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CAPÍTULO 2<br />
20 Años Después<br />
Richard<br />
Un automóvil se encamina lento por la nueva carretera que atraviesa la<br />
campiña. El joven pálido y <strong>de</strong>sgarbado permanece sentado en el asiento trasero,<br />
sumido en sus pensamientos e inquietu<strong>de</strong>s, mientras sostiene entre las manos un<br />
viejo escrito judicial, que le fuera entregado hace apenas un par <strong>de</strong> meses al cumplir<br />
los veintidós años. Allí el ya fallecido abogado familiar le comunica sobre una<br />
herencia, <strong>de</strong> la cual es el único beneficiario.<br />
Se trata <strong>de</strong> una antigua casona en las afueras <strong>de</strong> su Londres natal. Acababa <strong>de</strong><br />
enterarse, pues su madre había evitado durante todo un año tomara conocimiento<br />
<strong>de</strong> aquella carta notarial en la que se lo <strong>de</strong>signaba dueño y señor <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sconocida<br />
y abandonada propiedad.<br />
Durante los dos últimos meses, ambos discutieron acaloradamente sobre si<br />
<strong>de</strong>bía acudir hacia la misma y tomar posesión <strong>de</strong> lo que era suyo por <strong>de</strong>recho.<br />
Ella solía <strong>de</strong>squiciarse <strong>de</strong> solo tocar el tema. Ante la insistencia <strong>de</strong>l joven y,<br />
teniendo en cuenta que la situación económica <strong>de</strong> ambos no era precisamente la<br />
mejor ni más a<strong>de</strong>cuada para una familia con su estirpe, logró convencerla, aunque<br />
solo a medias, <strong>de</strong> tomar el riesgo. Lo que nunca imaginó las razones <strong>de</strong> tan cerrada<br />
obstinación en aquella negativa <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar partir a su único hijo hacia la <strong>de</strong>solada<br />
comarca don<strong>de</strong> estaba situada la misteriosa propiedad que su padre le legara.<br />
Una noche antes <strong>de</strong> iniciar el viaje, la madre con los ojos colmados <strong>de</strong> temor y<br />
lágrimas <strong>de</strong>cidió contarle lo poco que sabía, y aun así temía, sobre lo sucedido allí<br />
veinte años atrás.<br />
Le relató cómo su padre, un joven estudiante <strong>de</strong> leyes con quien se había<br />
casado apenas un año antes <strong>de</strong> su nacimiento, oportunamente recibió un idéntico<br />
documento, <strong>de</strong>signándolo here<strong>de</strong>ro universal <strong>de</strong> dicha propiedad; por lo que, en su<br />
momento, también partió hacia la misma con claras intenciones <strong>de</strong> ven<strong>de</strong>rla. Sin<br />
embargo, según cláusulas testamentarias, <strong>de</strong>bía permanecer en la mansión por el<br />
término <strong>de</strong> algunas semanas.<br />
Él había nacido y vivido allí hasta los diez años <strong>de</strong> edad, en compañía <strong>de</strong> sus<br />
respectivos padres, <strong>de</strong>biendo marcharse a Londres bajo la tutela <strong>de</strong> un hermano<br />
materno, el tío Alfred, enviado por su madre cuando ella quedara viuda y contrajera<br />
nuevas nupcias con un enigmático personaje. Des<strong>de</strong> entonces, nunca volvió a verla.<br />
Diez años más tar<strong>de</strong>, también ella falleció, tan misteriosa y extrañamente como su<br />
primer esposo.<br />
A estas alturas <strong>de</strong>l relato, y no pudiendo contenerse al revivir aquellos tan<br />
celosamente velados recuerdos, la madre rompió a llorar. Su marido, padre <strong>de</strong><br />
Richard, nuestro joven y nuevo here<strong>de</strong>ro, tomó la misma <strong>de</strong>terminación e idéntico<br />
<strong>de</strong>safío. El mismo que hoy él pretendía recorrer. Solo que aquel, el <strong>de</strong> hace dos<br />
décadas, <strong>de</strong> aquel periplo nunca regresó.<br />
Por ese entonces y ante tales circunstancias, Alice golpeó todas las puertas,<br />
recurrió a los abogados y hasta suplicó al único pariente vivo que le quedaba a su