15-Ponsati-Murla-Oriol-San-Agustin
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Comprender para creer, creer para comprender 47<br />
LA TRINIDAD, DE MISTERIO A DOGMA<br />
Según la tradición hagiográfica iniciada por el obispo Pietro Ungarello<br />
di Marco de' Natali (h. 1330-1406), más conocido como Petrus de<br />
Natalibus, la iluminación sobre la Trinidad divina le vino a san Agustín<br />
a partir de un encuentro con un niño en la playa. El episodio ha inspirado<br />
numerosas obras de arte, entre ellas esta pintura de <strong>San</strong>dro Botticelli<br />
(1445-<strong>15</strong>10), perteneciente a la predela de la Pala de san Bernabé,<br />
conservada en la Gallería degli Uffizi de Florencia. Para los cristianos de<br />
entonces (y de tiempos más recientes también, pues el tema volvería<br />
a aparecer con fuerza durante la Reforma y la Contrarreforma, ya en el<br />
siglo xvi), el de la Trinidad era un misterio, término derivado del griego<br />
y que significa «secreto», pues no de otro modo podía calificarse algo<br />
cuya definición escapa por completo a los dictados de la razón: cómo<br />
Dios es una sola esencia y, a la vez, existe como tres personas distintas,<br />
iguales y coeternas, Padre, Hijo y Espíritu <strong>San</strong>to. La cuestión era tan<br />
importante que las diferentes posturas al respecto amenazaban con<br />
romper la unidad de la Iglesia, por lo que los participantes en el concilio<br />
de Nicea del año 325 y de Constantinopla del 381 se esforzaron en<br />
buscar una formulación universal. El misterio comenzó así a convertirse<br />
en dogma, una verdad revelada en la que hay que creer y a la que<br />
san Agustín contribuyó con su tratado Sóbrela Trinidad.