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LA HERENCIA (Edición de Day9)

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ecámara, escuché otra vez aquel suspiro, proce<strong>de</strong>nte nada menos que <strong>de</strong> su lecho.<br />

Entonces, distinguí el contorno <strong>de</strong> lo que parecía ser su propia forma bajo el<br />

cobertor. Anonadado, vi como esta se <strong>de</strong>svanecía, juntamente con la exhalación.<br />

¡Dios! Aún no repuesto <strong>de</strong> lo que acababa <strong>de</strong> experimentar, oí el golpe <strong>de</strong> la<br />

puerta cerrándose con estrépito al final <strong>de</strong>l corredor. No pu<strong>de</strong> más. Me <strong>de</strong>smayé.<br />

Desperté empapado en sudor, sobresaltado por <strong>de</strong>lirantes pesadillas, en la que<br />

mestizas, proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> alguna tribu lejana y <strong>de</strong>sconocida, ejecutaban frenéticas<br />

danzas a mi alre<strong>de</strong>dor. Presidiendo tal exótica y sibilina ceremonia, Arthur<br />

Greenway, mi padrastro, diabólicamente ornamentado con atuendos tribales,<br />

contemplaba el ritual ejecutado.<br />

Había sangre por todos lados, mucha, y dagas que punzaban dolorosamente,<br />

abriéndome surcos en la piel, grabando extraños símbolos, mientras yo permanecía<br />

enca<strong>de</strong>nado. Recuerdo haber visto con gran espanto, en medio <strong>de</strong> aquel sueño, un<br />

insólito y chocante tótem, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> colgaba inerte el cuerpo <strong>de</strong> mi propia madre.<br />

Cuando el horror alcanzaba su punto máximo en mi mente, aquel estado<br />

onírico cedió, dando paso a la conciencia y fue cuando <strong>de</strong>sperté, creyendo así<br />

librarme <strong>de</strong> aquella pesadilla. Noté que me encontraba recostado sobre la pequeña<br />

cama, <strong>de</strong> cara a la pared. Ya había amanecido, lo que me dio esperanzas <strong>de</strong> recobrar<br />

algo <strong>de</strong> serenidad.<br />

Lamentablemente, no fue así. Sin rotar mi posición, comencé a escuchar el<br />

distintivo rechinar <strong>de</strong> la mecedora hamacándose a mis espaldas. Giré abruptamente,<br />

aterido por el pánico; entonces la vi. Vestida en harapos cenicientos, con la piel<br />

grisácea, acartonada, semejante a lo que imaginaba se presentaría un cadáver,<br />

meciéndose impasible frente al cristal <strong>de</strong> la ventana. Lentamente, dio vuelta su<br />

rostro hacia mí, ya no me quedaron dudas… mi difunta madre.<br />

Con la mirada fiera y penetrante, era ella. Muy <strong>de</strong>spacio, se incorporó,<br />

dirigiéndose hacia don<strong>de</strong> me encontraba. Solo atiné a acurrucarme contra la pared.<br />

A pesar <strong>de</strong> hallarme presa <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sconcierto y <strong>de</strong> un terror in<strong>de</strong>scriptible, noté mi<br />

ropa ensangrentada y los símbolos recién tallados sobre mi cuerpo. En ese instante,<br />

tuve la <strong>de</strong>sgarradora certeza sobre la autenticidad <strong>de</strong> lo sucedido. Nunca se trató <strong>de</strong><br />

una pesadilla.<br />

Ella continuó aproximándose, con movimientos <strong>de</strong>sarticulados,<br />

extendiéndome los brazos. Incluso, la vi esbozar una sonrisa infausta que culminó<br />

en tenebrosa mueca, antes <strong>de</strong> que su mandíbula se <strong>de</strong>scolgara, abriéndose<br />

inconmensurable <strong>de</strong> su rostro, <strong>de</strong>jando escapar una bruma oscura y fétida que<br />

inundó <strong>de</strong> cieno etéreo todo el espacio contenido en esa habitación.<br />

Quise huir, pero nunca pu<strong>de</strong> abrir la puerta. Todo comenzó a temblar y<br />

sacudirse violentamente. Grité, grité con todas mis fuerzas. Entonces sentí el gélido<br />

abrazo y su voz llegó a mi mente.<br />

—Tu sangre es necesaria, hijo mío, para volver a la vida. Obtener el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong><br />

la vida sobre la muerte ha sido siempre el objetivo. He viajado a insondables<br />

profundida<strong>de</strong>s en busca <strong>de</strong>l conocimiento. Una vez obtenido, <strong>de</strong>bía regresar con él.<br />

Mas para perpetuar el rito, es preciso mi retorno a este plano en un cuerpo vivo y<br />

para que eso sea posible, tú habrás <strong>de</strong> reemplazarme en el abismo. No <strong>de</strong>sesperes,

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