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muy lejos, por eso es que debemos ser capaces de ver más allá.

Tal como observó una vez Goethe, la gran falla es “verse a uno mismo como

más de lo que es y valorarse como menos de lo que vale de verdad”. Una buena

metáfora podría ser la recompra de acciones que hizo Katharine Graham a

finales de los años setenta y ochenta. La recompra de acciones es una maniobra

polémica, por lo general se produce cuando una compañía está languideciendo.

Al hacer una recompra, el director ejecutivo de la compañía está haciendo una

declaración casi increíble. Está diciendo: el mercado está equivocado. Está

valorando muy mal nuestra compañía y, claramente, tiene tan poca idea de lo

que nos espera que vamos a gastar los preciosos fondos de la compañía en una

apuesta para demostrar que está equivocado.

Con mucha frecuencia, directores ejecutivos deshonestos o egocéntricos

hacen cosas así porque piensan que saben más que los demás. O porque quieren

inflar de manera artificial el precio en el mercado. Un directivo tímido o débil ni

siquiera consideraría la idea de apostar por su compañía. En el caso de Katharine

Graham, ella hizo un juicio de valor: con la ayuda de Buffett, pudo ver

objetivamente que el mercado no reconocía el verdadero valor de los recursos de

la compañía. Ella sabía que había muchos factores que habían contribuido a la

baja en el precio de las acciones, lo cual, aparte de reducir su fortuna personal,

constituía una gran oportunidad para la compañía. Durante un corto período,

compró cerca del 40 % de las acciones de la empresa, a una fracción de lo que

llegarían a costar después. Las acciones que Katharine Graham compró a un

precio aproximado de 20 dólares por acción, valdrían más de 300 una década

después.

Lo que estaban haciendo tanto Katharine como Walsh era interpretar un

conjunto de medidas internas que les permitió evaluar y calcular el progreso

interno, mientras que todo el mundo afuera estaba distraído por las supuestas

señales de fracaso o debilidad.

Eso es lo que nos guía a través de las dificultades.

Es posible que usted no entre a la universidad de su preferencia. Es posible

que se equivoque. Es posible que no lo elijan para el proyecto, o que no lo

asciendan esta vez. Alguien puede ganarle a la hora de aplicar a un empleo, o de

comprar una casa, o de aprovechar una oportunidad de la que sentía que

dependía todo. Esto puede suceder mañana, o en veinticinco años. Y puede durar

dos minutos o diez años. Sabemos que todo el mundo tiene fracasos y sufre

adversidades, que todos estamos sometidos a las leyes de gravedad y los

promedios. ¿Qué significa eso? Que nosotros también tendremos que

enfrentarlos.

Como expresó sutilmente Plutarco, “el futuro se viene encima de cada uno

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