Libro
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de los hijos del presidente de la república, Daniel Ortega.<br />
Compartí el preescolar con los hijos de Humberto Ortega,<br />
después me los volví a encontrar en el Centroamérica y recuerdo<br />
que había mucha protección en el colegio. Siempre estaban<br />
los guarda-espaldas de Humberto cuidando a sus hijos.<br />
Pude notar mucho la calidad de vida que tenían los hijos<br />
de los comandantes, era distinta. También pude notar el favoritismo<br />
que existía de parte de los profesores hacia ellos<br />
por el simple hecho de ser hijos de los dirigentes nacionales.<br />
Pude notar también lo extraño que podía parecer eso<br />
para muchas personas cuando llegábamos de vacaciones<br />
y los majes (los hijos de los comandantes) venían hablando<br />
de que habían ido a Estados Unidos y visitado Disney<br />
World. Eran los chavalitos que tenían los mejores juguetitos<br />
y andaban con esto y con lo otro de un lado al otro.<br />
Para mí la revolución, en una palabra, fue “Ingenuidad”. Ingenuidad<br />
porque yo no era consciente de que mis padres se<br />
separaron por diferencias ideológicas y por las vigilias revolucionarias<br />
que mi madre hacía para dar el ciento por ciento a su<br />
patria. En ese sentido la revolución fue una desventaja para mí”.<br />
CONSUELO, 30 AÑOS<br />
“En ese tiempo, a menos que fueras de la seguridad del<br />
estado, persona de mucho poder o funcionario del gobierno,<br />
tenías en tu closet tres camisas y dos pantalones<br />
y eso era lo normal entre los niños de la época.<br />
Obviamente tampoco había para comprar la última “Barbie”,<br />
el último juguete, la última muñeca delgadita, etc. Ni siquiera<br />
lo veías en ninguna tienda. Entonces una como niña no se<br />
daba cuenta de que esos juguetes eran exigencias del mundo<br />
consumista, algo que yo no tuve ni me hizo falta tampoco.<br />
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