LA HERENCIA (Edición de Day9)

vital. Aun así, mi éxito fue parcial, prolongándose hasta el maldito día en que su
verdadera madre regresó por ella. Desde entonces, ha vivido en perenne contienda
entre el bien y el mal. ―John guarda silencio, como extraviado en viejos
recuerdos―. Para mi infortunio, luego de aquel nefasto encuentro con su realidad,
Maggie se vio seducida por las ilimitadas ventajas de su don, además de eficazmente
manipulada para separarse de nosotros. Renegando de la Fe que se le inculcara.
― ¿Y su madre es…? ―pregunta sutilmente y cediendo espacio a la respuesta
de John.
―Maggie huyó de casa el mismo día en que la Condesa partiera
definitivamente de Salem, secuestrando también a Timothy Graham. De seguro,
bajo la influencia de algún poderoso hechizo que les forzó abandonar a quienes
realmente amaban —dice John.
—Entiendo, John. Me está usted hablando de la Condesa Dumont —vuelve a
interrumpirle Richard.
―Sí ―musita, débilmente, John, antes de enunciar una última y templada
frase―. Hubo un momento en que albergué cierta esperanza, cuando Maggie se
comprometió en matrimonio del todo enamorada; entonces llegué a pensar que eso
pondría fin a su inestabilidad emocional. Pero no sucedió así. La tragedia se hizo
presente la misma noche de la boda y su esposo fue horrendamente asesinado. No
me caben dudas de que su propia madre, la Condesa, envió por la cabeza de mi
yerno. Todo con el objetivo concreto de quebrarla y, de este modo, arrebatármela
por siempre. —El ex prefecto comienza a llorar amargamente.
Ahora, inexpugnable, todo cobra rigurosa transparencia para Richard. Maggie
es hija de la Condesa. Carga su misma sangre, por tanto, también la de Amonet.
Razón inequívoca por la cual ha sido destinada a concebir el próximo recipiente de
la infame. Sin embargo, hay algo que no alcanza a comprender. ¿Por qué la joven se
había dejado sugestionar de modo tan categórico por el Amo?
—Intuyo lo que piensas —dice John de improviso―. Cuando una bruja
original desconoce su condición y atraviesa un período traumático, sus poderes se
desatan sin control y Maggie… Maggie perdió su primer amor de forma trágica y bajo
luctuosas consignas. Era fácil prever su reacción ante el desastre. Sus poderes se
activaron arrolladores, irreprimibles; doblegando su voluntad. Pero eso no terminó
allí, inmersa en tan intolerable dolor, planamente enceguecida, asesinó a mi esposa,
destruyó nuestro hogar, dejándome incluso malherido y huyó con la Condesa sin
que yo pudiera impedirlo. Luego de ello, perdí todo contacto con ella, confiriéndole
involuntariamente a su progenitora, libertad de instruirla por el camino de la
oscuridad. Y, Amonet, es una deidad que no dudaría un solo instante en sacrificar a
sus propios hijos, en pro de su veneración por Lucifer. No tuvo reparo alguno en
permitir que Él tomara a Maggie bajo su tutela, iniciándola en esta condenada
práctica del Rito de Sangre y valiéndose ambos de las dotes de mi niña para el propio
beneficio del Maldito. —John suspira agobiado―. El resto ya lo sabes, y tú lo has
padecido como nadie, desde que Maggie, perdida y posesa, se cruzó en la vida de tu
padre a fin de asesinarle, hace 20 años.
John baja la mirada, contrito, antes de seguir
—No obstante, y presta mucha atención Richard, las circunstancias son