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CAPITULO 15<br />
Cuando el Diablo manda buscarte.<br />
Londres, siglo XVIII<br />
En el porche <strong>de</strong> entrada, Richard no pue<strong>de</strong> ni quiere soltarse <strong>de</strong>l vehemente<br />
abrazo <strong>de</strong> su joven amiga. Cautivo <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>seos, se aferra aún más a ella. Sujeto a<br />
su cintura, la empuja con suavidad <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la casa.<br />
Percatándose <strong>de</strong> cómo Maggie se estremece a causa <strong>de</strong>l frío, le sirve una copa<br />
<strong>de</strong> licor y parte raudo en dirección a las habitaciones, en busca <strong>de</strong> toallas y algunas<br />
mantas para abrigarla. Al regresar, le sorpren<strong>de</strong> encontrarla con la mirada perdida<br />
en el interior <strong>de</strong> la copa ya vacía.<br />
Solícito, la invita ingresar a la recámara <strong>de</strong> su recién fallecida madre, indicando<br />
que allí encontrará ropa seca, la que sin lugar a dudas le quedaría a medida. La<br />
pelirroja es bastante más alta que Alice, pero, aun así, Richard insiste en que estas<br />
serán <strong>de</strong> provecho, en tanto el atuendo hume<strong>de</strong>cido se seca frente a la hoguera que<br />
acaba <strong>de</strong> atizar.<br />
Sentados frente a la misma, con las llamas coloreando sus facciones,<br />
permanecen largo rato en silencio. Richard, con la creciente sensación <strong>de</strong> pertenecer<br />
a ese instante por sobre todas las cosas. Maggie, sin apartar la vista <strong>de</strong>l fuego,<br />
permitiendo así la espectacular visión <strong>de</strong> los <strong>de</strong>stellos multicolores relejándose en<br />
sus ver<strong>de</strong>s ojos, los que él contempla extasiado.<br />
Poco <strong>de</strong>spués, Maggie apoya la cabeza sobre uno <strong>de</strong> los hombros <strong>de</strong>l<br />
muchacho, se acurruca junto a su cuerpo y se queda dormida. Mientras ella <strong>de</strong>scansa<br />
en esta posición, Richard percibe el intenso aroma que <strong>de</strong>spren<strong>de</strong> su cabello<br />
cayéndole por la espalda. Vagas reminiscencias inva<strong>de</strong>n su embriagado<br />
pensamiento.<br />
Despertaron casi al alba, aun abrazados y con la certidumbre <strong>de</strong> que perdurar<br />
así por siempre significaría la concreción <strong>de</strong> sus mayores ansias.<br />
Durante el transcurso <strong>de</strong>l día, Richard, poniendo <strong>de</strong> manifiesto lo mucho que<br />
ha extrañado el compartir tiempo con ella, proce<strong>de</strong> a relatarle todo cuanto ha<br />
<strong>de</strong>scubierto en sus indagaciones respecto <strong>de</strong> su vida y <strong>de</strong> su historia. Maggie siempre<br />
estuvo al tanto y por cierto, muy interesada en tal afán. Le cuenta sobre lo que halló<br />
tanto en el ático como en el cuarto <strong>de</strong> su madre, inclusive sobre el documento que<br />
le fuera entregado por los emisarios la mañana previa. Ella lo escucha con extrema<br />
atención y en absoluto silencio. Apenas si una imperceptible sonrisa se dibuja sobre<br />
el contorno <strong>de</strong> sus labios perfectos.<br />
Sintiéndose cómodo y complacido con su presencia, el joven insiste en que<br />
Maggie se hospe<strong>de</strong> en la casa. Sugiriendo que <strong>de</strong> este modo, ella podría abandonar<br />
su trabajo en la cantina. También se ofrece a cubrir sus necesida<strong>de</strong>s, con el fin <strong>de</strong><br />
prescindir <strong>de</strong>l oprobio que le representa a la muchacha continuar <strong>de</strong>sempeñando tal<br />
labor.