo en persona.
―Maggie la carga en su seno… ―vuelve a murmurar.
Explorando el grueso volumen revestido en oro, Richard se apercibe que el
mismo describe la genealogía completa de todos los integrantes del Clan y Rito de
Sangre, remontándose mucho más allá, hasta el inicio mismo de la Creación.
Las páginas arrancadas solo citan a los últimos descendientes, aquellos que con
su accionar, inconsciente e irreversible, propiciaron óptimas condiciones para el
nacimiento de uno de los seres más temidos por la humanidad: él mismo.
Retornando al escrutinio de aquellas páginas, un nombre, allí trazado, llama
notoriamente su atención: Timothy Graham.
Tim se instaura como un personaje distintivo en la maraña incestuosa y
descabellada que conforma esta familia. En más de una oportunidad y siempre a
causa de insólitas circunstancias, ha desaparecido de la historia. A pesar de ello,
constituye el códice preciso en lo referente a la filiación de Richard. Al yacer tanto