LA HERENCIA (Edición de Day9)

CAPITULO 10
Richard:
¿Fantasía o Realidad?
Campiña londinense, Siglo XVIII
Richard despierta en aquella habitación, a la que ingresara por una de las
puertas de la sala circular. Un terrible dolor de cabeza lo tiraniza. Se aprecia a fondo
confuso. Sin lograr diferenciar entre evidencia y presunción, apenas consigue
retener en pensamiento unos pocos fragmentos de todo lo ocurrido hasta el
momento, en el mismo lugar donde se había encontrado con el hombre que revelase
ser su padre. Y que por cierto… ¿Dónde estaba?
Rememora la conversación que sostuvieron previo al golpe que lo tumbara en
el suelo. Pero también el sueño. Todas esas imágenes, con Robert como protagonista
de una horripilante historia acaecida en esa misma casa.
¿Habrá sido aquello cierto? Indiscutiblemente todo concuerda, cual si hubiese
retrocedido en el tiempo, 20 años atrás y presenciado cada detalle de lo vivido por
su padre con sus propios ojos.
¡Cielos, no! ¡Todo tiene que ser un maldito sueño! —persiste negándose— ¿Pero
de ser así, cómo he llegado hasta allí? Solo cuenta con la convicción de que le es
imperioso escabullirse sin demora del sitio. Concentrándose en ello, se le hace
presente la sentencia escrita en aquel papiro amarillento bajo la pirámide: «una
puerta lo sacaría de allí, las otras acabarían con él». Más o menos ese es el concepto
que le ha quedado claro. O quizá no. ¿Cómo saberlo?
Se incorpora veloz y definitivamente despavorido, al descubrir que, desde cada
rincón, libro u objeto allí disperso, múltiples y gigantescos insectos, varios de ellos
octópodos, surgen en considerables cantidades, atravesando amenazantes todo el
hábitat.
Se apresura en busca de escapatoria, pero no la encuentra, al menos no por
donde ha entrado. Aterido por el pánico y la zozobra, registra el espacio entero.
Desplaza estanterías, ajetrea libros, esperanzado en revelar una salida oculta. De
pronto, atolondrado, tropieza con uno de los muchos objetos dispersos y cae,
golpeándose con fuerza la cabeza.
¡Maldita sea! Se desmaya de nuevo.
Cuando recupera la conciencia, por tercera vez este día, su entorno es otro.
Ahora se halla tendido sobre la sanguínea mancha en el corredor, frente a la puerta
del cuarto infantil que perteneciera a su padre. No alcanza a establecer con claridad
nada de lo sucedido, todo se le expone cual una secuencia de escabrosas imágenes.
Lo único cierto, es que se trata del lugar donde su padre había sido asesinado por la
joven pelirroja, dos décadas atrás.
Se incorpora al momento, totalmente asqueado. Pantallazos de lo