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MANTENER LA SOBRIEDAD

El mayor refinamiento deriva hacia la simplicidad.

—BRUCE LEE

A

ngela Merkel es la antítesis de casi cualquier suposición acerca de lo que

debe ser un jefe de Estado, en especial un jefe del Estado alemán. Ella es

sencilla. Modesta. No le preocupan la presentación ni llamar la atención. No da

discursos incendiarios. No está interesada en expansiones ni en dominar el

mundo. Básicamente, es una mujer callada y reservada.

La canciller Angela Merkel es discreta, sobria, en un mundo donde

demasiados líderes viven embriagados con el ego, con el poder, con la posición.

Esta sobriedad es precisamente lo que la ha convertido en una líder muy popular

(ya lleva tres períodos) y, paradójicamente, en una fuerza poderosa y arrasadora

a favor de la libertad y la paz en la Europa moderna.

Hay una historia sobre Merkel cuando era niña, durante una clase de

natación. Un día caminó hasta el extremo del trampolín y se quedó ahí, pensando

si debería saltar. Los minutos empezaron a pasar. Finalmente, cuando la

campana marcaba el final de la clase, ella saltó. ¿Tenía miedo o simplemente era

cautelosa? Muchos años más tarde, durante una importante crisis, les recordaría

a los líderes de Europa que “el miedo es un mal consejero”. De niña, en ese

trampolín, quería utilizar cada segundo de los que disponía para tomar la

decisión correcta y no estar motivada por la imprudencia o el miedo.

En la mayoría de los casos pensamos que la gente tiene éxito gracias a su

energía y su capacidad de entusiasmarse con sus causas. Casi excusamos el ego

porque creemos que es parte esencial de la personalidad arrolladora que se

necesita para “lograr cosas grandes”. Tal vez eso, un poco de ese anonadamiento

fue lo que lo llevó a donde está usted ahora. Pero permítame preguntar:

¿realmente cree que eso sea sostenible durante las próximas décadas? ¿De

verdad usted puede ser mejor y más eficiente que todos los demás para siempre?

La respuesta es no. El ego nos dice que somos invencibles, que tenemos una

fuerza ilimitada que nunca va a desaparecer. Pero ¿es eso cierto? ¿Eso es

realmente lo que requiere la grandeza? ¿Energía ilimitada?

Merkel es la encarnación de la fábula de Esopo acerca de la tortuga. Ella es

lenta y firme. La noche histórica en que cayó el Muro de Berlín, ella tenía 35

años. Se tomó una cerveza, se fue a acostar y al día siguiente se presentó

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