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tanto, valiéndose <strong>de</strong> las actuales circunstancias, el muchacho dispone proseguir, en<br />
uso <strong>de</strong> una mayor libertad, con sus viejos hábitos. Empieza a <strong>de</strong>svincularse,<br />
tozudamente, <strong>de</strong> todo lo que tiene concordancia con aquella realidad. De momento,<br />
mucho más ausente <strong>de</strong>l hogar y, como siempre, frecuentando bares y casas <strong>de</strong> juego.<br />
Esta vez, sin discriminar mínimamente la calaña <strong>de</strong> tales sitios. Todo le da igual.<br />
Como justificativo, fundamenta la necedad <strong>de</strong> su conducta en la<br />
disconformidad irrecusable que le provoca la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> compartir su espacio o su<br />
rutina con aquellos dos, ahora tan compenetrados.<br />
Temporalmente relegado su proyecto <strong>de</strong> investigación sobre las cosas <strong>de</strong>l tío<br />
Alfred, nunca <strong>de</strong>vuelve las llaves hurtadas al tocador <strong>de</strong> su progenitora.<br />
Sencillamente simula olvidarlo, o bien <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> no hacerlo. El resultado es idéntico.<br />
Con la llegada <strong>de</strong>l otoño, el compromiso se avecina como un suceso ineludible.<br />
La boda se concertaría durante los primeros días <strong>de</strong> invierno, época durante la cual<br />
Arturo empren<strong>de</strong>ría otra <strong>de</strong> sus travesías por mar, a bordo <strong>de</strong> su propia nave llamada<br />
«Dorothea», en honor <strong>de</strong> quien fuera su primera esposa, como bien se los había<br />
comentado antes.<br />
Según planes ya establecidos, posterior a la celebración <strong>de</strong>l matrimonio, los<br />
consortes iniciarían un periplo a fin <strong>de</strong> que Alice disfrutara conocer diversas costas<br />
antes <strong>de</strong> regresar al continente. Luego y <strong>de</strong> inmediato, tomaría posesión <strong>de</strong> su nuevo<br />
hogar. Este hecho, en particular, constituía la mayor sorpresa entre todas las que su<br />
prometido proyectara para ella.<br />
Días previos a las nupcias, Arturo y Richard se quedan solos disfrutando una<br />
bebida en los jardines <strong>de</strong> la casa. Durante la ocasión, el futuro padrastro propone a<br />
Richard unirse a ellos en su nueva resi<strong>de</strong>ncia una vez se hubieran establecido.<br />
Richard <strong>de</strong>clina la oferta. Por supuesto que se siente complacido <strong>de</strong> que su madre<br />
encontrara en Arthur la estabilidad y el sostén que él mismo no logró brindarle, pero<br />
<strong>de</strong> ningún modo consi<strong>de</strong>ra necesario ser partícipe <strong>de</strong> ello.<br />
No obstante, meditar sobre tal oferta trae a su memoria la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que, en algún<br />
momento <strong>de</strong> su pasado inmediato, se vio embarcado en un proyecto que, confiaba,<br />
les brindaría aquella tan ansiada seguridad, tanto a él como a su madre. En su<br />
pensamiento vaga la noción <strong>de</strong> que se trataba <strong>de</strong> algo así como un negocio, una<br />
venta… ¿una herencia? Pues no, <strong>de</strong>finitivamente todavía no atina a <strong>de</strong>scifrarlo.<br />
Todavía pensando en ello, nota que Arturo se halla expectante frente a la<br />
posibilidad <strong>de</strong> que reconsi<strong>de</strong>rase la propuesta. Así que rápidamente argumenta su<br />
firme intención <strong>de</strong> visitarlos con cierta asiduidad, pero <strong>de</strong>jando ver que no quiere<br />
<strong>de</strong>jar su hogar natal. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> que con las posesiones que Alfred les había legado,<br />
para él es más que suficiente. Menciona vehemente la voluntad <strong>de</strong> preservar su<br />
in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia, no teniendo el más mínimo <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> abandonar Londres.<br />
Ante la rotunda negativa, un resplandor antinatural surge repentino en la<br />
mirada <strong>de</strong> Arturo. A pesar <strong>de</strong> hallarse cómodamente sentado, a pocos metros <strong>de</strong><br />
distancia, sus ojos dan la impresión <strong>de</strong> surcar suspendidos en el aire el espacio que<br />
los separa, aproximándose hacia el joven, hipnóticos, ineluctables y extraordinarios.<br />
Es ya indiscutible que la situación se ha tornado perturbadoramente extraña;<br />
incluso escalofriante