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suponiendo que sería olvidado y sin tener mucho más que una casa pequeña y
una pensión. Con casi total seguridad tuvo más enemigos que amigos.
¿Qué tal que este curioso camino haya sido deliberado? ¿Qué tal que esto lo
haya vuelto más influyente? ¿Será, acaso, una locura pensar así?
De hecho, Boyd solo estaba siguiendo exactamente la lección que trataba de
enseñarle a cada joven prometedor que llegaba a formarse bajo sus alas, jóvenes
que él creía que tenían potencial para ser algo, algo diferente. Las prometedoras
estrellas a las que él les enseñó probablemente tenían mucho en común con
nosotros.
El discurso que Boyd le dio a uno de sus protegidos en 1973, lo deja muy
claro. Al sentir que el joven oficial se aproximaba a lo que él sabía que sería una
difícil bifurcación en su camino, Boyd le pidió que fuera a verlo. Como muchas
de las personas exitosas, el soldado era inseguro e impresionable. Él quería
obtener un ascenso con méritos. Era como una hoja que podía salir volando en
cualquier dirección y Boyd lo sabía. Así oyó ese día un discurso que Boyd
pronunciaría una y otra vez, hasta que se volvió una tradición y un rito de
iniciación para toda una generación de líderes militares.
“Tigre, uno de estos días vas a llegar a una bifurcación en el camino —le
dijo Boyd—, y vas a tener que tomar una decisión acerca de la dirección que
quieres tomar”. Usando sus manos para ilustrar sus palabras, Boyd marcó las dos
direcciones. “Si tomas por este lado, podrás ser alguien. Tendrás que hacer
concesiones y tendrás que darles la espalda a tus amigos. Pero serás miembro del
club y serás ascendido y obtendrás buenas misiones”. Luego Boyd hizo una
pausa, con el fin de enfatizar la otra opción. “O —continuó— puedes tomar por
este otro lado y hacer algo, algo por tu país, por tu Fuerza Aérea y por ti mismo.
Si decides que quieres hacer algo, es posible que no obtengas ascensos y que no
recibas las mejores misiones, y ciertamente no serás el favorito de tus superiores.
Pero tampoco tendrás que hacer concesiones. Serás leal a tus amigos y a ti
mismo. Y tu trabajo tal vez marque una diferencia. Ser alguien o hacer algo. En
la vida te llaman a lista muchas veces. Ahí es cuando tienes que tomar
decisiones”.
Y luego Boyd concluyó con palabras que guiarían a ese joven y a muchos de
sus compañeros durante el resto de su vida: “¿ser o hacer? ¿Qué camino
tomarás?”.
Sea lo que sea que busquemos hacer en la vida, la realidad rápidamente
interfiere con nuestro idealismo juvenil: decimos que son incentivos,
compromisos, reconocimiento y política. Estas fuerzas pronto nos cambian la
dirección y nos hacen pasar del camino del hacer al ser. Del ganar al fingir. El
ego contribuye a este engaño a cada paso. Esa es la razón por la que Boyd quería