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frenética: el sindicato estaba saboteando la maquinaria de la compañía, habían

golpeado a un empleado inocente y luego le prendieron fuego a una de las

máquinas de impresión. Por lo general, en situaciones como esta, los

competidores se ayudan entre ellos prestándose la maquinaria, pero los

competidores del Post se negaron a permitirle el acceso a sus impresoras. La

compañía estaba perdiendo cerca de 300 000 dólares al día en publicidad debido

a la huelga.

Fue entonces cuando un grupo de inversionistas importantes empezaron a

vender sus acciones de la Washington Post Company, pues evidentemente

habían perdido la fe en el futuro del periódico. Impulsada por el inversionista

que había conocido hacía un tiempo, Katharine decidió que su mejor opción era

gastar una enorme cantidad de fondos de la compañía volviendo a comprar sus

propias acciones en el mercado público, una movida peligrosa que casi nadie

hacía en esa época.

Había demasiados fracasos e incendios que apagar. Sin embargo, debido a su

perseverancia, Katharine pudo desprenderse de muchos de ellos mejor de lo que

nadie hubiese podido esperar.

Los documentos filtrados que Katharine publicó se conocerían luego como

los “Papeles del Pentágono” y conformaron uno de los informes más importantes

en la historia del periodismo. Las hostilidades con la Casa Blanca llevaron a la

investigación sobre Watergate que cambió la historia de los Estados Unidos y

tumbó a Nixon de la presidencia. Gracias a este reportaje el periódico ganó un

premio Pulitzer. El inversionista hostil que Katharine conoció resultó ser un

hombre llamado Warren Buffett, que se convertiría en su mentor en el campo de

los negocios y en un gran abogado y administrador de la compañía (sus

pequeñas inversiones en la compañía familiar llegarían a valer cientos de

millones). Katharine finalmente venció en las negociaciones con el sindicato. Su

principal competencia en Washington, el Star, el mismo que se había negado a

ayudarla, cerró de repente y fue adquirido por el Post. La recompra de acciones,

que hizo en contra no solo de la sabiduría financiera sino de la opinión del

mercado, le produjo a la compañía miles de millones de dólares.

Resultó que la larga lucha que soportó, los reiterados fracasos, las crisis, los

ataques, todo ello llevaba a algún lado. Si usted hubiese invertido un dólar en las

acciones del Post cuando entró a la bolsa en 1971, este se habría convertido en

89 dólares cuando Katharine renunció a la dirección en 1993, en comparación

con 14 dólares en promedio para esa industria y 5 dólares para las quinientas

empresas de S&P. Esto convierte a Katharine Graham no solo en una de las

directoras ejecutivas más exitosas de su generación, y en la primera en dirigir

una compañía que hace parte de las quinientas de Fortune, sino en uno de los

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