15-Ponsati-Murla-Oriol-San-Agustin
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La doctrina de la gracia<br />
LIBERTAD CONTRA PREDESTINACIÓN<br />
La ¡dea de la gracia, referida a la libertad del ser humano, volvió a<br />
saltar con fuerza a la palestra con motivo de la Reforma protestante<br />
emprendida por Martín Lutero (1483-<strong>15</strong>46). A pesar de ser fraile de<br />
la Orden de <strong>San</strong> Agustín, su relación con los escritos del obispo de<br />
Hipona fue más bien distante («Agustín ha errado con frecuencia,<br />
no es de fiar. Aunque bueno y santo, no poseía la fe verdadera», dijo<br />
en una ocasión). Aun así, la doctrina agustiniana sobre la salvación<br />
de las almas fue para el alemán el punto de partida de su propia<br />
teoría de la gracia y la predestinación. Lutero comparte la idea de<br />
Agustín de que la salvación se debe a una decisión libre de Dios, que<br />
muestra así su amor hacia el hombre, pero va más allá al restringir el<br />
papel que ocupa el libre albedrío. El hombre, pues, no es libre, sino<br />
que está predestinado. Esto, sin embargo, para Lutero es beneficioso,<br />
pues de este modo la relación con Dios está basada en la confianza y<br />
no en la idea de culpabilidad ni en el miedo al castigo.<br />
<strong>San</strong> A gustín<br />
Ma stín L utero<br />
Oíos concede su gracia al hombre<br />
gratuitamente, sin pedir nada<br />
a cambio<br />
La gracia no impide el libre albedrío<br />
del hombre, que puede obrar bien<br />
o mal<br />
Las buenas obras no preceden a<br />
la grada, pero ayudan a no desviarse<br />
del bien<br />
Dios decide a quién da la fe y a quién<br />
no por medio de la grada. Solo la<br />
gracia salva<br />
El pecado original ha dañado tanto<br />
al hombre, que no puede obrar bien<br />
por si solo<br />
Ni las buenas obras ni la intercesión<br />
de los santos ayudan a la salvación,<br />
sf la fe