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situaciones que nunca antes hemos enfrentado. Las oportunidades no suelen ser

pozos vírgenes y profundos en los que sumergirse sea un acto que requiera una

buena dosis de coraje y osadía; por el contrario, son pozos oscuros, llenos de

polvo y bloqueados por distintas formas de resistencia. Lo que en realidad se

necesita en estas circunstancias es claridad, intención y determinación

metodológica.

Pero con demasiada frecuencia actuamos de la siguiente manera:

Un rayo de inspiración: quiero hacer el mejor y más grande _______ que

haya existido. Ser el _________ más joven. El único que ________. El “primero

y el mejor”.

El consejo: muy bien, esto es lo que tendrás que hacer, paso a paso, para

lograrlo.

La realidad: oímos lo que queremos oír. Hacemos lo que tenemos ganas de

hacer y, a pesar de estar increíblemente ocupados y trabajar muy duro, logramos

muy poco. O, peor aún, nos hallamos en medio de un caos que nunca previmos.

Como al parecer solo oímos historias acerca de la pasión de la gente exitosa,

olvidamos que los fracasos también comparten ese rasgo. No comprendemos las

consecuencias hasta que observamos la trayectoria. En el caso de Segway, los

creadores supusieron una demanda mucho mayor de la que existía. En el caso de

la guerra en Irak, sus proponentes hicieron caso omiso de las objeciones y la

crítica negativa porque estas se oponían a lo que ellos necesitaban creer. El

trágico final de McCandless fue el resultado de la ingenuidad juvenil y de la falta

de preparación. En el caso de Robert Falcon Scott, el problema fue el exceso de

confianza y entusiasmo, sin consideración de los peligros reales. Estoy seguro de

que Napoleón hervía de pasión mientras planeaba la invasión a Rusia y solo se

liberó de esa pasión cuando cojeaba de regreso a casa, con una fracción de los

hombres con los que había partido lleno de confianza en sí mismo. En muchos

otros ejemplos vemos los mismos errores: un exceso de inversión o poca

inversión, actuar antes de que alguien esté medianamente listo, apresurarse a

hacer cosas que requieren delicadeza. No tanto malicia como la embriaguez de la

pasión.

La pasión, por lo general, oculta una debilidad. La ansiedad, impetuosidad y

frenesí son malos sustitutos de la disciplina, el dominio, la fuerza, el propósito y

la perseverancia. Es necesario ser capaz de ver esto en los demás y en uno

mismo, porque aunque los orígenes de la pasión pueden ser sinceros y buenos,

sus efectos son primero cómicos y luego monstruosos.

La pasión es un rasgo que se observa en aquellos que nos pueden contar con

gran detalle cuál es el tipo de persona en que quieren convertirse y cómo será el

éxito que van a alcanzar; son capaces de contarnos incluso cuándo pretenden

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