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―Demasiados fantasmas, excesivas tristezas mero<strong>de</strong>an este lugar. Debemos<br />
marcharnos y así construir nuestro propio mundo ―señala en forma categórica.<br />
Su notable persistencia alcanza por fin el éxito. Poco <strong>de</strong>spués, disponen<br />
gran<strong>de</strong>s baúles, cargándolos con toda clase <strong>de</strong> papeles, libros y objetos que<br />
<strong>de</strong>spachan en un transporte <strong>de</strong> mudanzas. Ellos abandonan la ciudad una cálida<br />
mañana, a bordo <strong>de</strong> un lujoso vehículo que los trasladará hacia su nuevo hogar.<br />
Un hombre joven, taciturno, <strong>de</strong> cabello rizado y negro, se presenta ante ellos,<br />
ese día. Su chófer para la travesía.<br />
Una vez cómodamente ubicados en el interior <strong>de</strong>l coche, los tres empren<strong>de</strong>n<br />
la marcha en absoluto silencio. A medida que se distancian <strong>de</strong> la ciudad, Richard<br />
comienza a sentirse inquieto, por razones que no acierta discernir. En tanto que<br />
Maggie, indiferente, no aparta la vista <strong>de</strong> la ventanilla a su costado, perseverando<br />
inmersa en tal contemplación, durante todo el tiempo en que él permanece<br />
consciente. Luego, inducido por la monotonía <strong>de</strong>l viaje y el mutismo reinante, el<br />
joven resuelve dormir.<br />
Antes <strong>de</strong> cerrar los párpados, los que aprecia sobremanera pesados, echa un<br />
rápido vistazo hacia el espejo retrovisor en la parte <strong>de</strong>lantera <strong>de</strong>l vehículo y,<br />
espantado, le parece ver plasmada la penetrante mirada <strong>de</strong> un hombre viejo y<br />
jorobado, quien le <strong>de</strong>vuelve el gesto, <strong>de</strong>lineando una rara mueca entre sus labios.<br />
Richard se incorpora <strong>de</strong> modo súbito, fijando nuevamente la vista en aquel reflejo.<br />
Esta vez, solo divisa la faz serena y confiable <strong>de</strong>l chofer que contrataron. Más calmo,<br />
atribuye el hecho a su excitable imaginación y cae profundamente dormido.<br />
Despierta bien entrada la madrugada. El coche ha estacionado junto a una<br />
inmensa y gris casona. Cuando baja <strong>de</strong>l automóvil y se acerca aún más hacia la<br />
entrada, lo sabe.<br />
Esta… esta es «Mi casa».