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decepción.
Precisamente en esta brecha es que el ego resulta un gran comodín. ¿Quién
quiere verse al espejo y ver su trabajo y saber que no da la talla? Así que aquí
podemos alardear sobre nuestros progresos y cubrir las verdades difíciles con
pura fuerza de personalidad e impulso y pasión. O podemos enfrentar nuestras
falencias con honestidad y dedicarle más tiempo al trabajo. Podemos dejar que
esta experiencia nos vuelva humildes y ver con claridad dónde tenemos talento y
dónde necesitamos mejorar, para dedicarnos luego a trabajar con el fin de cerrar
la brecha. Y también podemos adoptar hábitos positivos que nos duren para toda
la vida.
Si eso era tentador en la época de Sherman, en esta época somos como Lance
Armstrong, cuando estaba entrenando para el Tour de Francia de 1999. Somos
Barry Bonds debatiéndose sobre si entrar a la clínica BALCO. Coqueteamos con la
arrogancia y el engaño y, en el proceso sobreestimamos vulgarmente la
importancia de ganar a toda costa. Todo el mundo está tomando esteroides, nos
dice el ego, así que tú también deberías hacerlo. No hay manera de vencer a los
demás sin esteroides, pensamos.
Desde luego, lo verdaderamente ambicioso es enfrentar la vida y seguir
adelante con seguridad, a pesar de eso, sin apoyarse en nada. Dejemos que los
demás busquen muletas. Será una batalla solitaria decir que no, negarse a hacer
trampa. Será una posición arriesgada. Decir: voy a ser yo mismo, la mejor
versión de ese yo. Estoy aquí porque quiero llegar hasta el final, sin importar lo
brutal que sea el esfuerzo. Hacer, no ser.
En el caso de Sherman, fue precisamente esta elección la que lo preparó para
el momento en que su país y la historia más lo necesitaron. Y eso fue lo que le
permitió manejar las tremendas responsabilidades que pronto tuvo que asumir.
En esa encrucijada, Sherman forjó una personalidad que era al mismo tiempo
ambiciosa y paciente, innovadora sin ser intrépida, valiente sin ser arriesgada. Él
era un verdadero líder.
Usted tiene, o tuvo, la oportunidad de vacunarse. De jugar un juego distinto,
de ser realmente audaz en sus metas. Porque lo que le espera va a ponerlo a
prueba de formas que ni siquiera se imagina. Porque el ego es el hermano
perverso del éxito.
Y está a punto de experimentar lo que eso significa.