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<strong>de</strong>jando al <strong>de</strong>scubierto una larga, negra y rizada cabellera, cayendo sobre sus<br />
hombros y realzando la singular belleza <strong>de</strong> su piel morena… mestiza.<br />
Se trata, nada más ni nada menos, <strong>de</strong> la muchacha que Alice <strong>de</strong>scribiera a<br />
Richard durante el <strong>de</strong>sayuno y que sin saberlo ella, formaba parte inolvidable <strong>de</strong> las<br />
alarmantes y <strong>de</strong>scabelladas vivencias <strong>de</strong>l joven.<br />
Tras una rotunda mutación en el ambiente, Alice, lejos <strong>de</strong> sorpren<strong>de</strong>rse ante<br />
la revelación, esboza una sonrisa inusual y tierna para con la mujer. Dejando caer<br />
las monedas en el interior <strong>de</strong>l coche, extien<strong>de</strong> su mano hacia ella. Con la palma<br />
recorre su rostro afectuosamente, diríase que con orgullo y complacencia.<br />
Tituba coge la mano que le acaricia entre las suyas y la besa con ternura.<br />
—Ahora te pue<strong>de</strong>s marchar, hija —dice.<br />
—Volveremos a vernos. Gracias y hasta siempre, Madre ―respon<strong>de</strong> Alice,<br />
mientras el coche se pone en movimiento. Los <strong>de</strong>dos entrelazados <strong>de</strong> ambas mujeres<br />
se separan a la fuerza. Tituba corre algunos metros <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l auto con los ojos<br />
lacrimosos y el corazón palpitándole con fuerza.<br />
Tras <strong>de</strong>l volante, el chófer sonríe satisfecho. Situado más allá <strong>de</strong> la ignorancia<br />
o el asombro, también él constituye una pieza más <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la intrincada historia<br />
que comienza a <strong>de</strong>splegarse sobre el horizonte existencial y sin tiempo <strong>de</strong> estas<br />
personas.<br />
Mientras se alejan camino a Londres, atravesando el bosque y ya fustigados por<br />
una tormenta que amenaza convertirse en <strong>de</strong>mencial, aquel tenebroso y espectral<br />
fenómeno al que Alice se enfrentara, forma un círculo concéntrico alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l<br />
rastro sanguíneo. Des<strong>de</strong> la oscuridad <strong>de</strong> su vórtice, emerge una maraña <strong>de</strong> cabellos<br />
rojos que, irguiéndose, perfilan una silueta femenina, izándose incontenible e<br />
iluminada por los relámpagos que fustigan la estancia.<br />
Así, mágica y misteriosa, se incorpora <strong>de</strong> forma perfecta la distintiva figura <strong>de</strong><br />
la joven pelirroja que veinte años atrás, asesinara al primer here<strong>de</strong>ro: Robert<br />
Graham; y que inclusive ayer mismo, acosara a su hijo Richard.<br />
Algo más distante, la presencia <strong>de</strong> Robert inicia su transformación,<br />
materializándose paulatinamente más <strong>de</strong>finida. Ro<strong>de</strong>ándose a sí mismo con los<br />
brazos y plegado sobre el vientre, llora <strong>de</strong>sconsolado, al cabo su mustio corazón<br />
empieza a latir muy quedo, muy lento y breve, tiñendo con suave arrebol humano<br />
el rostro gris y acartonado que luciera durante todos estos años <strong>de</strong> encierro, abismo<br />
y tormento.<br />
Ya no había posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> huir, <strong>de</strong> obtener la paz. Había quedado<br />
<strong>de</strong>finitivamente prisionero <strong>de</strong> un <strong>de</strong>stino rubricado por su propia madre,<br />
obligándolo a cumplir pactos heredados sin su connivencia.<br />
Está con<strong>de</strong>nado ahora, a pesar <strong>de</strong> toda su resistencia, a la inclemencia <strong>de</strong> un<br />
apetito insoportable que pronto sesgaría en él hasta el último atisbo <strong>de</strong> humanidad,<br />
preservada muy a pesar <strong>de</strong> Dorothy, su progenitora. Fortaleza conquistada con el<br />
único fin <strong>de</strong> jamás <strong>de</strong>rramar la sangre y vida <strong>de</strong> su hijo. Aunque quizá ya no le sea<br />
posible evitarlo.