LA HERENCIA (Edición de Day9)

tardaron en surgir los reproches, la desconfianza y hasta el resentimiento.
Con solo enardecer tales sentimientos, Tituba habría cumplido con todo éxito
el objetivo impuesto, dado que hasta el punto, Tim creía estar discutiendo con la
mujer que amaba. Sin embargo, la bruja escondía dentro de su alma aspiraciones
auténticamente temerarias y, por cierto diversas
Jamás había olvidado la dolorosa realidad sobre su origen; no siempre formó
parte de este aquelarre. Ella nació libre en una tribu de ascendencia Akánica y,
actualmente, integrada por “Chamanes”; dado lo cual, Tituba era una bruja de linaje
original. Sin embargo a su vida llegó el día en que, siendo todavía muy pequeña, fue
secuestrada por los blancos y vendida como esclava. Incluso hoy, para las Ancianas,
todavía lo era.
Residía allí el motivo primigenio de su deseo sojuzgado por tomar revancha.
Allí tan cerca de Tim, dicho anhelo cobró tal fuerza en ella, que se libró de sus
cadenas, socavando su obediencia en la tarea que le había sido conferida. Impulsiva,
conjeturó que esta podría constituirse en su oportunidad de obtener un poco de lo
que se le negara desde siempre. Y puso sobre Tim sus ansias.
Así fue que cedió ante los influjos que cual volcán en erupción, pugnaban por
emerger de su fuero interno. Alterando el curso de los planes estipulados, pero aun
encubierta tras la apariencia de su dueña, trocó su actitud desplegando toda
artimaña posible en pro de seducirlo.
El triunfo no se hizo esperar y, con una pasión indómita, impulsó al joven hacia
una entrega extensamente codiciada por ambos, aunque por razones muy distintas.
Ingenuo, Tim creyó haber recuperado a su amor. Mas Tituba se deleitaba con
el primer esbozo de una represalia que había disimulado durante años.
No obstante, el imprudente accionar de la hechicera colocaba en riesgo su
propia subsistencia dentro del contubernio que la apadrinaba; en el supuesto de que
Tim, embriagado nuevamente de amor por Dorothy, escogiera luchar por ella y
permanecer en Salem.
Impelida por la contundencia de esta presunción, no le quedó más remedio
que dar un giro inverso y retomar la estrategia original. Debía ser hábil, tanto que el
resultado le permitiera salvaguardar su posición frente al aquelarre. Tras meditarlo
decidió no marcharse, como estaba previsto, antes de que el efecto del conjuro
cesara devolviéndole su verdadera fisonomía y permaneció junto a él hasta llegada
el alba.
Timothy despertó para sobrecogerse de asombro y confusión, frente al cuerpo
desnudo de la mestiza, que lo contemplaba mordaz.
Tardó unos minutos en sacar sus propias conclusiones, pero no fueron
demasiados. Conociendo a la perfección los entresijos y métodos de aquella
comunidad en la que había crecido, rápidamente Tim se apercibió de los ilusorios
medios a través de los cuales había sido tan estúpidamente embaucado.
― ¡Maldita bruja! ―le espetó furioso.
Ella, reía a carcajadas.