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CAPITULO 14<br />
El Enfrentamiento<br />
Inglaterra, pocos años <strong>de</strong>spués<br />
Pasó el tiempo incontenible <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquella noche en el pantano y, apenas<br />
concertados los esponsales entre Dorothy y Arthur Greenway, Tituba pudo al fin<br />
<strong>de</strong>snudar sin temores su auténtica personalidad, su esencia pura, ante quien había<br />
sido <strong>de</strong>stinada como esclava durante años.<br />
Al ser liberada por Arthur <strong>de</strong> las ca<strong>de</strong>nas que sellaban su obediencia, la bella<br />
bruja nativa <strong>de</strong>splegó a diestra y siniestra una reacción genuina y proporcional para<br />
cada diatriba sufrida durante el transcurso <strong>de</strong> su vida junto a Dorothy.<br />
Habían sido <strong>de</strong>masiados los subterfugios a los que <strong>de</strong>bió apelar para persistir<br />
impertérrita, cuando su sangre ardía <strong>de</strong> encono y sedición, eclipsando cualquier<br />
indicio <strong>de</strong> humanidad en la conducta <strong>de</strong> la hechicera. Y es que en aquel momento<br />
infausto que dio inicio a su con<strong>de</strong>na, Dorothy <strong>de</strong>sempeñó un papel protagónico.<br />
Había sido ella quien, como lí<strong>de</strong>r, encabezó al grupo que estipulara tal escarmiento.<br />
Sin embargo, la notable Regente también aprovechó dicha situación para<br />
exteriorizar su animadversión hacia la cúpula mística que le confiriera tales po<strong>de</strong>res.<br />
Sintiéndose doblemente traicionada durante la confabulación en contra <strong>de</strong> su<br />
relación con Timothy, <strong>de</strong>senca<strong>de</strong>nó una sangrienta masacre con el propósito <strong>de</strong><br />
aniquilar los lazos que la mantenían prisionera <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> esa comuna. No tuvo<br />
dudas, no tuvo miedo y mucho menos piedad. No obstante su <strong>de</strong>nuedo, el triunfo,<br />
tal y como lo averiguaría en el futuro, había sido parcial. Aun así logró escapar <strong>de</strong><br />
aquellas tierras. Llevándose a Tituba y George consigo.<br />
Testigo <strong>de</strong> tal <strong>de</strong>spliegue <strong>de</strong> furia vengativa, Tituba no pudo <strong>de</strong>jar <strong>de</strong><br />
experimentar un bien fundamentado resquemor ante el inmenso arbitrio alcanzado<br />
por su ama. Condicionado a ello, no dudó en tomar partido por ganador, partiendo<br />
<strong>de</strong> Essex en su compañía. Mucho más sometida que antes, tras el resultado <strong>de</strong> la<br />
contienda <strong>de</strong>satada entre las Inmemoriales y la Regente. Pero mentirse a sí misma<br />
no le era asequible, muy por <strong>de</strong>ntro jamás conseguiría olvidar.<br />
Culpaba a Dorothy por la pérdida <strong>de</strong> su hija, y no se equivocaba. Ella era «La<br />
Elegida», y como tal, haciendo uso <strong>de</strong> sus místicas faculta<strong>de</strong>s, consiguió vislumbrar<br />
en <strong>de</strong>talle lo que acontecía la noche <strong>de</strong>l engaño. Desquiciada por los celos y la ira<br />
fue quien presidió el juicio <strong>de</strong>cretando la impiadosa reprimenda.<br />
Durante mucho tiempo ninguna <strong>de</strong> las dos volvió a mencionar el inci<strong>de</strong>nte<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquella funesta noche. Dorothy solo arremetió contra todo y contra todos,<br />
para luego huir con <strong>de</strong>stino a la campiña londinense. Sin sospechar lo que allí le<br />
<strong>de</strong>paraba el <strong>de</strong>stino.<br />
Ya establecidas en la nueva resi<strong>de</strong>ncia, la hostilidad entre ambas subsistía<br />
latente. Sin mayor culpa <strong>de</strong> una que <strong>de</strong> otra, las dos mujeres coexistían en el marco<br />
<strong>de</strong> una convivencia sedienta <strong>de</strong> venganza.