15-Ponsati-Murla-Oriol-San-Agustin
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ínn<br />
go, representa una puerta de acceso (es decir, un punto de<br />
partida, en ningún caso un punto de llegada que garantice<br />
la salvación) a la gracia divina, una gracia que será otorgada<br />
por Dios, siguiendo un criterio inescrutable, a aquellos pocos<br />
que Él haya decidido conceder la posibilidad de salvarse. Y<br />
aun así, el hombre tendrá la posibilidad de hacer un mal uso<br />
de esta gracia, convertida así en condición necesaria pero no<br />
suficiente para regresar a Dios.<br />
La doctrina de la gracia dibuja un panorama antropológicamente<br />
mucho menos optimista del que había surgido de<br />
la pluma de Agustín a lo largo de su primera década cristiana.<br />
No es difícil detectar en este nuevo planteamiento una<br />
gran influencia estoica, aunque Agustín la adapte a sus necesidades<br />
explicativas. De forma similar a como sucedía con la<br />
doctrina filosófica engendrada por Zenón de Cirio, en Grecia,<br />
y más tarde desarrollada en Roma por Séneca, Epicteto<br />
o el emperador Marco Aurelio, la teoría de la gracia obliga<br />
al cristiano a vivir de acuerdo con un orden preestablecido<br />
y divino, la lógica del cual no logra comprender. Porque<br />
es efectivamente incomprensible, desde un punto de vista<br />
humano, que Dios dé la posibilidad de salvarse a unos y<br />
no a todos, que los niños sean culpables desde su mismo<br />
nacimiento o que ningún esfuerzo de la voluntad humana<br />
sea autosuficiente para conquistar la felicidad de los bienaventurados.<br />
No es extraño que los pelagianos acusaran a<br />
Agustín de haber recaído, con esta doctrina, en los errores<br />
de su pasado maniqueo. El planteamiento de Agustín es, sin<br />
embargo, intachable desde un punto de vista filosófico: si<br />
verdaderamente existe un solo orden, que es el orden del<br />
bien, diseñado por Dios, que es el único creador de orden<br />
posible, desviarse de este orden preestablecido implica caer<br />
en el viejo pecado de la arrogancia humana que juega a ser<br />
Dios sin serlo. Los hombres se desvían de su propia natura-