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esperando en la selva! —le gritó una y otra vez—. No te queremos aquí, negro”.
Pero Jackie no solo no respondió —a pesar de que después escribió que quería
“agarrar a uno de esos hijos de puta blancos y reventarle los dientes con uno de
mis puños negros que tanto despreciaban”— sino que un mes después aceptó
tomarse una foto amistosa con Chapman para salvarle el empleo.
La idea de tener que rozarse y posar con semejante desgraciado nos revuelve
el estómago incluso sesenta años después. Robinson dijo que había sido una de
las cosas más difíciles que había hecho en la vida, pero lo hizo porque todo eso
era parte de un plan más grande. Jackie entendió que había fuerzas que estaban
tratando de provocarlo, de hacerlo caer. Al saber lo que quería hacer y lo que
necesitaba hacer para lograrlo, sabía con certeza qué cosas tendría que tolerar
mientras llegaba a la meta. No debería haber tenido que hacerlo, pero lo hizo.
En cierto sentido, nuestro propio camino —sean cuales sean nuestras
aspiraciones— estará definido por la cantidad de cosas malas que estemos
dispuestos a tolerar. Por fortuna, nuestras humillaciones probablemente sean
pálido reflejo de las de Robinson, pero de todas maneras serán difíciles de
tolerar. Siempre es difícil mantener el autocontrol.
El luchador Bas Rutten se pintaba la letra R en sus dos manos antes de las
peleas, para representar la palabra rustig (relajación, en holandés). Enfurecerse,
dejar que las emociones tomen el control, perder la contención es la muerte en el
cuadrilátero. Así que usted siempre debe tener esto en mente, debe recuperar el
control, a pesar de lo mucho que quiera hacer otra cosa. Como Steinbeck le
escribió una vez a su editor, no se puede “perder el control para escapar del
desespero”. El ego no es buen consejero en ciertas situaciones, ya sea que esté
discutiendo con un editor, con críticos, con enemigos o con un jefe caprichoso.
No importa que ellos no entiendan, ni que usted sepa más, es demasiado
temprano para eso. Demasiado pronto.
Ah, ¿usted fue a la universidad? Eso no significa que el mundo le pertenezca
por derecho propio. ¿Pero fue a una universidad muy importante y prestigiosa?
Bueno, pues la gente de todas maneras va a tratarlo mal y le van a gritar. ¿Que
usted tiene un millón de dólares o una pared llena de premios? Eso no significa
nada en el nuevo campo que está tratando de conquistar.
No importa lo talentoso que sea, las conexiones que tenga, cuánto dinero
haya ganado. Cuando usted quiera hacer algo —algo grande, importante y
significativo—, será sometido a un tratamiento que va de la indiferencia al
sabotaje directo. Puede estar seguro de eso.
En este escenario, el ego es el opuesto absoluto de lo que necesitamos.
¿Quién se puede dar el lujo de dejarse arrastrar por los impulsos, o creer que es
el redentor de la humanidad, o alguien demasiado importante para soportar